La presentación de Bretos y Sergio no se salió del guion. Agradecimientos, buenos deseos y la mirada a Zubieta como camino hacia el éxito, algo ... en lo que incidió Aperribay al hablar de la cesión de Urko: «No entiendo que un jugador tenga que salir de la Real para demostrar su talento. Nosotros tenemos que llevar al jugador al máximo rendimiento». Un mensaje profundo y autocrítico, porque en los últimos años el primer equipo no ha sabido aprovechar todo el talento que se genera desde la base.
Y no solo es el caso de Urko. Ahí están Pacheco y Turrientes, indiscutibles en las selecciones inferiores, oros olímpicos el pasado verano y con una edad para haber tenido mucha más presencia en el equipo con 24 y 23 años. El presidente habló de juntar talento y confianza, pero yo añadiría también valentía. Cuando la Real decidió subir a Le Normand en 2019 lo primero que hizo fue sacar a Navas y Héctor Moreno para despejarle el camino. Querían que se sintiera importante y se consiguió hasta el punto de que unos meses después traspasó incluso a Llorente. Cuando apostó por Oyarzabal en enero de 2016, en un momento en el que se habían lesionado Canales y Agirretxe, la siguiente maniobra fue mandar al Chory al Málaga para que el eibartarra se sintiera titular. Con Pacheco y Turrientes ha sucedido todo lo contrario: se ha fichado en sus posiciones. Igual que ha tenido que lesionarse Traoré para descubrir a Aramburu.
Ahora que la marcha de Zubimendi al Arsenal parece cercana, me gustaría recordar que cuando apareció todos pensaban que Zubeldia y Guevara eran inamovibles. Y estaba Illarra lesionado... La Real era cuarta y se había clasificado para la final de Copa. Pero entró y ahora parece que no hay un mañana sin él. Urko, Turrientes y Gorrotxategi son tres muy buenos futbolistas, pero hace ser valientes con ellos y lanzarles al ruedo. Si tenemos dudas con los de casa estamos perdidos.
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