Paradojas del fútbol, en una semana que encadena dos derbis contra Athletic y Eibar, el partido más importante es ante el Mirandés, un segunda división. ... Y es que el azar y el nuevo formato de la Copa han querido que el conjunto burgalés sea esta noche el último obstáculo para volver a una final, un territorio desconocido para muchas generaciones, las más jóvenes, a las que las últimas finales de Copa les pilló muy niños o sin siquiera haber nacido. Por ejemplo, ningún jugador de la actual plantilla vivió aquella última final copera de 1988 contra el Barça en el Bernabéu. Solo habían nacido Moya y Zurutuza, con cuatro y dos años de edad, respectivamente. El de Deba no había cumplido doce meses cuando Arconada levantó la Copa un año antes.
Demasiado tiempo para un equipo histórico como la Real, que ya es hora de que vuelva a tener la oportunidad de alzar un trofeo en una gran final. Estuvo a punto de ganar la Liga en 2003, en aquellas últimas tres jornadas en las que la ilusión y las banderas blanquiazules desbordaron Gipuzkoa. Ahora falta un paso para vivir una experiencia parecida.
No será fácil, por mucho que el Mirandés esté en una categoría inferior. La Segunda, en la que está compitiendo bien, es una división totalmente profesionalizada, con equipos históricos, algunos de ellos campeones no hace tanto, como el Depor o el Zaragoza, y clubes clásicos como Sporting, Racing o Málaga. De hecho, los propios burgaleses están también ante otra oportunidad histórica, la de jugarse toda una final con un equipo que no es uno de los tres grandes transatlánticos de la Liga.
Los caprichos del destino han provocado que la Real vuelva a tener la oportunidad de soñar con un título justo la temporada en la que ha culminado el estadio sin pistas. El primer gol estará marcado si el Reale Arena se llena como el pasado domingo. Hasta el tiempo acompaña. No hay excusas.
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