José Antonio Lozano

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José Antonio Lozano
¿Sería capaz de contar cuántas veces ha escuchado la palabra Inteligencia Artificial (IA) hoy? ¿O de contar las veces que la utiliza desde que ... se levanta? «Está hasta en la sopa», responde José Antonio Lozano, Catedrático de Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial en la Universidad del País Vasco, profesor de la Facultad de Informática y director del Basque Center for Advances Mathematics (BCAM), galardonado con el Premio Euskadi de la Investigación 2024, otorgado por el Gobierno Vasco.
– Estará cansado de hablar de la Inteligencia Artificial y de ChatGPT...
– ¡Imagínese! En los últimos diez o siete años, esto ha sido horrible. Nosotros vivíamos tranquilos haciendo investigación en Inteligencia Artificial; ahora hay IA hasta en la sopa y 'todos son expertos'. Levantas una piedra y tienes diez expertos en Inteligencia Artificial.
– ¿En qué elementos de nuestro día a día podemos encontrarla sin darnos cuenta?
– Es que la IA nos rodea. Lo primero, en el teléfono. Desde que nos levantamos por las mañanas: el sistema que hace el reconocimiento de cara del teléfono es un sistema basado en Inteligencia Artificial, aunque es una muy básica.
– ¿Algún otro ejemplo?
– Realmente, todo lo que hacemos en internet. Los sistemas de recomendación de música, de compra o los anuncios tienen detrás un sistema de IA. Tienen tu información y tratan de predecir qué es lo que te interesa para que compres o sigas consumiendo.
– Es imposible escapar de ella.
– Sí. De hecho, uno de los aspectos avanzados de la IA es lo que se llama 'unlearning' o desaprendizaje, que es que el sistema olvide cierta información. Cuando una persona fallece, por ejemplo, toda su huella digital queda ahí. Y no es sencillo hacer que esta huella digital desaparezca ni que los sistemas basados en Inteligencia Artificial la olviden.
– Un juicio celebrado recientemente en Estados Unidos por asesinato permitió que declarara el fallecido, replicado con IA. ¿Hemos llegado demasiado lejos?
– Podemos ver y usar la IA de muchas maneras. Yo la veo como una ciencia. Obviamente tiene un componente tecnológico muy importante, y como cualquier otra tecnología, se puede utilizar con diferentes objetivos. Hay algunos que son muy positivos, pero otros no lo son tanto, como con la energía nuclear. La puedes usar para construir una bomba, pero la puedes dar usos realmente positivos.
– ¿Hay que temer esta bomba nuclear que puede ser la IA?
– Yo creo que no hay que tener miedo, pero hay que tener respeto y ser conscientes de que tiene unos peligros, pero como cualquier otra tecnología. Pero es verdad que es esta es una muy potente.
– Como dice, se le puede dar muchos usos positivos. Usted la ha utilizado para predecir la viabilidad de los ovocitos en la reproducción asistida, por ejemplo.
– Esto fue hace unos diez años. En aquel entonces, la legislación solo permitía transferir hasta tres ovocitos a una mujer, y era muy complicado adivinar cuál de los tres iba a producir un embarazo. Lo que hicimos fue un sistema que de forma automática predecía la bondad de un ovocito.
– También ha trabajado en la mutación genética.
– Fue una colaboración con la Universidad de Los Ángeles (UCLA) y el objetivo era tratar de predecir qué mutaciones estaban asociadas con cierta enfermedad. Desarrollábamos unos métodos computacionales específicos para, sin necesidad de obtener todas las mutaciones de una persona, predecir que había ciertas mutaciones en esa persona que podían estar relacionadas con alguna enfermedad.
– La IA es mucho más que Chat GPT.
– Es transversal. Los ámbitos en los que se puede utilizar esta tecnología son inmensos.
– Su aplicación, además, puede tener un gran impacto, por ejemplo, con el uso que se le dio en la pandemia. ¿Cómo fue?
– Sí, nos tocó fuerte. Asesoramos al Gobierno Vasco mandando informes detallados con predicciones precisas sobre hospitalizaciones, ingresos en UCI y muertes.
– ¿Y acertaban?
– A corto plazo, sí. Pero otra cosa es preguntar '¿de aquí a un mes qué va a pasar? A una semana, semana y media e incluso dos, puedes acertar. Más allá, es muy difícil.
– ¿Podría explicar de forma sencilla cómo funcionan estas predicciones?
– Lo que se hace es utilizar datos y crear modelos matemáticos con esos datos para tratar de predecir qué es lo que va a pasar en el futuro, viendo lo que hay en el pasado, asumiendo y haciendo diferentes suposiciones. Es difícil de explicar sin entrar en tecnicismos...
– ¿Y el concepto 'machine learning' es igual de complejo?
– Al contrario, es súper sencillo. El aprendizaje automático consiste en crear bolas de cristal llenas de datos. Por ejemplo, cuando una persona va a urgencias es difícil determinar cuándo tiene apendicitis o no, porque sus síntomas se pueden confundir con otros. Entonces, se recogen muchos datos de personas, unos tenían apendicitis, otros no... y los metes en la bola de cristal, que es el algoritmo. Así, cuando viene una nueva persona a urgencias, se meten sus datos y la bola de cristal sabe decir si la persona tiene apendicitis, o no. El objetivo del 'machine learning' es crear máquinas que predigan a partir de datos y es el componente básico y más importante de la IA.
– Hablemos de Estados Unidos y de Donald Trump. El presidente es fan de la IA, como deja ver en redes sociales.
– Es fan de la Inteligencia Artificial pero no de la investigación. Entonces, no se sabe qué pretende hacer. El 95% de la investigación en la mayoría de las áreas de la ciencia se hace en la universidad y en centros docentes. En el área de la Inteligencia Artificial, mucha investigación la hacen grandes compañías como Google, Amazon, Microsoft... Esto, a mi parecer, es un riesgo muy grande.
– ¿Qué supone esto para la investigación o para los científicos de allí?
– Primero, una competencia brutal. Porque una empresa privada no funciona con las reglas de una entidad pública. Los salarios, las contrataciones, los recursos... es difícil compararse con un centro de este tipo. Y por otro lado, pones mucho poder en manos privadas. A nivel geopolítico es una cuestión preocupante. Los compañeros que están en la academia dicen que la situación está muy complicada y hay gente planteándose ir a otros sitios o saltar a la empresa privada, por ejemplo.
– Europa se ha lanzado a captar a todos esos investigadores.
– Por supuesto. Es preocupante, porque de alguna forma el motor de la ciencia durante muchos años ha sido Estados Unidos. Pero, por otro lado, hay que verlo como una oportunidad de acercar investigadores que de otra manera no vendrían a Europa.
– ¿Cómo se posiciona Euskadi?
– Preparada para atraer buenos investigadores y en diferentes ámbitos más allá de la IA.
– ¿Qué gana y qué pierde el científico con esta tecnología?
– Desde mi punto de vista solo gana. Los avances que se pueden dar por la incorporación de la IA en otros campos de la ciencia son enormes. Yo creo que se les abre un mundo a los científicos.
– ¿La sociedad está preparada? Hay personas hablando con chats y enamorándose, como Joaquin Phoenix en 'Her'.
– A veces la ficción se hace realidad, sí.
– Eso demuestra el poder de la IA, que puede generar estos sentimientos aun sabiendo que no hay un humano al otro lado.
– De alguna manera, ese poder se lo otorga cada uno. Los aspectos negativos o alarmistas son siempre los más espectaculares y dejamos de lado los aspectos positivos. Imagine lo que una conexión de ese estilo, siempre teniendo en cuenta con qué estamos hablando, puede suponer para una persona mayor o alguien en soledad no deseada. Creo que hay que destacar más lo positivo.
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– ¿Se podría decir que antes el objetivo de la IA era apoyar a los humanos, y que ahora cada vez más, busca reemplazarnos?
– No, al menos no en los que nos dedicamos a la investigación en este ámbito. Es una herramienta que nos puede ayudar a hacer muchísimos trabajos. Y no digo que no vaya a terminar con algunos, pero al mismo tiempo, va a crear otros trabajos nuevos. Lo mismo pasó con los ordenadores, ¿no? La IA tiene que estar al servicio de la humanidad y tiene que hacer que la humanidad sea mejor. Eso es lo que en el fondo buscamos.
– Hay muchas personas que dependen de Chat GPT para trabajar, tomar decisiones...
– Hay que verlo como una herramienta. Otra cosa es que se utilice para hacer tareas que debería hacer cada uno. Pero a mí, como herramienta, me parece muy útil. Los 'large language models' como Chat GPT son súper útiles en el día a día. Tu productividad aumenta, pero como todas las cosas, hay que utilizarlas con precaución. Y no hay que creerse lo que te dicen. Siempre hay que comprobarlo dos veces; fallan más que una escopeta de feria.
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