Una prueba de madurez

Pero no seré yo quien dé un protagonismo que no se merece a Prieto Iglesias. Los protagonistas fueron los nuestros, los blanquiazules, no sé el motivo, de verde. Me gustó la Real, sí señor, me gustó su puesta en escena, su querer imponer su ritmo de juego. Lo consiguió durante algunas fases del juego, porque siempre no va a dominar a todos los rivales, pero fue de cara al partido, a por la victoria, esta vez sí, con un juego muchísimo más equilibrado, sin locuras. Hubo que sufrir, lógicamente, porque nadie gana sin hacerlo, pero más sufrió un Granada que se las prometía felices y se veía primero con 23 puntos antes del partido. Pero no. La Real, a pesar de esas bajas, hizo un gran ejercicio de supervivencia, aprovechando muy bien sus momentos. Y si uno de esos momentos se produce en el minuto 88, la victoria está asegurada. Y Portu, qué gran fichaje el suyo -también Merino y Oyarzabal se salieron- definió de maravilla.

Para entonces, cuando llegó ese segundo gol, la Real llevaba tiempo siendo mejor que el Granada, a pesar de que -Maldini creo que se llama el comentarista de la tele- no hacía más que ver un gran Granada y a una floja Real y solo le faltó salir al campo a rematar un córner. Pero la verdad es que los realistas habían desgastado completamente a un Granada exhausto. Y cuando Imanol dio entrada a Januzaj en lugar de un muy cansado Sangalli, reestructuró el equipo en busca de la victoria. Y sí. Esta vez el plan le salió perfecto, Januzaj avanzó decidido por la derecha y con su pierna mala dio un balón de oro a Portu. Su remate entró con suspense, pero entró y sirvió para colocar a la Real en lo más alto, después de una actuación seria, madura y convincente.

Un pero, de todas formas, sí hay que poner, el gol encajado. Willian estuvo mal, perdió un balón donde no debe, pudiendo haber pasado, pero hizo falta. Y zas. En la barrera de dos jugadores se colocaron ¡los más bajos de la plantilla!, el balón les pasó por encima y Remiro se la comió. Demasiados errores como para no encajar.

Pero si hablamos de errores, qué quieren que les diga de Prieto Iglesias. Si este colegiado no es capaz de apreciar un penalti de libro viendo la jugada diez veces por televisión, es que no esta capacitado. Y es que la acción es de meridiana claridad. El defensa del Granada acude a cerrar el centro de Zaldua con las manos atrás y justamente cuando sale el centro, saca el brazo derecho, con el que desvía el balón. Era penalti, sí. Era cuando mejor estaba la Real Sociedad y seguramente habría sido el 0-2. Pero bueno, seguramente nos supo mejor ganar como ganó una Real que ayer dio toda una prueba de madurez. Grandes. Muy grandes.