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El color rojo ocupa el primer lugar en el espectro luminoso. Sin embargo en el mundo del fútbol, esa tonalidad tiene matices blancos y ... azules que elevan su colorido. Ya con la temporada acabada, sin entrenamientos ni ruedas de prensa, un España-Francia de semifinales de la Nations League acapara la atención de mucha gente. El reclamo perfecto para los futboleros sin cuartel. Por supuesto también para los seguidores de la Real Sociedad, pendientes de lo que hacen sus muchachos citados por De la Fuente y, por qué no, de los que fueron pretorianos de Imanol Alguacil como Mikel Merino y Robin Le Normand, ahora mismo en las filas del Arsenal de Londres y del Atlético de Madrid.
Y suele ocurrir que la extrañeza y sorpresa que invade a los que no ven asiduamente los encuen tros de la Real, contrasta con el pensamiento e idea que tienen los fieles hinchas blanquiazules, cuando algún realista juega con la selección. La Roja ganó 5-4 a Francia y jugará otra final. Castigó al once del gallo con un 5-1 que prometía ser histórico y las primera piedras de la exhibición futbolística salieron de las botas de Mikel Oyarzabal.
Para muchos el ariete de la selección tiene que ser un tipo que marque 30 o 40 goles al año, pero solo hay que tirar de hemeroteca para comprobar que pocos grandes goleadores ha habido en la Roja. Los últimos quizá Villa y Fernando Torres. Con todo, el capitán realista es el máximo goleador desde que Luis de la Fuente cogiera las riendas de la selección. El jueves pasado no marcó. Pero dio tres pases de gol.
Sí, fueron tres. En baloncesto se dice que la asistencia hace feliz a dos personas: el que da el pase y el que lo concreta. Por ello Mikel Oyarzabal hizo feliz a Nico Williams, a su buen amigo Mikel Merino y a Lamine Yamal. Porque el eibartarra cedió el penalti del que dispuso España al crack blaugrana. El '10' realista, como reconoció tras el partido el seleccionador, es el encargado de lanzar pero cedió el tiro libre a Lamal. Antes de eso, alimentó a Williams y Merino con pases a la altura de Magic Johnson. «Qué bien juega Oyarzabal, cómo ve el fútbol», eran los comentarios que se deslizaban con la actuación del capitán. Por estos pagos no sorprendió de lo que es capaz el que ha sido pichichi realista en una temporada en la que las cosas no han salido tan bien como en otros cursos.
Queda diametralmente claro que el capitán txuri-urdin es el preferido de De la Fuente para la posición de delantero. Porque el juego no se basa solo en que el ariete esté acertado. Si lo está, miel sobre hojuelas. Pero teniendo dos puñales como Lamal y Williams, el nivel y talento del eibartarra es perfecto para el entramado ofensivo del entrenador riojano. Cierto que no tuvo ocasiones claras para batir a Maignan, pero su conocimiento del juego y amabilidad, pusieron el partido con ese 2-0 cuesta abajo para España.
Si Oyarzabal rayó a gran altura, lo mismo se puede decir de Martin Zubimendi. El mediocentro de Gros conoce perfectamente su rol. Y quizá eso le haga ser importantísimo a los ojos de sus compañeros y le permita subir en el escalafón de la selección. Posiblemente si Rodri estuviera en condiciones le tocaría ser suplente. Pero si el jugador del Manchester City no puede estar no es que sea un recambio de garantías, si no que apenas hay fisuras. Atento a todo lo que pasa, volvió a ser ese mariscal de campo que todo lo controla y que sabe cuándo imprimir velocidad, cuándo pasar hacia atrás para respirar y cuándo apretar a un centro del campo del nivel del francés.
Zubimendi partió con Pedri y Merino de acompañantes aunque estuvo más cerca del canario que de su excompañero quien subió para alimentar a los delanteros. El donostiarra volvió a ser uno de los más destacados de la selección. Algo que últimamente se está convirtiendo en algo habitual. No hay nadie que dude de la calidad de Rodri en esta posición de ancla entre la defensa y el centro del campo, de puente entre lo que es robar y crear, pero sin embargo la distancia que hay entre él y Zubimendi parece cada vez menor.
El tercer jugador realista convocado, Álex Remiro, vio desde el banquillo junto con el otro portero suplente David Raya, la exhibición bajo palos de Unai Simón. A pesar de los cuatro goles encajados, el de Murgia fue uno de los más destacados con seis paradas en total, la mayoría de gran mérito.
Además de la participación de Martin Zubimendi y Mikel Oyarzabal, el color blanquiazul a la Roja, también está pigmentado por dos jugadores que hasta hace nada defendían la camisola guipuzcoana. Robin Le Normand y Mikel Merino partieron en el once inicial de De la Fuente. El pamplonés culminó un gran pase de Oyarzabal marcando nuevamente en Stuttgart –como hizo en los cuartos de final de la Eurocopa pasada– y completó un sensacional partido, como en él es habitual. No cabe duda de que la forma de jugar de Merino, con esa cantidad de duelos que gana, de la cantidad de campo abarca, de cómo se asocia con los compañeros recuerda a los seguidores realistas que ha sido una pieza importantísima en la Real del último lustro.
Lo mismo se puede decir de Le Normad, quien formó el jueves junto a Huijsen en el centro de la zaga. El bretón tuvo que vérselas –como sucediera en la Champions de la temporada pasada frente al PSG– con Mbappé y Dembélé, y ese talento emergente que brilló en la final de la Liga de Campeones este año llamado Desiré Doué. Volvió a estar granítico el de Pabú, hasta que unas molestias musculares le alertaron de que quizá lo más conveniente era retirarse al banquillo. Tal cosa sucedió en el minuto 77 y Le Normad dejó su lugar en la zaga a Dani Vivian.
Esos problemas físicos no parece que le puedan apartar a Le Normand de la gran final de la Nations League que será mañana (21.00 horas, La1) en un estadio imponente como el Allianz Arena de Múnich, feudo del Bayern.
Posiblemente Zubimendi, Oyarzabal y Merino repitan de inicio , aunque el navarro puede dejar su hueco en el once a Fabián Ruiz. Espera una Portugal donde Cristiano quiere seguir acaparando protagonismo aunque quizá jugadores como Bernardo Silva, Neves, Vitinha, Días o Neto tengan más peso que el jugador de Madeira. La Real también gana, siempre que no haya un problema físico, con este tipo de partidos. Los jugadores se habituan a las grandes citas, esas a las que nos han acostumbrado en los últimos cinco años de gran juego y mejores resultados.
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