«El profesor no debe sentir que está solo en el aula»
«Necesitamos docentes orgullosos de sus centros educativos, implicados con su proyecto educativo»
Alba Madinabeitia es doctora en Pedagogía en la UPV y forma parte del grupo Ikasgura dedicada a la investigación en el ámbito de la Educación. ... Considera el proceso de cambio que se está propiciando en la profesión docente con el anteproyecto de ley vasca de Educación como «una oportunidad». «Estamos en una etapa profundamente enriquecedora», afirma sin dudar. El 20 y 21 de septiembre analizarán estos cambios en Cursos de Verano de la UPV.
– ¿Cuál es el papel del profesor del siglo XXI?
– El profesor debe ser un motor de cambio educativo, y para ello debe poder revisar y reflexionar sobre lo que hace en el aula. Venimos de un modelo de profesorado enciclopédico, como la figura encargada de transmitir conocimientos en distintas áreas, que a medida que se iban haciendo más complejas, se iba especializando, sobre todo en Secundaria.
– ¿Considera que ya no tiene cabida la clase magistral mientras los estudiantes toman apuntes?
– Ahora este planteamiento ya no es válido. El profesor debe descubrir, comprender y analizar el porqué se da el proceso de enseñanza. No significa que no tengan que tener un conocimiento disciplinar del curso que imparten, pero es una parte pequeña del reto educativo y de lo que la docencia supone. El profesorado se encuentra ante un panorama más incierto en el que no hay recetas universales ni 100% efectivas.
– ¿Cómo sabe a qué atenerse?
– Debe sentirse parte del proyecto educativo del centro. La centralidad debe ponerse en el alumno con sus necesidades y todo el sistema debe funcionar para que tenga un proceso exitoso de aprendizaje. Hay que deshacer esta imagen del profesor como si fuera un verso suelto dentro del aula, donde no sabemos muy bien qué es lo que pasa. Así nos olvidamos de la mirada más amplia e interesante del contexto, de la comunidad que rodea al centro educativo.
«Sin procesos de evaluación no hay mejora, el único criterio de calidad actual es el tiempo que se lleva en las listas»
– El cambio es total.
– El cambio es muy interesante, pero las estructuras no han cambiado. Se habla de otras metodologías pero se funciona con la antigua lógica. Nos gustaría contar con profesores orgullosos de su centro educativo que se sientan implicados en su proyecto. Será un profesor investigador, reflexivo, que impulsa el cambio y consciente de su impacto en el entorno inmediato.
– Tengo la sensación de que, en muchos casos, los profesores se sienten solos.
– Eso a veces pasa, pero el profesorado no puede sentir que solo le repercute lo que sucede en el aula. Son los centros educativos los que tienen que saber gestionar las demandas a través del equipo de dirección que está dotado de herramientas. En las aulas se han generado situaciones en las que el profesorado tiene que estar preparado para trabajar la equidad, la diversidad, la interculturalidad, la digitalización, el reto lingüístico...
– ¿La formación en las facultades es suficiente?
– En la formación inicial se debe revisar y actualizar aspectos como el desarrollo de la identidad de la profesión, cómo debería ser según el contexto. Analizar por qué quiero ser profesor y qué tipo de profesional quiero ser. Antes de actualizar los grados haría falta un análisis de los perfiles del alumnado. Y formar al profesorado con rigurosidad, basada en la evidencia y en la investigación y el contraste. Algo muy diferente a lo que hay en la actualidad.
– Con los cambios que se producen, ¿la formación continua es vital?
– Pero no debe ser una formación acumulativa, sino adecuada al desarrollo de la profesión docente. No vale con unas cuantas horas de algo y ya. El contexto está cambiando rápidamente y el profesorado necesita desarrollar destrezas que se adecuen a ese entorno en concreto con una mirada global.
– ¿A qué más habría que darle una vuelta?
– A los procesos de selección. Cada vez hay más sintonía con que una OPE es un sistema obsoleto, y no tenemos otro mejor. Habría que analizar mecanismos para discernir de los buenos a los no tan buenos profesionales. Se podría pensar en una especie de MIR docente, en el que las prácticas antes de ejercer estén mentorizadas. A esto habría que añadir procesos de evaluación.
– ¿Poner nota a los profesores?
– Si no hay procesos de evaluación no puede haber mejora. No existe en los centros educativos una cultura de la evaluación que sí se da en la Universidad. Hay que hablar de esto sin tabúes. El profesorado en las escuelas públicas se estabiliza con el único criterio de experiencia del tiempo, de cuánto llevan en las listas. Es el único criterio de calidad en la profesión docente. Nadie entendería que un médico solo tuviese la formación de la facultad, pero parece que en un profesor es suficiente.
– Hay mucho trabajo por delante, ¿es optimista?
– Vemos todos los retos como una oportunidad. La gestación de la ley en Euskadi ha abierto ventanas de colaboración y presiento que estamos en una etapa enriquecedora.
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