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Bochorno y ansiedad dentro y fuera del campo. Esas fueron las sensaciones vividas en un viaje a Roma que vuelve a terminar con otro varapalo enorme como sucediera hace casi dos años. Inaceptable lo que sucedió sobre el verde del Olímpico, insoportable lo que ocurrió ... por las calles de la Ciudad Eterna en la previa de un partido para borrar de la memoria de cualquier realista.
Esta Europa League está siendo un infierno en todos los sentidos. Altercados ante el Anderlecht en el Reale Arena con sillas pasando cerca de cabezas de niños, derrota en Pilsen por un rebote en el descuento, jugar en el destierro de Belgrado y ahora el lamentable episodio vivido en Roma. Que alguien nos despierte de esta pesadilla. Ni una sola nube en el cielo de Roma, la noche es negra en la Ciudad Eterna. Este color simbólico define a la perfección a una parte de la masa social de la capital.
Como el día del Anderlecht en Anoeta, cuesta volver a hablar de fútbol cuando hay dos guipuzcoanos heridos por arma blanca en dos hospitales de Roma. Pasarán varios días ingresados, pero uno de ellos podrá decir que tuvo suerte: si las cuchilladas las hubiera recibido unos centímetros más abajo habrían alcanzado un órgano vital. Vivir para contarlo. El asesinato de Aitor Zabaleta va camino de cumplir tres décadas. No se pueden comparar los dos casos porque Aitor era un aficionado pacífico que solo iba a disfrutar de su Real, pero el desenlace podría haber sido el mismo. Nueve aficionados de la Real resultaron heridos.
El problema con los ultras radicales que buscan hacer daño ya se ha convertido en un problema social. Va más allá de la Real, de la Lazio o del fútbol europeo, pese que para los celestes no es algo nuevo. Es su pan de cada día. Hace dos semanas apuñalaron a un hincha de la Roma en el derbi de la capital y hace varios años cuatro seguidores del Sevilla también acabaron ingresados en el hospital con heridas graves. No, no es normal. No, no se puede normalizar. La solución no es sencilla, pero todos los estamentos del fútbol, y ya deberían entrar poderes superiores, se tienen que poner a trabajar para que episodios como los de Roma no se repitan.
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El azar y el mal cálculo de delincuentes como los de la Lazio a la hora de golpear permite que no hubiera que lamentar víctimas mortales. La Policía italiana continúa investigando. No se descartan detenciones en las próximas horas. Lo que pasó por la noche con la derrota de la Real, que le saca de lleno de la pelea por el top-8 de la Europa League, vuelve a quedar por desgracia en un segundo plano.
Desidia en el césped y palos en la calle, pero la afición de la Real es tan grande que la alegría se trasladó a la grada como si nada hubiera pasado. El 'Ixil-ixilik dago' retumbó en el Olímpico. 'Hau dek umoria', que a esta vida no hemos venido a sufrir. La afición de la Real es lo más grande que tiene el club, un patrimonio que hay que cuidar en todos los sentidos.
Pero no, tampoco se puede pasar por alto otro calamitoso partido, algo que enfada todavía más a la parroquia realista después de además de haber tirado por la borda el choque de Mestalla. La Lazio hizo tres goles, pegó dos palos, Brais sacó un balón bajo palos por un pelo y Baroni levantó el pie para no hacer mucho más daño. Olés en la grada laziale para culminar el cachondeo de partido. Desde el primer pase malo de Aihen y después de que varios compañeros ni siquiera arrancaran a por el balón dividido, el partido olía a chamusquina.
Los presagios se cumplieron prontísimo. De nuevo un cuero dividido en esa maldita portería. «Europa nos queda grande» dijo Imanol hace dos años en el Olímpico tras el 2-0 de la Roma de Mou. En la previa reconoció que se equivocó. Quizás no tanto. Un despeje de Aramburu en otro centro lateral, el mal de este equipo, terminó con Gila reventando a Remiro. Taty, de 178 centímetros, ganó el duelo a Aihen y Becker. Alfombra roja para Gila. Aihen vio dos amarillas en diecisiete minutos para aumentar el esperpento. La obra se completó en dos minutos. Isaksen ridiculizó a la defensa realista para que Zaccagni y Taty se pusieran las botas.
Olvidar la noche y a pensar en el Getafe pese al gol de Barrenetxea, que al menos sirvió para que la afición bailara el Dale Cavese en el Olímpico. En la noche negra de Roma el fútbol era lo de menos.
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