«Vamos a ganar, ¿a qué venimos si no?»

De los primeros en llegar fueron la familia Loidi-Etxabe, que recalan en tren desde Londres acompañados por sus cuatro hijos, Xabat, Amets, Aratz y Kepa. Les siguen de cerca sus amigos Luis y Gurutze 'Aldape'. Todos ellos son vecinos de Orio. «¿Imanol va a renovar? En el pueblo no se habla de otra cosa», preguntan, mientras los cuatro pequeños entonan las primeras canciones. Kepa, el más pequeño, preguntado por si está nervioso contesta que «yes», involucrado ya en la cultura inglesa aunque luego dice convencido que «la Real va a ganar 0-4 porque dentro de poco hago cuatro años». Los hermanos más mayores, que conocen la dificultad, se conforman con ganar «0-1 y de penalti, como en 2022 con el gol de Brais».

«Hiru garagardo, faborez», pide en el pub Sinclairs Oyster Bar una cuadrilla de amigos que viene desde Ataun. «Si aquí ya nos tienen que conocer. Más que nervios lo que tenemos es ganas porque es una cita histórica. Venimos con la esperanza de poder pasar la eliminatoria. Nos despertamos el miércoles a las cuatro de la mañana para coger un vuelo en Bilbao a las siete. De ahí, escala en Barcelona, donde hemos cogido otro avión directos a Mánchester», relata Endika con una pinta en la mano.

En otra mesa más allá debaten sobre la alineación Imanol, Ander y otros dos amigos que vienen a animar desde Aizarnazabal. Están enterados de que Sucic es baja por lesión y tratan de encontrarle el mejor sustituto al croata. A Imanol le gusta el riesgo porque pronostica «un empate, prórroga y luego les eliminamos en los penaltis. Lo hacemos así para darle más emoción».

El empate de la ida y la última ocasión de Óskarsson invitan a soñar en grande. El equipo necesitará el aliento de su gente. Este miércoles en Shambles Square sobresalió Iñaki Baxe, otro vecino de Orio y conocido de Imanol que hizo de dinamizador en cada pub al que entraba. «Vamos a ganar, ¿a qué venimos si no?», arenga confiado. No es su primer viaje europeo esta temporada. Es más, tan solo se perdió el desplazamiento a Belgrado. «Este año he estado en Niza, Pilsen, Roma, Herning y ahora en Mánchester. Vengo solo, pero tengo tantos conocidos que luego siempre me junto con cuadrillas», ríe antes de gritar el ya clásico «Erreala ale».

La Real tiene adeptos en todos los rincones y como siempre un nutrido grupo de Bizkaia Txuri Urdin hace acto de presencia en Mánchester. Nacho, de Bilbao, Chechu, de Colindres (Cantabria), esperan a los que recalan este jueves en la ciudad. Les acompañan Natxo e Itsaso, padre e hija de Pasai Antxo. Otra vez en Europa van a ver a la Real.