Los de naranja son los nuestros
El central bretón 'estrena' internacionalidad, pero no puede imponer su jerarquía en la defensade una Real confundida toda la noche
Hace treinta años por estas fechas, en un partido en Riazor, Carlos Bilardo protagonizó la famosa escena del «pisalo, pisalo» para reprender al masajista de ... su Sevilla por atender a un jugador lesionado del Deportivo. «¿Qué carajo me importa el otro?», le preguntó en un alarde de deportividad. Y, por si el fisio aún tenía dudas, le aclaró que «los de colorado son los nuestros».
Quizá faltó alguien ayer en el banquillo de la Real en Mestalla que saliera gritando que «los de naranja son los nuestros». Lucía por primera vez esta temporada la camiseta color butano y hubo confusión. No se reconocía a sí misma la Real vestida de esta guisa y hasta marcó un gol en la portería que no era para perder el partido.
No escapó de esa extrañeza Robin le Normand, que ayer 'estrenaba' internacionalidad en Mestalla, otrora bastión de la selección española antes de su época gloriosa, cuando era el equipo de la furia y de Manolo el del bombo. El futbolista bretón llegó al partido pocas horas después de conocerse que ha dado el sí a Luis de la Fuente y que jugará de rojo, asumido que la generación de centrales de la que dispone Francia en estos momentos es de semejante categoría que no hay hueco ni lo habrá en años. El eje de la defensa del equipo del gallo es impresionante y Le Normand lo sabe.
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Peor que la derrota, la imagen
De tal manera que, cualquier tarde de estas, De la Fuente puede alinear a una pareja de centrales formada por Le Normand y Laporte, que se entenderán con la mirada y con el idioma de Molière, el de 'El enfermo imaginario', que no escribiría pensando en el partido de ayer pero podría valer para ilustrarlo porque a la Real se le vio con un punto de ansiedad que atenazó a todo el equipo, como si sintiera una gran presión sobre sus hombros, cuando su tercer puesto en la Liga invita a todo lo contrario.
Enganchado en el gol
En la jugada del gol del Valencia, Le Normand no se entendió con Barrenetxea, superado en el espacio. El donostiarra pareció buscar defenderse adelantando la línea, mientras el bretón parecía buscar seguridad hacia atrás. Ese espacio que surgió entre las dos trayectorias opuestas lo ocupó Lino y se desencadenó el desastre. Barrenetxea quedó fuera de la jugada y Le Normand, muy lejos. Volvió, pero no había nada que hacer. Zubeldia intentó apagar el fuego y metió gol en la portería de Remiro, pero no podía no meter el pie a ese balón.
En el segundo tiempo, Le Normand estuvo a punto de igualar el partido con un remate inverosímil dentro del área. Fue el disparo más peligroso de la Real en todo el partido, pero lo sacó in extremis Mamardashivili.
Le Normand no sufrió en exceso, pero tampoco se elevó sobre el partido como exige su nueva condición de 'internacional'. Tuvo otro remate al final, pero tampoco lo vio claro. Faltó alguien que saltara del banquillo a gritar «los de naranja son los nuestros».
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