Las grandes praderas de los parques históricos se preparan para el verano

Para mantener el césped sano y vigoroso, es necesario acometer una serie de cuidados que se dividen en cuatro fases: escarificado, pinchado, resiembra y abonado. Según detalla el concejal de Mantenimiento y Servicios Urbanos, Carlos García, el primer paso es escarificar el césped, es decir, retirar el fieltro, musgo, restos de siegas anteriores, paja y otras acumulaciones que se forman en la capa superficial del suelo y entre las hojas. El delegado del PSE explica que estos residuos pueden obstruir la luz solar y el flujo de aire y su eliminación permite que la hierba reciba nutrientes y oxígeno para prosperar, además de prevenir enfermedades y plagas.

Después se procede al pinchado, también conocido como aireación, que consiste en hacer pequeños agujeros en la tierra para mejorar la circulación del aire, el drenaje del agua y el crecimiento de las raíces. Esta técnica alivia la compactación de la pradera causada por los rigores del invierno, el tránsito peatonal, el riego y otros factores.

El tercer paso, la resiembra, contribuye a restaurar la densidad y la salud general de la hierba. Al llenar los espacios vacíos con nuevas plantas de césped, se promueve una cobertura más uniforme y resistente, lo que mejora la capacidad de la pradera para competir con las malas hierbas y resistir el estrés ambiental. Por último, con el abonado del terreno se atiende la mayor demanda de nutrientes por parte de las plantas en este periodo de crecimiento activo.

El servicio de Parques y Jardines abordará estas labores de forma gradual y durante el proceso será necesario cerrar las parcelas afectadas. La operación durará varias semanas y su inicio se supedita a que la tierra tenga tempero, término que hace referencia al nivel de humedad y soltura óptimos para la siembra.