300 menores enfermos de Gipuzkoa siguen el curso escolar desde el hospital o en casa
Educación y Osakidetza coordinan un servicio «voluntario» que atiende en la actualidad las necesidades educativas de unos 1.400 niños
Como derecho universal que es, no hay muro suficientemente alto que la educación no pueda superar. Ni siquiera el de un periodo de baja médica ... en casa u hospitalaria que, en el caso de los niños, suele interrumpir de golpe su ritmo escolar y afecta directamente a la dinámica adquirida por los menores tanto en clase como en el patio, en extraescolares, en el comedor... En Euskadi hay en estos momentos cerca de 1.400 menores de edad -290 en Gipuzkoa- que no pueden acudir a sus colegios por diversos motivos: lesiones óseas, enfermedades mentales, infecciosas, oncológicas o crónicas, por citar algunos ejemplos. Y aún y todo, «van a clase», cuenta a este periódico Virginia Azpiroz, coordinadora y profesora del ámbito hospitalario del Centro Territorial de Gipuzkoa de Atención Educativa Hospitalaria, Domiciliaria y Terapéutico Educativa. No es la clase a la que están acostumbrados, pero sí una «en la que les hacemos sentirse bien».
Con el principal propósito de que no pierdan esa rueda académica, el Departamento vasco de Educación y la dirección de estos centros territoriales impulsaron ya esta iniciativa que presta el servicio educativo a alumnos de entre 2 y 14 años -por lo general- que están de baja médica. «También hay clases para chavales de 15 y 16 años», matiza Azpiroz, «aunque no es lo habitual». La opción de acudir a clase es voluntaria, pero muchos de estos niños enfermos o lesionados van siempre que pueden «con una sonrisa de oreja a oreja, pese a que el primer día les cueste un poquito más».
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«Es una maravilla verles disfrutar con el taller de arte del Hospital»
Según datos de la consejería que encabeza Begoña Pedrosa, en estos momentos en Gipuzkoa hay un total de 290 menores que prosiguen con su escolarización fuera de sus centros educativos por motivos médicos. 164 de ellos están en el área pediátrica del Hospital Donostia, 16 en la Unidad de Psiquiatría Aguda y 14 están en el área Infanto-Juvenil. Después, en sus casas reciben clases 83 críos, y a Lasarte-Oria, donde se encuentra la sede del Centro Territorial de Gipuzkoa, acuden una decena de estudiantes con diversas patologías vinculadas a la salud mental. Con estos últimos están cuatro profesores que reciben también el apoyo de dos auxiliares educativos.
«En el Hospital Donostia estamos cuatro profesoras», cuenta Azpiroz. Las clases, que pueden ser de Matemáticas, Euskera, Lengua Castellana, Ciencias Sociales o Inglés, se adaptan al perfil de cada joven y se imparten de lunes a viernes, en horario partido. Empiezan a las 10.00 horas y terminan a las 15.00, habiendo un parón entre las 12.30 y las 13.30. «Hacemos incluso exámenes, siempre que el centro educativo del menor lo considere oportuno», remarca la coordinadora de San Sebastián, quien agrega que «después, la corrección ya es cosa de cada colegio».
«Gratitud hacia todos»
Leire y Joana, de Berastegi y de Hendaia, son dos madres que hasta hace unas semanas no se habían conocido. Los problemas de salud de sus hijas, Mara y Carla -ambas de 9 años-, les han hecho «percibir el hospital de otra manera. Ya no es ese lugar al que vienes con miedo o preocupación. Hemos descubierto que aquí las niñas también pueden aprender y divertirse mientras están ingresadas», cuentan con un punto de emoción «y gratitud».
«Mi hija ha aprendido mucho en el hospital y se lo ha pasado bien. Para mí, como madre, eso es muy grande»
Leire Izquierdo
Madre de Mara
Mientras Mara, que acaba de recibir el alta, juega con una ambulancia de juguete, su ama, Leire, cuenta que «la niña se ha entretenido mucho, tanto en las clases como en el taller de arte que les han organizado por la tarde. Se lo ha pasado muy bien. Es una suerte para las familias contar con este servicio, porque nos da algo de libertad para seguir con nuestro día a día». En la misma línea se expresa la amatxo irundarra -aunque residen en Hendaia-, quien recalca que «esto, para el estado anímico de la niña, ha sido muy importante. Lo ha pasado mal porque ha estado muchas semanas ingresada y el poder ir a clase y hacer manualidades y trabajos artísticos yo creo que le ha ayudado, incluso, a mejorar su salud general, no solo la mental». «Este servicio es aire puro para los críos», remata.
Los jóvenes pacientes no pierden la rueda académica ni tampoco el contacto con otros niños, «porque aprenden juntos. Aquí hacen amigos también», asegura Virginia Azpiroz. Además, de vez en cuando «también hacemos conexiones telemáticas con sus compañeros de clase o, incluso, videollamadas con la tutora del paciente». La ronda escolar empieza bien pronto, sobre las ocho de la mañana. «A nosotros no nos dicen las dolencias de los niños. De ellos solo sabemos su nombre y lo que han desayunado», explica Azpiroz, quien también coordina sus actividades con los profesores de los colegios de sus pacientes.
«Las clases y el taller de arte le han ayudado mucho a Carla para mejorar su estado anímico; lo ha pasado mal»
Joana González
Madre de Carla
Todos los niños, «sin excepción», tienen derecho a la educación. «Ese es nuestro lema, y por eso venimos aquí todos los días», destaca la coordinadora del Hospital Donostia. En un contexto diferente y algo más complicado, estas educadoras le dan «más importancia aún si cabe al aspecto emocional de nuestros alumnos. Nos preocupamos mucho por saber cómo están y cómo les podemos ayudar».
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