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Donde Zamora consiguió el tanto más importante de la historia de la Real, el Sanse salió ayer a flote. Los potrillos dieron una exhibición de fútbol y vencieron al Sporting gracias al tanto de un Olasagasti al que no le tembló el pulso. «Es algo increíble», declaró el donostiarra, satisfecho, tras vencer cuando el Sanse tenía hasta nueve bajas importantes. Xabi Alonso dio con la tecla pese a los cambios.
No le quedó más remedio. Introdujo ocho caras nuevas respecto a la derrota ante el Ibiza y pasó a un esquema de tres centrales que desconcertó al Sporting. Navarro y Roberto López fueron indetectables por dentro mientras que Alkain y Martin pusieron el veneno por fuera. Los primeros veinte minutos fueron un paseo del filial, que mereció ir ganando y por más de un gol.
La primera la tuvo Luca Sangalli, al igual que en La Rosaleda, de cabeza. Aquella terminó en el fondo de la red; ayer se marchó por un metro. Centró desde lejos Roberto López y el donostiarra, absolutamente solo, se lanzó en plancha para rematar de cabeza fuera. Era el minuto ocho, pero en el diez y en el doce también inquietó el Sanse. Un buen centro de Ander Martin no lo pudo convertir en asistencia Martón mientras que un disparo de Alkain fue repelido por Valiente cuando el chut se colaba. Pero la mejor jugada del partido llegaría en el minuto 17. Una combinación de videojuego. Recibió Navarro en banda izquierda, condujo, dejó sentado a un rival y abrió a la derecha, donde recogió el cuero Alkain. El hondarribiarra encaró y buscó por dentro a Roberto López, que dejó pasar el balón para que llegara a Martón, que con un taconazo dejó a Navarro delante de Mariño. Mereció el gol en Sanse, pero el meta se hizo grande para detener el disparo del catalán, que terminó impactando en el larguero. La falta de pegada pudo haber condenando al filial. Ayer no era el día.
Mejoró el Sporting cuando Gallego detectó cómo parar el esquema de tres centrales y Berto tuvo dos manos a manos peligrosos. En el primero estuvo fino Blasco para detenerle mientras que Marrero tuvo que intervenir con el pecho para frenar su internada gracias a un balón largo. Y así se llegó al descanso, con el Sanse empatando cuando merecía ganar por más de un tanto.
El empate momentáneo no amilanó al Sanse, todo lo contrario, salió con más ímpetu a por el tanto que le diese los tres puntos. Navarro siguió haciendo daño con un pase filtrado a Alkain, que con una posición franca de remate prefirió centrar cuando tenía todo de cara. Las dos siguiente también fueron txuri-urdin. El propio Navarro disparó cruzado desviado mientras que un zurdazo de Alkain hizo sudar a Mariño. De nuevo Navarro encontró con un pase milimétrico a Martón, pero tampoco. Su disparo, duro y seco al palo corto, lo repelió brillantemente el portero. Aunque la obra de arte llegó justo después, en el 62.
El Sanse generó peligro por dentro y con pases cortos, pero el gol vino en un balón largo precioso de Blasco, que suma tres asistencias. El francés no hizo caso al desmarque de Martón, pero sí al de Olasagasti. El envío, de unos 40-50 metros, dejó al donostiarra delante de Marrero. Sin embargo, el pase, largo y con bote, le impidió rematar de primeras, pero pulió una obra de arte para hacer el primero de la noche. Dejó botar el cuero para despistar a Babin e hizo un segundo amago para que Bogdan pasara de largo. «Hasta luego», le dijo Olasagasti, que dejó botar una vez más el esférico para meter el interior y superar a Mariño. Golazo.
Si bien el Sanse otras veces se metió atrás, ayer no fue el caso. Los potrillos aguantaron de pie como titanes pese a que el Sporting tuvo tres claras ocasiones para empatar en la última media hora. Pero no iba a ser ayer gracias a Marrero y a los tres centrales, Blasco, Rodríguez y Pacheco, excelsos. Un centro de Villalba pegó en el debutante para que Marrero mostrara sus reflejos, mientras que dos intervenciones de Pacheco y Rodríguez a sendos disparos asturianos negaron el empate. El de Elizondo se tiró al suelo para detener el disparo de Pablo García cuando ya cantaba el gol mientras que el de Antzuola colocó la zarpa a Cesar. Soplo de aire fresco para un Sanse que asaltó El Molinón.
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