Condenado a 11 años y 5 meses de cárcel el tatuador donostiarra que abusó de clientas
Jack Estrada tendrá que indemnizar a diez víctimas con 26.820 euros y tras cumplir la pena de cárcel estará otros cinco años en libertad vigilada
Jack Estrada, el tatuador de Donostia acusado de abusar sexualmente de varias clientas en su establecimiento, ha sido condenado a once años y cinco ... meses de prisión. El juez le considera culpable de tres delitos de agresión sexual, seis de abusos sexuales, uno de acoso sexual y otro de coacciones cometidos sobre diez mujeres. Asimismo le condena a indemnizar a las perjudicadas con 26.820 euros, y tras cumplir la pena de prisión deberá permanecer otros cinco años en libertad vigilada. Por otro lado le absuelve de uno de los delitos de abusos, otro de hostigamiento, otro de coacciones y de otro contra la intimidad y la propia imagen. La Fiscalía llegó a pedir para el acusado penas que llegaban casi a los 30 años de prisión. Estrada se encontraba en libertad provisional desde el pasado 21 de octubre, día en el que tuvo lugar la última sesión del juicio, en el Juzgado de lo Penal Número 2 de Donostia.
La sentencia se pronuncia por los casos de diez chicas, que sufrieron algún tipo de delito contra la libertad sexual por el acusado. Los hechos tuvieron lugar entre 2014 y 2018 en el domicilio en el que vivía el hombre, en Pasaia, y en su estudio de tatuaje situado en la calle Aldamar de Donostia. Fue la denuncia a través de las redes sociales de una clienta, que aseguró haber sufrido abusos por parte de su tatuador, la que dio pie a que aparecieran más denuncias, hasta un total de catorce. Estos hechos ocurrieron el 30 de enero de 2018. La joven acudió al estudio de Estrada para hacerse un tatuaje en el codo, y la sentencia concluye que en un momento dado el acusado «le tocó el culo». Después, le pidió a la joven que se desabrochase el pantalón para poder ver mejor un tatuaje que tenía en el ombligo, «y le metió la mano por debajo del pantalón tocándole las caderas». Asimismo, pidió a la chica que se tumbara para realizarle el tatuaje, algo que le extrañó ya que era en el codo. Aprovechando que el brazo le colgaba, se acercó a ella mientras le tatuaba «de tal forma que el brazo quedaba en permanente contacto con el pene» del acusado.
La chica escribió esa noche en sus redes el siguiente mensaje: «Acabo de llegar a casa tras venir llorando en el tren porque hoy he sido acosada sexualmente por mi tatuador». La joven narró lo ocurrido y el texto se hizo viral. Al poco tiempo más mujeres denunciaron haber sufrido situaciones similares cuando estaban siendo tatuadas por Estrada. El juez Santiago Romero, titular del Juzgado de lo Penal Número 2, le condena por este delito de abuso sexual a un año y cuatro meses de cárcel, además de establecer, como en el resto de los casos, medidas de alejamiento y la prohibición de comunicación.
Delitos desde 2014
La sentencia detalla que Jack Estrada, de nacionalidad venezolana y 47 años, llegó a Gipuzkoa en enero de 2013 y se instaló en Pasaia junto a su mujer y la hija de esta, en una vivienda en la que también vivía la pareja de un amigo suyo. Fue en esa casa donde empezó a realizar sus primeros tatuajes en España. El primer caso conocido sucedió en verano de 2014. La novia de su amigo, que también le acusó en el juicio, empezó a recibir mensajes subidos de tono como que «había soñado con ella, que se había levantado muy cachondo y que un día lo hizo con su mujer pensando en ella». Un día estaba con ella en la cocina cuando «se bajó los pantalones y los calzoncillos y la acorraló contra la encimera de la cocina». El juez le condena a un año y tres meses de prisión por un delito de agresión sexual, si bien le absuelve del de hostigamiento.
También se le sentencia a dos años de prisión por agresión sexual por unos hechos ocurridos en febrero de 2016. Una mujer acudió a su estudio para concertar tres sesiones de tatuaje. En la última, Estrada agarró a la mujer «y la puso contra la pared frotando su cuerpo contra el suyo al tiempo que le tocó con una mano uno de sus pechos». Asimismo, el juez considera probado que el tatuador agarró la mano de la chica «llevándosela a su pene, sacándoselo de los calzoncillos».
El caso con mayor carga penal ocurrió en verano de 2016, mientras el acusado tatuaba a una mujer en el brazo. El texto detalla que Estrada «de forma sorpresiva se sacó el pene erecto y cogiendo la mano de la chica se la llevó a su miembro al tiempo que le decía que ya no podía más». A continuación «se abalanzó sobre ella» y trató de besarla, aunque ella se zafó, momento en el que él se bajó los pantalones y comenzó a masturbarse. La joven se fue con el tatuaje sin terminar y tuvo que acudir al médico para curarse el brazo, además de recibir tratamiento por «ansiedad, debido a la impresión que le generaba cada vez que veía el tatuaje». La acusación particular y la Fiscalía solicitaron cinco años de prisión por estos hechos, si bien ha sido condenado a tres años de cárcel por un delito de agresión sexual.
Su estudio fue escenario de la mayoría de los abusos cometidos. El juez le condena a un año y tres meses de prisión por un caso ocurrido a comienzos del 2017, mientras tatuaba a una joven. Estrada comenzó a lanzarle piropos, diciéndole «me quiero acostar contigo, quiero regularizar mi situación en España, ese cuerpo lo quiero, quiero dormir contigo, mira que cadera, que pecho, etc». Además, sin necesidad de hacerlo pata tatuarle, «le tocó los glúteos» y le subió la camiseta hasta que se le vio el pecho, al tiempo que el acusado le hacía fotografías y le tocaba uno de sus pechos, alegando que lo hacía «para comprobar si eran de verdad».
Mismo modus operandi
Su estela de delitos continuó durante 2017. Una mujer que conoció durante uno de los cursos de formación que impartía también denunció haber sufrido abusos por parte de Jack Estrada. Este le hizo propuestas sexuales «de forma frecuente», a las que ella se negaba. Un día, volviendo a casa en coche, el acusado cogió la mano de la chica «y se la llevó a su pene». En otra ocasión, en su estudio y estando los dos solos, «se bajó los pantalones exhibiendo su pene», y le admitió que no quería cobrarle por las clases de tatuaje, «sino que quería acostarse con ella». El juez entiende que estos hechos son constitutivos de un delito de un año y tres meses de prisión por abusos sexuales y cuatro meses de cárcel más por acoso sexual.
En 2018 otra mujer fue víctima de su modus operandi. Mientras le tatuaba Estrada le empezó a relatar que su mujer «no le satisfacía» y le dijo que «le encanta y que le ponía mucho, llegando a pedirle que le enseñara sus pechos». Además, mientras estaba en la camilla, cogió su mano y diciéndole que estaba «muy cachondo y que la tenía dura» le hizo tocar su pene y le intentó dar un beso en la boca. Por estos hechos se le impone una pena de un año de prisión por abuso sexual.
Por otro lado ha sido condenado por sendos delitos de abuso sexual penados con una multa de 4.800 euros cada uno por tratar de besar a dos clientas mientras les realizaba un tatuaje.
También le condenan por un delito de coacciones leves a una multa de 720 euros por su actitud con una alumna de uno de los cursos que impartía en una escuela de tatuajes situada en el barrio de Gros. El acusado le llamó al móvil y le dijo «que le deseaba y que quería sentir su piel contra la suya» y además le propuso hacerle descuentos en tatuajes a cambio de fotografiarla desnuda. La mujer ha sufrido «trastornos del sueño y pérdida de apetito».
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