Los huesos hallados en junio en el lugar del accidente del monte Oiz son humanos
Una asociación de víctimas de siniestros aéreos pide al juez que intente identificar los restos y realice un nuevo rastreo en el escenario de la catástrofe de 1985
Son humanos. El análisis forense no deja lugar a dudas. Los restos óseos que fueron hallados en junio en el lugar del accidente aéreo ... del monte Oiz no son de ningún animal sino que pertenecen a una persona. Así lo han determinado los expertos que ya han entregado su informe al juez de Gernika que se ha hecho cargo de la investigación. Los huesos, además, no son recientes por lo que todo apunta a que podrían corresponder a alguno de los 148 pasajeros y tripulantes que fallecieron el 19 de febrero de 1985 al estrellarse un 'Boeing 727' de Iberia contra la ladera de este pico vizcaíno, de 1.026 metros de altitud. No hubo supervivientes.
El caso de la peor catástrofe aérea de la historia de Euskadi, que se debió a un fallo humano, según la investigación oficial, sigue abierto. El magistrado deberá decidir ahora qué pasos dar. Podría ordenar la extracción de material genético de los restos recogidos para su cotejo con algún familiar de los fallecidos. El problema es que han pasado 36 años. Muchos de los cónyuges, hermanos o, incluso, descendientes de las víctimas han muerto o no quieren saber ya nada de este asunto. «Es doloroso remover el pasado», reflexiona el hijo de uno de las personas que perdieron la vida, que prefiere mantener por ahora el anonimato. «Aunque también es verdad que me gustaría darle un final digno a todo esto, con una placa de recuerdo y con la limpieza de los restos que puedan encontrarse en la zona», añadía, en conversación telefónica con este periódico.
Cuatro décadas después
El hallazgo de los restos óseos en Oiz, casi cuatro décadas después de la tragedia, se produjo en junio, durante la visita de un equipo de periodistas de este diario a la zona. Uno de los reporteros había sido alertado de que había todavía trozos de fuselaje y diversos objetos personales de las víctimas diseminados por la ladera por la que se precipitó el avión, después de chocar con una antena de televisión, a una velocidad de 300 kilómetros por hora.
«Aquello fue dantesco. No creo que haya habido desde entonces un accidente aéreo de estas características»
Rafael Alcaraz, Forense el día del siniestro
Tras años de silencio, las novedades llegaron cuando Ruben Santos, fotógrafo aficionado a tomar imágenes de sitios con historia o abandonados, le explicó al redactor que firma esta crónica lo que estaba pasando en Oiz, donde había personas que estaban acudiendo para llevarse las pertenencias de las víctimas o fragmentos de aquel 'Boeing 727'. Se estaba produciendo un saqueo. Ambos reunieron entonces un equipo al que se unió otro fotógrafo, un operador de cámara y Alberto Bóveda, experto en orientación y exjefe de Bomberos del aeropuerto de Loiu. Bóveda es una persona familiarizada con los aviones y que, además, estuvo presente en las labores de rescate en 1985.
Los cinco comprobaron con estupor que en el escenario del accidente, en una zona bastante inaccesible, había multitud de trozos de metal, objetos como tenedores con el logotipo de Iberia, la tapicería de varios asientos, un chaleco salvavidas o lo que fue una mascarilla de oxígeno. Y, entre todo ello, hallaron un fragmento de hueso, de unos 15 centímetros. Posiblemente, una pelvis. Se puso el asunto en manos de la Justicia.
Rafael Alcaraz fue uno de los forenses que tuvo que lidiar con aquel horror. Hoy está jubilado. El gran problema de aquella catástrofe fue el estado en el que quedaron los cuerpos. «Hallamos pedazos tan pequeños como un dedo, es posible que no haya habido otro accidente aéreo de estas características. Fue dantesco».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión