«Cuando me estaba tatuando, cogió mi mano y la puso sobre su pene»
Diez mujeres ratifican en el juicio haber sido víctimas de agresiones o abusos sexuales por parte del acusado, para el que el fiscal pide veinte años
javier peñalba
Miércoles, 11 de septiembre 2019, 16:37
Las declaraciones se prolongaron durante cuatro horas. Emoción, impotencia, indignación, dolor, rabia..., fueron algunos de los sentimientos que transmitieron este miércoles diez de las víctimas ... de Jack Estrada, el tatuador venezolano afincado en Donostia que se halla inmerso en un proceso judicial por la presunta comisión de diversos delitos de carácter sexual sobre clientas suyas. El encausado escuchó los testimonios de todas ellas sentado en el estrado, al lado de la letrada que se le presenta y detrás de un biombo para evitar cualquier contacto visual con las víctimas.
Jack Estrada no fue el primero en declarar, pese a que lo habitual es que los encausados abran el turno de interrogatorios. El magistrado Santiago Romero, titular del Juzgado de lo Penal 2 de San Sebastián, accedió a la demanda de la defensa que pidió invertir este orden. Sucedió lo mismo en el juicio a los cinco miembros de 'La Manada' en el proceso celebrado en Pamplona por la violación a la joven
El investigado, por tanto, responderá este jueves a las catorce imputaciones, cuatro de ellas por agresión sexual que penden sobre su cabeza. La Fiscalía de Gipuzkoa, representado por David Mayor, solicita penas que suman más de veinte años de prisión, en tanto que las dos acusaciones particulares en nombre de otras tantas mujeres reclaman cada una cinco años de cárcel. La defensa, por su parte, pide la absolución.
Los hechos que son objeto de este proceso se dieron a conocer en febrero de 2018, después de que una de las víctimas relatase su experiencia en las redes sociales. La chica colgó en la redes sociales un texto en el que dijo: «hoy he sido acosada sexualmente por mi tatuador». Desveló que «desde el minuto uno» tuvo que escuchar por boca del mismo individuo comentarios de índole sexual y, además, indicó que le había «agarrado del culo» y que le sujetó de la «cadera desnuda». La mujer afirmó de igual manera que el encausado le hizo desabrocharse el botón del pantalón cuando lo que en realidad «me iba a hacer es un tatuaje pequeño en el brazo».
La difusión de este mensaje encontró un amplio eco en las diferentes aplicaciones en las redes sociales. Al inicial comentario le siguieron otros muchos de personas que se identificaron como víctimas del tatuador o conocían a otras que lo habían sido. Ello llevó a la Guardia Municipal de San Sebastián a iniciar de oficio una investigación, aun cuando no se había formalizado denuncia alguna en las dependencias del citado cuerpo.
«Me quede bloqueada»
La joven que precisamente desencadenó aquella reacción que finalizó con el arresto y posterior ingreso en prisión del investigado fue este miércoles la primera en declarar. La joven recordó que el día de los hechos, en enero de 2018, fue a que le realizase un tatuaje en el brazo derecho. «Cuando empezó a afeitarme el brazo ya comenzó a decirme que si tenía una piel muy blanca y al verme el ombligo dijo que me soltara el botón del pantalón y me metió la mano por dentro», detalló la mujer, que asimismo manifestó que el acusado llegó a tocarle el culo y que, ademas, «me agarró por la cadera y me acercó hacia él».
La víctima recordó igualmente que mientras permanecía tumbada boca abajo en la camilla del estudio, el acusado le pidió que dejara suspendida su mano, circunstancia el tatuador «aprovechó para acercar su pene a mi mano».
La denunciante explicó que el comportamiento del acusado le dejó «bloqueada, paralizada. Me sentí intimidad. No dejaba de temblar. Lo único que deseaba era salir de allí cuanto antes. Cuando terminó, fui a pagar y les dije a mi amigas que me estaban esperando: 'por favor, vámonos de aquí'. Una de ellas me respondió: '¿Se ha pasado no?'».
El acusado pidió al juez declarar después de oír las manifestaciones de las denunciantes
La joven afirmó que aquel episodio le produjo gran estado de ansiedad que estalló cuando rompió a llorar en el tren que aquella misma tarde le trasladaba a su casa.
Afirmó que tras la denuncia que cursó a través de las redes sociales, el acusado colgó imágenes suyas en Instagram obtenidas de las cámaras de seguridad del local y le acusó de haber faltado a la verdad. La chica explicó que tras los hechos descritos, «no podía ni ver el tatuaje que me había hecho. Cada vez que lo hacía me sentía fatal y fui a quitármelo».
En recuerdo de su hijo
Otra de las víctimas describió una situación parecida. «Fui a que me hiciera un tatuaje por el nacimiento de mi hijo. Y después de lo que viví, cada vez que lo miraba me venía el recuerdo del pene del acusado en lugar de la imagen de mi niño», relató.
«Dijo que lo que mejor sabía hacer era tatuar y follar»
No todas las víctimas del tatuador describieron haber sido objeto de presuntas agresiones sexuales. Otras relataron episodios de acoso. Fue el caso de una alumna de un centro de enseñanza de tatuaje donostiarra que tuvo de soportar insinuaciones de todo tipo por parte del investigado. «Entre otras muchas cosas, me gustaría tatuarte», escuchó la víctima por boca de Jack Estrada. «Además, me llamaba por teléfono y me piropeaba. Al principio, pensé que era para animarme porque en aquellas fechas yo atravesaba una difícil situación. Pero vi que insistía y no sabía cómo pararlo. Él se presentaba como un profesor de prestigio. ¿Quién me iba a creer lo que estaba sucediendo», dijo la testigo, quien desveló que aquella situación llegó a provocarle vómitos e incluso problemas intestinales. Otras denunciantes afirmaron que el acusado llegó a realizarles proposiciones de índole sexuales a cambio de no cobrarles los tatuajes y que también les transmitió su queja porque apenas mantenía relaciones con su mujer. «Me dijo que lo que mejor sabía hacer era tatuar y follar», afirmó una de ellas. Otra aseguró que tras terminar de tatuarle, al descender de la camilla tuvo que separar sus pies. «Qué ganas tenía de abrirte las piernas», le espetó.
Esta testigo manifestó que en la última de las cuatro visitas que realizó al acusado, «mientras estaba yo tumbada en la camilla, me dijo que estaba excitando. Cogió mi mano y la puso sobre su pene. Le dije que qué estaba haciendo. Luego se abalanzó sobre mí e intentó besarme. A continuación, se bajó los pantalones y empezó a masturbarse. Fue algo muy desagradable».
En la cocina
Un episodio similar fue relatado por otra chica que convivió unos meses en el mismo domicilio que el acusado, su mujer y la hija de ésta. «Entonces yo vivía con mi pareja. Una mañana, estando en la cocina, llegó Jack. Se bajó los pantalones y los calzoncillos y se abalanzó sobre mí. Le empecé a gritar y justo entonces salió su mujer de la habitación y no continuó», manifestó la chica, quien también desveló que el acusado llegó a insinuarse sexualmente. «Me decía que había soñado conmigo pero que al despertarse como a quien tenía a su lado en la cama era su mujer, lo hacía con ella pero pensando en mí. Después de todo aquello, mi novio le dijo que se fuera de casa», afirmó.
Otra de las denunciantes también relató al tribunal un episodio parecido. «El último día que fui a donde él, después de haberme tatuado, dijo que me iba a hacer unas fotografías. Me puso junto a la pared pero en lugar de fotos lo que hizo fue coger mi mano e introducirla en su pantalón, mientras que la otra mano la metía bajo mi camiseta», explicó. También contó que dos días antes el acusado le había enviado un vídeo en el que se veía a su mujer mientras le realizaba una felación.
Ninguna de las testigos citadas este miércoles incurrieron en contradicciones a la hora de relatar sus experiencias. Con mayor o menor carga de emoción, rabia o nerviosismo respondieron a todas las preguntas que les fueron formuladas. Algunas de las, declarantes llegaron a calificar al acusado de «baboso».
La vista continuará este jueves con las declaraciones de más testigos, entre ellas dos denunciantes que este miércoles no pudieron comparecer. No obstante, el interés estará centrado en conocer la versión de los hechos que pueda ofrecer el acusado. Se espera que el juicio quede visto para sentencia.
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