Ollagorra disfruta de su nueva sede
La sociedad podría volver a su antiguo local tras las obras pero valoran la comodidad actual | El edificio que les acogía en la Subida al Castillo fue precintado en 2017 y hasta el traslado han vivido de prestado en otras sociedades
. Los problemas de la sociedad Ollagorra en su sede de la Subida al Castillo venían de atrás al tratarse de un viejo edificio, pero ... la situación se complicó en enero de 2017, cuando el inmueble apareció dañado de forma peligrosa y llegó el precinto municipal. «Dos semanas antes de la fiesta de San Sebastián empezamos a notar cosas raras», explica Jakoba Urteaga, presidente de la sociedad. «Hacía mucho tiempo que necesitábamos hacer obras en el local, y desde la propiedad se nos decía que se iban a hacer. El edificio es de una familia que vive en Madrid. Éramos inquilinos. La dueña de la casa llegó a los 106 años, los mismos que la sociedad. Les comunicó a sus hijos que su deseo era que Ollagorra se mantuviera en ese edificio. La señora nos tenía mucho cariño. Los socios mayores la conocían».
Llevaban años pendientes de las obras. «Pensábamos mantenernos allí mientras se hicieran, salvo el mes de febrero, que nos tendríamos que ir fuera. Ese mes había que salir porque era necesario renovar los anclajes del inmueble. Llegó enero y avisamos que después de la fiesta se cerraría el local. El 21 algunos comimos aquí y fue la última comida que hicimos. El lunes siguiente iban a empezar las obras pero cuando vino el arquitecto a mirar, subieron arriba del edificio y vieron que de la pared a la viga entraba el puño. El edificio no estaba ni sujeto». Ellos eran los únicos ocupantes tras el abandono del local 'okupado' que se bautizó como Uxotegi.
En las fechas previas al cierre de local se registraron temporales y mucho viento. «También notábamos la repercusión de las obras del hotel que se habilitaba al lado. Al final, se descubrió que el edificio no ofrecía seguridad y fuimos desalojados . El Ayuntamiento cerró la casa a cal y canto con todas nuestras pertenencias dentro. Así empezó nuestra odisea».
Un viaje que ha terminado con la inauguración de la nueva sede de Ollagorra en la calle General Echagüe, 6, el pasado fin de semana. La nueva sede tiene dos plantas. En la planta de calle está el acceso y un pequeño comedor para unas 20 personas, en unos 40 metros cuadrados. En la planta sótano, comedor para 90 personas, una amplia cocina, almacén y servicios, en 180 metros cuadrados. Tienen escaleras y ascensor para unir ambas plantas.
Respecto a la sede anterior, actualmente, siete octavas partes del edificio pertenecen al colindante hotel SanseBay y la octava restante, a un hijo de la que fuera dueña. «Dice que está dispuesto a cumplir el mandato de su madre y que Ollagorra tiene que volver», comenta el presidente.
¿Volverán? «En el edificio de la Subida al Castillo tenemos el tema de las Murallas de la ciudad. Según lo que se encuentre durante las obras, quizás algo habría que preservar. Y está el tema de la adaptación de los baños a personas minusválidas que hay que realizar y que también achicaría el espacio. También hay que poner ascensor».
Con las obras necesarias calculan que en la sede de la Subida al Castillo tendrían una capacidad para unos 50 socios. Antes del cierre entraban «muy apretados» unos 100 socios.
En la actualidad son 250 socios. «En pocas sociedades de San Sebastián entran todos los socios», aclara el presidente.
Sorozábal fue socio
Ollagorra cuenta con el honor de que el maestro Pablo Sorozábal fue socio de la entidad. «Con el traslado encontramos unas partituras del maestro protegidas de la humedad, que seguimos guardando», dice.
Durante estos dos años les han acogido en otras sociedades. «Se ofrecieron Gaztelubide y la Unión Artesana, Itxasburu de Gros, todas de la Parte Vieja...».
Al final tiraron de las más cercanas: Euskal Billera, Aitzaki, Aizepe o Zubi Gain. «De esas tenía yo la llave», recuerda el presidente.
Como sociedad o 'peña de cazadores' nacieron en 1906, con Alberto Machinbarrena como primer presidente. De la afición a la caza llegó su nombre, Ollagorra, 'becada', en castellano, un ave que en la sociedad se guarda disecada en varias vitrinas.
También es una sociedad famosa por su apoyo al remo. Un socio de Ollagorra, Juantxo Aguinaga, fue patrón de la trainera La Donostiarra. «Todos los años hacemos un memorial en su nombre y damos un premio a la primera trainera de chicos y de chicas. Tenemos una relación directa con el remo y somos colaboradores de La Donostiarra».
Las mujeres entran a cenar pero no pueden ser socias. «Que entren las mujeres por la noche ha sido un gran cambio y una pelea importante por aquello de la tradición», dice el presidente. «En la asamblea en que se decidió, el 98% de los socios decidió que ellas podrían entrar a disfrutar de la sociedad cuando quisieran». En cuanto a lo de ser socias, de momento no tienen presiones entre las mujeres vinculadas a la entidad. «Por lo que dicen, están a gusto viniendo cuando quieren y disfrutando de las cenas sin tener que cocinar».
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