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Afinales del siglo pasado nos dicen que la Real va a jugar en Old Trafford por cuarta vez en doce temporadas y no lo creemos. ... Aquello era un privilegio reservado a los grandes. Pero aquí estamos, discutiendo el pase a cuartos de la Europa League a uno de los clásicos del fútbol mundial aunque no atraviese su mejor momento. Algo que conviene valorar porque no siempre fue así. Y no se trata de irnos a los años de Segunda, que no son representativos de nuestra historia, sino de recordar por ejemplo la larga travesía en el desierto entre 1993 y 2013 en la que solo cruzamos dos veces los Pirineos y no éramos menos felices que ahora.
La semana pasada nos visitó Kodro en el periódico para participar en el programa 'Goazen Reala!' y entre sus muchas y acertadas reflexiones una hacía referencia al crecimiento del club en los últimos años: «No se puede comparar esta Real con la nuestra. Está en otro nivel». Y sin embargo, es evocar la figura del bosnio y recordar con nostalgia su hat-trick en el derbi del 5-0, varios dobletes al Barcelona, sus goles al Real Madrid, las 25 dianas que firmó en su último año que le valieron su traspaso al Camp Nou, sus lanzamientos de falta... La memoria nos lleva a momentos felices y dichosos cuando, sin embargo, aquella era una Real de segunda mitad de tabla que ni soñaba con jugar en Europa y en Copa caía antes de octavos ante Logroñés, Sevilla o Betis. Y ojo, con futbolistas como Alberto, Fuentes, Loren, Pikabea, Aranzabal, Imaz, Océano, De Pedro, Karpin o el propio Kodro, entre otros.
El fútbol es injusto desde el momento en que se festeja más una permanencia en el último minuto, con ciudades enteras echadas a la calle, que una clasificación para Europa por un equipo que le ha podido aventajar en 30 puntos. Es un juego en el que la pasión manda sobre la razón, por eso hay que tener la cabeza fría para distinguir lo esencial de lo accesorio y ver los méritos de un equipo.
Cuando hablamos de las grandes temporadas de la Real en este siglo es inevitable referirnos a la del subcampeonato de Denoueix en 2003 y al milagro que obró Montanier en 2013 llevando a la Champions a un equipo que había ascendido dos años antes. Aquellas imágenes de Vigo y A Coruña quedarán guardadas para siempre en la retina de quiénes allí estuvimos. Lo que nadie recuerda es cómo tiraron la Copa a las primeras de cambio ante un Alavés que bajó y un Córdoba que estaba en Segunda porque solo les interesaba la Liga. Y sin estar en Europa...
Uno de los grandes méritos de Imanol ha sido tomarse en serio la Copa y recuperar el prestigio del club en este torneo, pero esa ambición se le ha vuelto en contra. Porque no queremos pagar el peaje de jugar más partidos y asumir el cansancio que ello supone. Solo queremos lo bueno. Pretendemos cobrar un sueldo sin trabajar o cosechar sin haber sembrado. Hasta perder por 0-1 ante el Madrid en semifinales después de hacer un buen encuentro puede ser objeto de crítica olvidando que solo cuatro equipos están vivos en el torneo y que nadie ha jugado más partidos esta temporada.
La Real llega a Mánchester con todas las opciones del mundo y las va a explotar, lo que tiene mucho mérito después de jugar 18 partidos en dos meses, algo que no había hecho nunca en su historia. Por eso creo que la actual es la mejor temporada de Imanol, por cómo está gestionando la plantilla para afrontar con garantías las tres competiciones en un año en el que ha perdido a dos pilares como Merino y Le Normand.
Para la final de Old Trafford reservó el domingo a buena parte de su once de gala. Remiro, Aritz, Aihen, Sucic y Brais no jugaron; Zubimendi, Barrene y Oyarzabal lo hicieron media hora y Kubo solo salió al final. A pesar de todo, y jugando con los suplentes, el Sevilla solo pudo ganar por la mínima después de una primera parte en la que la Real fue mejor. Hace ocho años, por ejemplo, nos goleó 0-4 en enero, no estábamos en Europa y de la Copa nos habían echado para entonces.
La Real actual es un equipo en construcción y, como tal, irregular. Pero sigue manteniendo su capacidad de alcanzar picos de rendimiento muy alto. Esta misma temporada ha ganado al Barcelona y al Ajax, ha empatado ante el Atlético y el Manchester y ha jugado dos buenos partidos contra el Real Madrid. Sin olvidar sus victorias ante Villarreal o Betis, por delante en la Liga, o en los campos del Girona y Sevilla.
La de mañana es la primera final de la temporada y como tal hay que afrontarla. Con responsabilidad e ilusión porque la recompensa de alcanzar los cuartos es muy grande. Solo dos veces lo ha conseguido en su historia, en 1983 y 1989, y repetir tanto tiempo después sería algo extraordinario. Esto es lo esencial. Noches que por sí solas justifican la existencia de un club.
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