El guardián invisible
La enésima portería a cero de la Real no se explica sin el partido del meta de Cascante, que realizó dos paradones en la primera parte
Cuando Dolores Redondo se sentó delante del ordenador en 2012 con la página en blanco dispuesta a escribir su segunda novela, jamás imaginaría que ... se convertiría en la primera obra de una trilogía para el recuerdo. Tampoco que luego la Trilogía del Baztan se adaptaría al cine y sería tan exitosa. Pero menos predecible aún era que 'El guardián invisible' reflejase tan bien la importancia de un portero, navarro como el lugar donde se ambientan los hechos de esta oda a la mitología vasca, en la Real Sociedad de Imanol Alguacil.
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Álex Remiro (Cascante, 1995) está siendo uno de los grandes protagonistas del equipo esta temporada y uno de sus mejores jugadores. Si la Real solo ha encajado un gol en los últimos nueve partidos –el de San Mamés–, mucha parte de culpa la tiene Remiro. También Zubeldia y Aguerd, a los que se elogia más que al guardián invisible de la portería de la Real cuando se echa mano de esta estadística. El de Cascante acumula más de 600 minutos sin encajar gol. Su récord en el club asciende a los 712 minutos con el cerrojo echado, por lo que la cifra no le queda lejana ahora mismo. Visto su nivel actual, no se puede descartar que lo pueda superar.
Mantiene en pie a la Real
La Real salió en tromba y eso propició que el Las Palmas disfrutase de espacios que el equipo no suele conceder. El conjunto canario golpeó hasta en dos ocasiones, pero Remiro rara vez se va a la lona y este domingo no fue una excepción. Zubimendi le dejó vendido con una cesión imposible que recogió Jaime Mata dentro del área. Pero el navarro aguantó el primer gancho y sacó la pierna izquierda para evitar el 0-1. Pocos minutos después, Moleiro le encaró con muchos metros por delante hasta llegar a su guarida. Se le hizo eterna la carrera al canario, que cuanto más se aproximaba al área, más le temblaban las piernas. Buscó el primer palo, tratando de sorprender, pero el arquero navarro estiró la mano derecha y despejó el balón. Paradón. Segundo croché que aguantó Remiro para mantener en pie a la Real.
El portero suele ir a contracorriente. Cuando su equipo está mal es cuando tiene que sacar las castañas del fuego, pero cuando es al revés, solo le queda mirar. El Las Palmas no volvió a tirar a puerta y a Remiro le tocó ver desde la distancia cómo sus compañeros desaprovechaban ocasiones una tras otra. Con la misma mirada siguió la trayectoria del zurdazo de Sandro que se estrelló contra el larguero y alteró la tranquilidad de la que disfrutaba. Remiro no es Basajaun, pero sí guardián invisible de la Real.
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