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J.M.
Lunes, 21 de abril 2025, 13:51
Es uno de los órganos más importantes del cuerpo humano y, sin embargo, suele pasar desapercibido hasta que algo va mal. El hígado, esa gran glándula situada en el abdomen, desempeña más de 500 funciones vitales para el buen funcionamiento del organismo. Entre ellas, la depuración de sustancias tóxicas, la producción de bilis para la digestión de las grasas y el almacenamiento de energía. Su papel en el equilibrio interno es tan crucial que, sin él, la vida sería simplemente inviable.
Capaz de llevar a cabo por sí solo una multitud de procesos esenciales, este órgano actúa como una verdadera planta de tratamiento del cuerpo. Una de sus funciones primordiales es identificar y neutralizar compuestos perjudiciales. «Ciertas sustancias que llegan al hígado son dañinas para el cuerpo. Su función consiste en transformarlas en compuestos inofensivos», explica el Centro Hepato-Biliar Paul Brousse. Las sustancias liposolubles, tras ser procesadas, se eliminan finalmente por medio de la bilis y las heces.
Además de ser un pilar fundamental en la digestión, el hígado sorprende por su extraordinaria capacidad regenerativa. No obstante, este superpoder tiene límites. Para que pueda recuperarse y funcionar correctamente, es esencial cuidarlo. Virginie Charreau, experta en nutrición, advierte que «es importante moderar el consumo de alcohol, evitar los picos de azúcar y reducir los alimentos con alto contenido graso».
No obstante, a menudo se pone atención a lo que se come, pero no siempre a lo que se bebe. Y, sin embargo, la elección de los líquidos es igual de determinante para la salud hepática. Beber agua con bajo contenido mineral, por ejemplo, puede ser un gran aliado. «Hidratarse con este tipo de agua beneficia tanto al hígado como a la vesícula biliar», señala Charreau. Al ser más ligera, esta agua exige menos esfuerzo del hígado y actúa como un disolvente natural que facilita la eliminación de toxinas.
Pero sus ventajas no terminan ahí. Esta misma agua contribuye también a la prevención de enfermedades renales, al disminuir el riesgo de formación de cálculos. En definitiva, elegir bien el tipo de agua que se consume puede ser un gesto simple pero con grandes beneficios, siempre que se adapte a las necesidades individuales de cada persona.
Más allá del agua, la naturaleza ofrece otras herramientas eficaces para mantener el hígado en buen estado. Algunas plantas medicinales, utilizadas desde hace siglos en la fitoterapia, han demostrado su eficacia en la desintoxicación del organismo. Entre ellas, el diente de león destaca como una de las más recomendadas. Según Sophie Pihan, naturópata y miembro de la Federación Nacional de Naturópatas, «el diente de león es la mejor planta para depurar el hígado».
Sus raíces, en particular, poseen propiedades que estimulan las funciones hepáticas de limpieza. «Ayudan al hígado a eliminar toxinas y a mejorar su funcionamiento», asegura Pihan. Gracias a esta acción depurativa, el diente de león se convierte en un recurso especialmente útil tras épocas de excesos o en presencia de molestias digestivas persistentes.
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