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Álvaro Odriozola es felicitado por todos sus compañeros tras marcar el 0-1 ayer en Montjuic. Alterphotos
FC Barcelona 2 - Real Sociedad 1

Una gran imagen sin premio

La Real Sociedad cae como casi siempre en Barcelona, pero da continuidad a sus buenas sensaciones; esto es otra cosa

Beñat Barreto

Enviado especial a Barcelona

Domingo, 28 de septiembre 2025

Ocurrió lo de casi siempre, pero con una versión contrapuesta a lo que nos ha demostrado la Real Sociedad en Barcelona durante las últimas ... tres décadas. Se perdió en la Ciudad Condal ante uno de los equipos más poderosos del mundo, pero esto ya es otra cosa. Los de Sergio dieron continuidad a las buenas sensaciones mostradas ante el Mallorca, plantaron cara al líder, se adelantaron con gol de Álvaro Odriozola y rozaron el empate pese a que los culés tuvieron ocasiones suficientes como para ampliar la ventaja. Pero esta es la Real sobre la que hay que seguir construyendo. La imagen ante el Betis fue anticompetitiva, dantesca por momentos, y este domingo en Montjuic se disfrutó de un equipo compacto, que empieza a entenderse, que tiene muchas armas para hacer daño y que en cuanto se juntan los buenos, pasan cosas. El choque ante el Rayo, clave para irse con una sonrisa al parón. Este equipo necesita tiempo, pero se empiezan a apreciar aspectos muy positivos.

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No deja de ser curioso que con lo que se ha reforzado la Real en el centro del campo en los últimos años, los tres que jugaran fuesen de casa: Gorrotxategi, Turrientes y Marín, mordiente y físico para perseguir a Pedri. Ese era el plan de Sergio, que también introdujo a Aihen en el lateral izquierdo, a Guedes por el dolorido Kubo y que tuvo que dar un volantazo para recomponer su defensa. Quedan veinte minutos para que el balón eche a rodar en Montjuic y Aramburu levanta la mano. Molestias en la rodilla izquierda, no está para jugar y se cae de la convocatoria para que, del cielo, a Odriozola le caiga una oportunidad de oro.

Casi ocho meses después, el donostiarra volvió a jugar con la camiseta de la Real en una demostración de creer en uno mismo cuando ni el mismo club creía en ti porque la idea era que salieses en verano. El fútbol tiene cosas como estas. Ver correr a Odriozola por la banda de Montjuic, imponerse a Rashford y ser el defensor más enchufado, incluso liderando la zaga, fue una delicia. Verle marcar ocho años después de aquel tanto al Salzburgo, un sueño húmedo solo para los más optimistas.

Cambió la forma de jugar la Real para frenar a un Barcelona comandado por dos chavales, Dro y Bardghji, que no aguantaron mucho sobre el tapete viendo lo que se le complicó el partido al Barcelona. Barrenetxea y Guedes se colocaron a la misma altura que Gorrotxategi, Marín y Turrientes para formar un centro del campo rocoso, pero también potente para poder correr. Fue la Real quién avisó primero con un remate de cabeza de Oyarzabal a centro de Guedes en una de esas acciones a la carrera.

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Pero el Barça es el Barça y se podía poner líder. Guiados por Pedri y con la verticalidad de Rashford y Bardghji, los culés comenzaron a asediar a Remiro, pero esta vez la Real defendió bien el área, algo que no habíamos visto hasta la fecha. Doble mérito hacerlo ante semejante rival. Rashford metió el miedo en el cuerpo con un remate lejano tras una acción a balón parado, otro de los males de este comienzo de temporada. Muy complicado defender peor pese al fichaje para esa función. La Real se fue metiendo poco a poco atrás hasta que llegó la sorpresa de la temporada.

Odriozola, que no ha tenido ofertas como tal durante todo el verano, no solo jugó como titular ocho meses después, si no que inauguró el marcador. Ver para creer. Guedes puso un centro magnífico por la derecha, Oyarzabal encontró a Barrenetxea, que sentó a su par como ante el Mallorca para poner un centro idéntico al 1-0 de Oyarzabal. Esta vez el que aparecía en el segundo palo no era Oyarzabal, sino un Odriozola lleno de ilusión. Marín, testigo directo del acto de fe, pareció llevarse las manos a la cabeza. El fútbol es tan precioso por cosas tan impredecibles como las de este domingo.

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El gol reforzó la gran primera parte realista, sobre todo a nivel defensivo, pero Remiro y Zubeldia tuvieron que negar el empate. El azkoitiarra casi se metió un tanto en propia puerta, pero el de Cascante voló para hacer una de las paradas de la temporada. Pedri, en el rechace, fusiló a la cabeza de Zubeldia. El Barcelona merecía un gol que llegaría de manera cruel e injusta tras un córner que pareció no ser. Oyarzabal le comió la oreja al trío arbitral al descanso, pero el daño ya estaba hecho. Koundé se hizo grande en la defensa zonal realista, Caleta-Car no defendió del todo bien y Araujo se puso encima de Aihen impidiéndole saltar. Lógico empate y todo por decidir.

El show de Lamine

La segunda parte de la Real se vio mermada por las bajas en defensa. Aihen tuvo que jugar de lateral derecho porque Odriozola no pudo más, y el destino también quiso que Lamine volviera ante los txuri-urdin. Una pena, su pulbalgia podría haber durado un poco más. El segundo mejor jugador del mundo necesitó encarar dos veces a Sergio para romper la igualada. Citó al catalán, levantó la cabeza y dejó en bandeja el 2-1 a Lewandowski, que cabeceo a la red antes de la hora de partido. Lamine es ese futbolista con cara angelical que toma decisiones criminales.

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El partido entró entonces en un toma y daca constante, y si otros años la Real se volvía con un carro de Barcelona, con hasta cinco o seis goles en el saco, esta vez se mantuvo de pie y tuvo sus opciones de empatar. El plan era el mismo, salir corriendo con los soberbios lanzadores que tiene. Oyarzabal recibió un pase para quedarse solo ante Szczesny, pero su control no fue el adecuado y tuvo que rematar en posición forzada. El polaco negó el segundo. Los de Flick no se fiaron de la Real y fueron a buscar el tercero, algo que no era del todo malo porque los de Sergio iban a tener alguna situación de peligro más. Es entonces cuando Remiro aguantó el resultado con grandes paradas a Lewandowski, Rashford y Olmo. Mucho que contar.

Kubo amenazó rematando al palo tras posición irregular, hasta que en una segunda intentona envió un zurriagazo al larguero tras pase de Oyarzabal. El travesaño escupió el un empate que hubiese sido muy goloso. El Barça respondió y mandó otro remate a la madera y Caleta sacó bajo palos la sentencia. Szczesny no tuvo que sufrir mucho más y la Real murió en la orilla. Hay que seguir creyendo.

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