Los hábitos que adoptan las personas inteligentes a la hora de dormir
La ciencia describe ciertas costumbres que tienen las personas con un cociente intelectual mayor o igual a 130
J. F.
Viernes, 19 de septiembre 2025, 19:21
Para muchas personas, el momento de ir a la cama es una transición hacia la relajación y el descanso. Sin embargo, para las personas con alto potencial intelectual, aquellas con un cociente intelectual igual o superior a 130, la noche presenta un desafío único debido a su mente en constante ebullición. Esta particularidad les lleva a adoptar hábitos específicos, siendo la lectura nocturna uno de los rituales más comunes para encontrar la calma, aunque no es una práctica exclusiva de este colectivo.
Un patrón de sueño diferente
La forma en que duermen las personas más inteligentes es notablemente distinta. Un estudio de 2003, en el que participó el doctor Revol, especialista en neuropsiquiatría infantil, reveló que su sueño sigue un patrón particular. La investigación, realizada con niños de 8 a 11 años, demostró que «las personas con altas capacidades tienen un mayor número de ciclos de sueño (6,40 frente a una media de 4,21) pero más cortos (70 minutos en lugar de 90)». Además, la fase de sueño REM (o paradójico) aparece antes y, hacia el final de la noche, su descanso se limita a sueño ligero y REM.
Según la psicóloga Arielle Adda, especialista en la materia, esto se debe a que «las personas superdotadas procesan la información más rápidamente que la media». Es precisamente durante el sueño REM cuando el cerebro clasifica y organiza los conocimientos adquiridos. Esta intensa actividad cerebral también se manifiesta en sueños muy vívidos, a menudo relacionados con las experiencias del día, lo que es otro signo de un sueño REM más pronunciado.
La dificultad para «desconectar» el cerebro
El principal inconveniente de esta agilidad mental es la dificultad para ralentizar el cerebro a la hora de acostarse. «La hiperactividad cerebral en el momento de conciliar el sueño es muy típica de las personas con HPI», explica Adda. Durante esos momentos, repasan los acontecimientos del día y analizan los errores que podrían haber evitado, una tendencia que su perfeccionismo amplifica.
Este fenómeno es aún más acentuado en los adultos, ya que son conscientes de la importancia del sueño, a diferencia de los niños, que a menudo lo consideran una «pérdida de tiempo» porque prefieren seguir aprendiendo y descubriendo. Esta es la razón por la que suelen abandonar las siestas a una edad temprana.
La lectura como refugio
Frente a esta agitación nocturna, muchas personas con HPI recurren a la lectura. Encuentran en los libros un refugio que les tranquiliza y les ayuda a calmar su mente inquieta. Sin embargo, este hábito tiene un lado negativo: a menudo les lleva a quedarse despiertos hasta tarde, lo que complica el despertar por la mañana. De hecho, según la psicóloga, la recurrencia de los trastornos del sueño es tan común que se ha convertido en un elemento clave en el diagnóstico de la precocidad intelectual.
Aunque no existen soluciones milagrosas, se pueden adoptar ciertas estrategias para mejorar el descanso, como ejercicios de respiración, estiramientos y otros rituales relajantes. En los casos más severos, se puede considerar un tratamiento farmacológico, ya que, como concluye Adda, «el sueño es fundamental».