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Uno de los estudiantes que cumple el perfil de trabajador de la empresa privada que decide interrumpir su actividad profesional para acceder al sector de la educación es Mikel Sánchez (Lasarte-Oria, 40 años). Este guipuzcoano, que acaba de comenzar sus prácticas docentes dentro del Máster de Formación del Profesorado de la UPV/EHU, accedió a este curso «tras haber estado trabajando los últimos 12 años como ingeniero eléctrico en una empresa». En mayo de 2024 este lasartearra decidió hacer un punto de inflexión en su carrera profesional y dar un giro de 180 grados. «Ser profesor era algo que tenía en la cabeza desde hace un tiempo», reconoce.
Entre los motivos que le empujaron a tomar esta decisión, Sánchez apunta que «tengo amigos y gente cercana que, al igual que yo ahora, hicieron este cambio. Les ha ido bien y me recomendaron esta opción, me animaron a dar el salto». Otra de las razones que le llevaron a dejar los mandos eléctricos por la tiza y la pizarra fue «el horizonte que tenía por delante en mi sector. Últimamente he visto casos de EREs, crisis... No sé, veía el futuro algo complicado y estuve pensando en hacer un cambio».
Si bien hay trabajadores que optan por esta salida académica para reciclarse porque ser profesor incluye unas condiciones profesionales mejores para poder conciliar en familia, no es el caso de Sánchez. «Me he fijado más en la estabilidad laboral que puedo tener en un ámbito profesional como el de la enseñanza. Conozco a personas que sí que han tenido en cuenta esa circunstancia, pero a mí me mueven otras razones». Por ejemplo, cita este guipuzcoano, «la ilusión que me hace poder formar a chavales en las cosas que a mí me gustan. El reto de ser profesor es grande y no niego que siento vértigo, pero estoy decidido. Quiero ser profesor».
El máster que está cursando en la UPV/EHU le va a habilitar para poder dar clases en Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional, y es precisamente en esta última red educativa «en la que me gustaría trabajar. Por mi perfil profesional, yo creo que encajaría muy bien».
Con todo, esta no es la primera vez que este lasartearra se acerca al mundo de la educación. «Cuando terminé la carrera algún amigo me sugirió la posibilidad de estudiar para ser profesor, pero en aquel momento el cuerpo me pedía hacer algo de la ingeniería que había estudiado», recuerda. Ahora, ya sabe lo que es estar en una clase con chavales de 13 y 14 años -como profesor de prácticas-, jóvenes con los que está «muy contento. Aprendo mucho todos los días».
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