Isak se hace gigante y ya enamora al público de Anoeta
Es decisivo para cambiar el rumbo del partido en la segunda parte al inaugurar el marcador y destapar sus virtudes
Anoeta tiene un nuevo ídolo. En cuanto ha tenido minutos, Isak se ha hecho grande y ha hecho pequeño a Willian José. Él activó ... tras el descanso un encuentro jugado a no fallar en la primera parte. El sueco adelantó al equipo nada más arrancar la segunda parte, la Real se quitó el corsé, el partido se abrió y el relevo de Willian José mostró todas sus virtudes: velocidad, intuición, trabajo en defensa y habilidad con los pies, como ese regate en una baldosa en el área pequeña que levantó al público de sus asientos y que llevó a la grada Aitor Zabaleta a entonar una canción que va camino de convertirse en un clásico: 'Oé, oé, oé, oéeeeee, Isak, Isak...».
Incrustado entre los dos centrales del Mallorca, Isak tuvo dificultades para participar en el juego de ataque. Apenas tocó balón en el primer cuarto de hora porque, replegado el Mallorca con dos líneas de cuatro, los espacios se cotizaban al alza, así que Isak se armó de paciencia a la espera de su ocasión, algo cotidiano para quien vive del gol.
Escoltado por Portu y Oyarzabal en los costados, Isak trabajó en defensa. Él fue el primer defensor de la Real, el que incordió a Valjent y Raíllo, encargados de poner en juego el balón en el Mallorca.
Para cuando Isak apareció en el partido con una cabalgada que murió en un córner, el Mallorca ya había avisado con ese disparo envenenado de Lago Junior que Remiro no consiguió blocar y que dio a Budimir la oportunidad de adelantar a los suyos. La Real, como otras tantas veces, llevaba el peso del juego pero las ocasiones más claras eran para el visitante.
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Avanzaba la primera parte e Isak seguía encerrado en la jaula tratando de buscar la llave que le permitiera participar en el juego ofensivo de la Real. De vez en cuando, Portu acudía en su ayuda tratando de crear algún desajuste en la línea defensiva del Mallorca y en otras ocasiones aparecía Odegaard. No había manera.
Llorente enseñó el camino a la media hora al poner un balón al espacio que Isak cazó sin problemas, porque si algo tiene es velocidad. Acabó en nada pero sí dio una pista de dónde podía encontrar la Real una variante para descomponer la muralla del Mallorca. De hecho, en un centro lateral, en un juego más directo sin tanta elaboración, llegó la mejor ocasión de la Real en la primera parte a cargo del propio Isak. Merino, desde la izquierda, puso el cuero en el punto de penalti, el defensor de Isak, Raíllo, calculó mal el salto y permitió que el delantero de la Real rematara a bote pronto ante el portero Reina, que detuvo bien. En los cinco minutos que restaban para el descanso, el partido se abrió algo más y permitió que Isak hiciera una de las suyas con una cabalgada imposible de seguir que acabó en el borde del área sin pena ni gloria. El gol podía nacer ahí en la segunda parte.
Y llegó. Vaya sí llegó. Apenas nos habíamos acomodado cuando Isak salió de su zona de influencia para dar una salida a sus compañeros. El sueco abrió a la izquierda, donde apareció Aihen para poner un centro al segundo palo que Portu amortiguó con maestría para dar una asistencia al ariete de este equipo, al titular, porque el anterior, Willian José, estaba en la grada esperando a salir de la Real. Ya saben aquello de a 'rey muerto...'.
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