Los colegios vascos sufren un fin de año 'horribilis'
La subida de positivos entre los menores 12 años desde hace un mes deja «agotado» al personal de los centros educativos y a sus familias
El último mes para los centros escolares y sus familias está siendo «una auténtica locura». Desde finales de noviembre el número de positivos entre ... los alumnos menores de 12 años no ha parado de crecer. Y durante todo este periodo, y aún todavía, todo el entorno de ese escolar no tiene muy claro qué es lo que tiene que hacer, ante la demora en Osakidetza porque sus profesionales no dan abasto. Ayer había confinados más 6.900 alumnos a tenor del volumen de clases cerradas. Casi 7.000 familias con dudas sobre protocolos, confinamientos y conciliaciones que se trasladan directamente a los responsables escolares.
Los colegios cierran este primer trimestre «exhaustos», dice Lutxi Antero, directora de Jakintza Ikastola. En el inicio en septiembre, con la experiencia del curso anterior y sin ningún cambio en la normativa covid, la vida escolar se presumía más sosegada. «Hasta que ha llegado diciembre, y ha sido como una explosión entre los menores de 12 años», reconoce Antero, tras ver cómo en su ikastola han llegado a tener 9 de sus 26 clases cerradas, «más los casos sueltos de otras aulas».
A esta reorganización interna se le suma, desde hace unas semanas, la externa. Y es que ante la saturación de la red de rastreo, el departamento de Salud derivó a los colegios la responsabilidad de comunicar a los padres qué hacer. El problema es que estos no tenían respuesta a todas las «casuísticas que se plantean», explica Paki Sarabia, directora de Altza Herri Ikastetxea. «Ahora estamos algo mejor, pero hemos pasado tres semanas que no hemos parado, haciendo prácticamente de rastreadores nosotros mismos».
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En esa labor de intermediarios todas las dudas están llegando al mismo punto, al colegio. «Hemos echado de menos una información más clara desde Osakidetza», indica Antero. Porque, añade, «entendemos que los padres necesitan tener la información cuanto antes para organizarse en casa, pero Osakidetza está saturada». Así que han sido los equipos directivos y profesores los que han tirado este último mes de teléfono y correo electrónico para intentar «tranquilizar y aclarar las dudas que hemos podido».
El último protocolo a aplicar en las aulas es del 9 de diciembre, y llegó a los centros este pasado miércoles. En él, se indica que con un positivo en una clase de Primaria, todo el aula se va a casa a la espera del resultado del primer test de saliva. Pero la «inmediatez» para realizar esas pruebas que anunció el consejero de Educación, Jokin Bildarratz, no es tal. Lo que supone a las familias andar en la cuerda floja de la conciliación.
Por ejemplo, notificaciones de positivos en un aula y confinamientos un domingo. El SMS de Osakidetza no llega hasta el miércoles, el jueves se entregan las pruebas y no se tienen los resultado hasta el sábado. El resumen, seis días con un menor de 12 años en casa, sin saber si está o no contagiado, y al que no se puede dejar solo, por lo que los padres deben hacer malabares para arreglarse en sus trabajos, sin opción a cogerse baja. Estas demoras se suceden en multitud de contactos de alumnos que han dado positivo.
«Entendemos el cambio de criterio, era inviable que los rastreadores llegaran a todo pero se nos plantean problemas», expone Joseba Alkiza, del equipo de dirección de Santo Tomás Lizeoa. Como por ejemplo que, «nos enteramos antes del positivo por los grupos de whatsapp que por Osakidetza pero no podemos cerrar el aula hasta la confirmación oficial. ¿Tengo potestad para cerrar el aula? No. ¿Debería cerrarla? Sí. Surgen muchas dudas».
Notificar los resultados
Otra cuestión que los centros echan en falta es la notificación de los resultados. «Nosotros avisamos a las familias, pero nadie nos comunica los resultados oficialmente por lo que tenemos que ir familia a familia preguntando», añade Sarabia. «Y el no saber si los alumnos van a volver a clase o no, nos impide organizar bien otras actividades del centro como el comedor».
«Comunícate con todas las familias, atiende sus dudas, que surgen muchas porque en la información que nos mandan siempre hay un 'pero'», añade la directora de Altza Herri Ikastetxea. «Y tenemos nuestro trabajo, que nadie nos lo hace. Llegamos a Navidades agotados y temerosos de cómo será la vuelta si cogemos como referencia la situación del curso pasado», resume.
También para la directora de Orixe Ikastola, Amaia Martínez, este final del trimestre «se nos está haciendo cuesta arriba, tenemos ganas de descansar nosotros y los padres». Muchos de ellos esperan que con la vacunación a los pequeños la vuelta en enero sea mejor.
Más aulas cerradas
Por otra parte, la cifra de aulas cerradas en Euskadi volvió ayer a incrementarse: 277 clases en 145 centros escolares, lo que representa el 1,59% del total. Son 21 más que el miércoles cuando se clausuraron 256. Desde comienzos de diciembre el número de aulas confinadas no ha bajado de las 200. La cifra más alta se anotó a la vuelta del puente de la Inmaculada. El viernes 10 se notificaron 308 clases cerradas, el número más alto desde el inicio de la pandemia. Educación notifica desde el pasado 16 de noviembre el número de aulas cerradas, aquel martes de hace un mes fueron 37. Hoy esa cifra se multiplica por seis.
Las clases de Secundaria se libran gracias a la vacuna
La diferencia de incidencia entre las etapas de Infantil y Primaria con respecto a Secundaria y Bachiller ha sido notable en este primer trimestre de curso. «El cambio de escenario en estos tres meses con lo que sucedió en el curso 2020-21 es claro. Los casos entre los mayores de 12 años son contagios muy puntuales. El curso pasado era casi donde más se podían ver contagios», afirma Aitor Uriondo, director Axular Lizeoa. «Con la ventaja además de que si los contactos estrechos están vacunados y las pruebas les da negativo, no hace confinamientos. Prácticamente todos pueden volver a clase, porque significa que están inoculados».
La misma realidad existe en los centros en los que conviven diferentes etapas escolares. «Hemos tenido muy pocos casos y el entorno del positivo no se ha tenido que confinar, lo que nos dice que nuestros alumnos de ESO y Bachiller están vacunados. Es innegable que la inmunización ayuda a tener una vida más normal», apunta Naiara Cayetano, enfermera de Aldapeta Maria Ikastetxea. «Esperemos que la vacunación en Primaria ayude a tener una situación similar para estar todos más tranquilos», confía.
«Es un contraste muy grande», manifiesta Joseba Alkiza, miembro del equipo de dirección de Santo Tomas Lizeoa. «No podemos preguntar si están vacunados o no, pero cuando tenemos alguna incidencia la realidad nos muestra que lo están, porque apenas hay casos de confinamientos» en esas aulas.
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