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Daniel conduce su autobús por las carreteras de Alemania. IG

Conductores de autobús vascos se van a Alemania: «Aquí el alquiler es de 550 euros y gano casi 3.000»

Daniel y Celia han emigrado desde Euskadi para vivir en un país «con la vivienda más barata» y «mejores ayudas por hijos»

J. F.

San Sebastián

Lunes, 13 de octubre 2025, 13:26

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Daniel y Celia, dos conductores de autobús vascos, han reescrito su futuro profesional y personal en Alemania. Ambos se vieron en la necesidad de dejar Euskadi debido a la falta de estabilidad laboral que vivían y la dificultad de afrontar los altos costos de vida, encontrando en el país germano salarios competitivos, vivienda asequible y un robusto sistema de ayudas sociales.

La decisión de migrar se basó principalmente en la mejora económica sustancial. Daniel, venezolano de nacimiento y licenciado en Administración de Empresas, había sacado los permisos de camión y autobús ante la lentitud en la homologación de su título. No obstante, en Euskadi solo le llamaban para cubrir bajas o durante el verano. Él mismo describe su experiencia con los permisos como una «oportunidad temporal que me abrió la puerta a mi siguiente capítulo».

Celia, natural de Gallarta y antigua autónoma que había afrontado pérdidas económicas, tampoco conseguía plazas fijas para conducir autobuses en Euskadi. Tras un intento fallido de regresar y trabajar en la línea Castro-Bilbao, donde el sueldo no le alcanzaba para mantener a sus hijos y pagar un alquiler, tomó la decisión de volver a Alemania, donde hoy se siente más segura y estable.

Como conductores de autobús en Alemania, el panorama salarial es significativamente mejor que en España. La media salarial oscila entre los 2.800 y 4.000 euros. Celia y Daniel indican que la media se sitúa en unos 2.900 euros, aunque esto depende de la clase fiscal y las horas extras trabajadas los fines de semana, según relataron a Radio Nervión.

El coste de la vivienda en Euskadi, clave

Para Celia, la dificultad para afrontar un alquiler en Euskadi fue el detonante de su marcha con sus dos hijos: «Yo me tuve que marchar con mis hijos porque me separé y me era imposible afrontar un alquiler». En contraste con el País Vasco, la vivienda en Alemania ofrece condiciones mucho más favorables. Celia relata que actualmente paga 880 euros por un piso luminoso con terraza, garaje y trastero grande, un coste que incluye gastos como luz, gas y agua. Según sus cálculos, en Bizkaia, ese mismo tipo de alquiler «rondaría los 1.000 euros sólo el alquiler, sin los extras».

Daniel, por su parte, paga 550 euros por un piso «pequeño y modesto» en un pueblo, lo que le permite vivir con su esposa y sus dos hijas. Sin embargo, especifica que las viviendas se entregan sin amueblar.

Pero más allá de los salarios, los beneficios sociales ofrecidos por el estado alemán proporcionan una estabilidad crucial para las familias migrantes. Celia destaca especialmente las ayudas por hijos: recibe 255 euros por hijo hasta que cumplen 25 años, una cantidad fija que no depende del nivel de ingresos y que puede gastar libremente.

Respecto a la educación, los estudios son gratuitos, y la universidad tiene un coste simbólico de 300 euros por semestre, lo cual incluye el transporte y acceso a actividades culturales.

El coste de la vida en Euskadi y en Alemania

En cuanto al coste de vida diario, los alimentos y la comida resultan más asequibles. Un menú puede costar unos 13,50 euros, dependiendo del tipo de comida y el lugar. Daniel lo ejemplifica con la imagen de una enorme taza de café por la que pagó solo 2,20 euros. Otro aspecto muy valorado es la sanidad, que describen como «genial». Explican que pueden elegir especialista y acudir a la ciudad que prefieran, con citas rápidas y pruebas que, en muchos casos, se realizan el mismo día.

Aunque Daniel reconoce que el idioma sigue siendo un reto y extraña el ambiente de los bares, los pintxos y seguir el fútbol con sus amigos, ambos afirman estar felices con la decisión tomada. Daniel sintió que al llegar, «la tranquilidad del lugar y la amabilidad de sus habitantes me hicieron sentirme bien». A pesar de los inviernos «duros y oscuros» mencionados por Celia, reconocen que no todo puede ser perfecto. Hoy, la pareja ha encontrado en Alemania la estabilidad y la tranquilidad económica que buscaban, un lugar en el que «no pasan apuros».

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