La influencia del '10'
La Real ha brillado en estos tres años cuando lo han hecho Odegaard y Silva pero ha sufrido cuando los problemas físicos les castigaron
Todos los grandes equipos de la historia se han construido en torno a la figura de un gran '10'. El Brasil de Pelé, la Holanda ... de Cruyff, la Francia de Platini o Zidane, la Argentina de Maradona... Qué vamos a decir de la influencia de Messi en el Barcelona de la década pasada, seguramente el mejor equipo de lo que llevamos de siglo. La Real campeona también tuvo el suyo en Jesús Zamora. Futbolistas elegantes, diferentes, dotados de un talento único, no solo en las botas sino también en la cabeza, para marcar las diferencias en tres cuartos de campo.
Su papel cobra más importancia en los equipos propositivos, como el caso de la actual Real, que en los reactivos, en los que muchas veces quedan escondidos en una banda a la espera de entrar en acción tras recuperación porque lo defensivo prima sobre lo ofensivo.
Cuando Guardiola llegó al banquillo del Barcelona en 2008 su plan fue que el balón llegara en las mejores condiciones a Messi porque, si así ocurría, entendía que el camino hacia el gol quedaba despejado. Para ello recuperó a Piqué del Manchester United, a donde había sido cedido, subió del filial a Busquets y fichó a Dani Alves del Sevilla, porque necesitaba también profundidad por bandas para tener alternancia en el juego tanto por fuera como por dentro. Ahí puso las bases del Barcelona moderno que ha marcado un estilo propio en los tres últimos lustros y ha revolucionado la forma de entender el fútbol.
Montanier y Xabi Prieto. La Real no se quedó al margen de esa corriente cuando contrató a Montanier en 2011. El club, con Loren como director deportivo, entendió que hacía falta un modelo de juego atractivo que potenciara el talento de Zubieta para desarrollar futbolistas y que nos hiciera reconocibles a través del juego. Al normando le conocían en Francia como el 'Guardiola del Norte' por lo bien que jugaba su Valenciennes, que llegó a ganar a Lille, Lyon, Marsella y PSG en la misma temporada.
Recuerdo que en la primera entrevista que dio a este periódico plasmó sobre un papel su fidelidad al 1-4-3-3 y los movimientos de cada jugador a través de unas flechas. Su apuesta por el balón se concretó al subir a Iñigo del Sanse para sacarlo más limpio desde atrás y dar la titularidad de Illarramendi como director de orquesta, pero el equipo tardó un año en explotar hasta que dio con la figura del '10'. De entrada jugó con Illarra, Aranburu y Zurutuza en la zona ancha hasta que metió a Prieto por dentro y descubrió las posibilidades del capitán. De repente todo se ordenó por sí solo, con Vela desbordando por la derecha, Griezmann jugando al espacio con un cuchillo entre los dientes y Agirretxe como algo más que un goleador.
Para que el estilo de la Real tenga sentido necesita de un enganche que marque las diferencias
Aquella maravillosa aventura llevó a la Real a la Champions y se acabó con la marcha de Illarramendi, Griezmann y Bravo, estos dos últimos en 2014. Arrasate dejó paso a un Moyes que jugó con Pardo y Granero en la sala de máquinas, Agirretxe arriba y Prieto, Vela y Canales en la línea de tres pero sin un plan concreto que les permitiera explotar sus cualidades. El papel del '10' había desaparecido. El escocés apenas duró un año y con la llegada de Eusebio el juego de la Real recuperó su esplendor. Y eso que enseguida perdió a Canales y Agirretxe por lesión.
En el fútbol moderno las ideas tienen más peso que los sistemas y el vallisoletano inculcó algunos principios que luego conservó Imanol. Presión en campo contrario, línea defensiva adelantada, salida limpia del balón... De entrada se las arregló colocando a Reyes de pivote para soltar a Illarra y recuperar a Prieto como '10' aglutinador del juego en tres cuartos. Vela y Oyarzabal se ocupaban de las bandas con Jonathas de 'nueve'.
Los laterales de Eusebio. En verano cambió de brasileño en punta y se trajo a un Willian José que favorecía la asociación entre centrocampistas, una idea que Eusebio conoció en el Barça de Cruyff. La verticalidad se la daban los laterales Carlos Martínez-Odriozola y Yuri y las llegadas de segunda línea de Oyarzabal. Aquel curso 16/17 acabó en Europa después de hacer por momentos el mejor fútbol de la Liga.
El cuento de hadas se rompió cuando se desmanteló aquella línea defensiva. Yuri fue traspasado al PSG, Iñigo cruzó la autopista y Carlos Martínez y Navas cayeron lesionados. De repente la Real se encontró jugando con Odriozola, Aritz, Llorente y Kevin y aquella zaga no sostenía un equipo de marcada vocación ofensiva pero que, sin la aportación de los laterales y la marcha de Vela, se había hecho lento y previsible.
Al ritmo de Odegaard y Silva. Hace tres veranos, ya con Olabe aquí, apostó por la velocidad y la profundidad para reactivar al equipo. Llegaron Portu e Isak por Juanmi y Sandro, pero lo que revolucionó el juego fue la presencia de Odegaard. Aportó intensidad en la presión alta, último pase, llegada y goles a balón parado. Con el noruego en forma la Real maravilló y se convirtió en la revelación de la temporada. Cuando llegó la pandemia era cuarta y finalista de Copa. Los problemas que arrastró después en la rodilla estuvieron detrás de los malos resultados en el desconfinamiento.
El Real Madrid lo recuperó y Aperribay reaccionó con Silva. En estos dos años la Real ha vivido a impulsos del canario. Los mejores momentos colectivos han coincidido con los suyos pero cuando ha faltado o no ha estado en condiciones, el equipo lo ha sufrido.
Ahora llega Rafinha para reforzar esa posición del '10' que es clave para un conjunto con el dibujo y el estilo propositivo del txuri-urdin, pero debe aportar desborde, último pase y llegada. Porque para que la forma de juego de la Real tenga sentido necesita de un mediapunta que marque las diferencias. Si no, costará llegar a portería y habrá que pensar en otro plan. El mejor partido de este año, el del PSV (3-0), llegó con Oyarzabal de enganche y Portu, Isak y Januzaj arriba. ¿Casualidad?
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