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El profesor y filósofo Francesc Torralba.
Filósofo y pedagogo

El filósofo Francesc Torralba explica el estrés que genera la tecnología: «Nos deja sin tiempo y con culpa por haber descansado»

El filósofo barcelonés describe la sociedad actual como un lugar «donde no hay detenimiento, donde vamos extraordinariamente acelerados», explicando que esta velocidad «genera estrés y ansiedad»

J. F.

Viernes, 8 de agosto 2025, 16:42

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Francesc Torralba, reconocido filósofo, teólogo y pedagogo, ha puesto en el centro del debate la vertiginosa velocidad de la vida moderna y sus profundas consecuencias en la salud mental y las relaciones humanas. En su reciente ensayo, 'Un mundo sin pausa', el profesor barcelonés de 58 años describe un panorama contemporáneo donde «no hay parada, donde no hay detenimiento, donde vamos extraordinariamente acelerados», una realidad que, según él, afecta a todos por igual, desde el ámbito universitario hasta el hospitalario.

La raíz de esta aceleración a su juicio se encuentra en el «tecnocapitalismo», que define como una alianza entre el sistema capitalista y el imparable desarrollo tecnológico. Este binomio busca «el máximo rendimiento con el mínimo coste», una meta que la tecnología facilita al permitir «producir siempre y a todas horas». La digitalización, por ejemplo, ejemplifica cómo se puede estar presente y productivo sin siquiera desplazarse físicamente, impulsando aún más este ritmo frenético, explica en una entrevista con Luis Usera dentro de su podcast.

Francesc Torralba: «Tenemos prohibido descansar»

El filósofo destaca una paradoja central: mientras que la tecnología supuestamente debería liberarnos, ocurre lo contrario. Torralba observa que «no nos ha liberado tiempo, al contrario, nos ha permitido hacer muchas más actividades en el mismo tiempo y eso genera una sensación de estrés y de ansiedad». Este «mal uso de la tecnología o el mal gobierno de la tecnología», lo que denomina «tecnocracia», relega a la persona a la periferia, al servicio de la herramienta en lugar de al revés.

Las consecuencias de esta incesante velocidad son variadas y preocupantes. Se observa un aumento de patologías como «el estrés, la ansiedad, esta sensación de no llegar a tiempo, de no poder culminar mis proyectos». Además, en esta sociedad, «está prohibido descansar», generando una «culpa por haber descansado» o desconectado. El propio trabajo, en ocasiones, puede convertirse en «un mecanismo de evasión de uno mismo», en un intento de escapar de problemas personales o «fantasmas» internos. Se ha instaurado una «nonstop society» donde detenerse es percibido como un error.

Francesc Torralba: «La tecnología no nos da tiempo, sino que nos genera más estrés y ansiedad»

Esta falta de tiempo y la hiperestimulación también erosionan las relaciones humanas de calidad. Torralba lamenta que «no hay tiempo para los vínculos y los vínculos se rompen», lo que conduce a la «soledad no deseada», una paradoja en sociedades tan tecnológicamente conectadas. Los dispositivos móviles son un ejemplo claro: aunque «acerca a los que están lejos», paradójicamente «te aleja de los que son próximos». Esta constante conexión lleva a una «tecnodependencia» e incluso a una «tecnoadicción», generando ansiedad y desasosiego cuando no se tiene el móvil a mano.

Incluso el ocio y la infancia se ven afectados. El «hiperconsumismo», alimentado por la publicidad, nos impulsa a adquirir más de lo que necesitamos, y los tiempos de ocio se han «instrumentalizado para el negocio», perdiendo su valor intrínseco de descanso o contemplación. La educación, colonizada por un «sesgo utilitarista», contribuye a la creación de «niños con agendas de ministros», con el tiempo ocupado para no «perderlo» sin producir ni consumir.

Frente a este panorama, Francesc Torralba propone diversas soluciones y estrategias para recuperar el equilibrio:

Los consejos de Francesc Torralba

  • Un uso «inteligente y prudente» de la tecnología, donde el ser humano debe «dominarlo y a no ser dominados»

  • Una corresponsabilidad en el uso de la tecnología, implicando a padres, profesores, autoridades públicas y empresas tecnológicas. Los adultos, en particular, deben «autorregularse» y discernir qué les construye y qué no

  • La «desaceleración» como un valor fundamental, que implica «reducir los ritmos los ritmos de consumo, los ritmos de producción, los ritmos de vida». Esto está ligado al «slow movement» que promueve la lentitud

  • El «decrecimiento» como alternativa al constante crecimiento económico, buscando «distribuir correctamente los bienes» para una sociedad más sostenible y equitativa

  • La reivindicación de otros «verbos» además de producir y consumir, como «amar», «contemplar» y «jugar», que han quedado eclipsados por el tecnocapitalismo

  • Reconectar con el valor del aburrimiento, ya que «puede ser un campo de descubrimiento de la propia riqueza personal» y un motor para la creatividad

  • Adoptar la máxima estoica de «nada en exceso», buscando un equilibrio armónico en todas las facetas de la vida, incluyendo el trabajo y el descanso

  • La regulación por parte del Estado para «garantizar unos mínimos para todos los seres humanos» y limitar la «pulsión voraz» de producir y consumir sin límites

En definitiva, el doctor Torralba ofrece una reflexión sobre cómo la sociedad actual ha cedido ante la velocidad y la productividad, pero también brinda herramientas para que las personas, según su visión, puedan retomar el control de su tiempo y, con ello, de su propia vida.

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