Broche de oro a un gran 2022
En las horas previas al partido había cierta incertidumbre por cómo respondería el equipo después del Mundial y la verdad es que desde fuera dio ... la sensación de que el tiempo no había pasado para nosotros. La Real puso fin al 2022 con una gran victoria que le permite asentarse en el tercer puesto, muy cerca de los grandes. Todo esto, además, en un día especial para los aficionados txuri-urdin por el regreso al verde de nuestro capitán, que se llevó una merecida ovación tanto cuando salió a calentar como en el momento en el que entró en escena.
Fue un día perfecto. Y es que la vuelta de Oyarzabal supone mucho para un equipo que con toda la plantilla a punto va a dar mucha guerra en las tres competiciones en las que está inmersa: Liga, Copa y Europa League. Primero porque Mikel es un jugador especial y único que en lo futbolístico siempre marca la diferencia, y segundo porque con él Imanol va a tener más recursos de los que poder tirar.
Yo siendo entrenadora siempre he dicho que bendito problema es eso de mirar al banquillo y tener un dilema por no saber a quién de todos sacar. Porque cuántos clubes pagarían por tener futbolistas de tanto talento como los nuestros. Piezas clave que si todo va bien van a poder descansar más y así no llegar tan ahogados a algunos partidos, como es el caso, por ejemplo, del de Sevilla en el último antes del parón.
El sábado contra Osasuna vimos a una Real tranquila que jugó en todo momento sin complicaciones. Y eso que los de Jagoba Arrasate defienden muy bien y juegan mucho balón aéreo, algo que nos incomoda. Sin embargo, esas finalizaciones perfectas primero de Brais y después de Sorloth tras el descanso valieron tres importantes puntos.
Por lo demás, ante Osasuna sirvió para ver un Anoeta casi lleno y con mucho colorido gracias a la afición rojilla, que como siempre demostró que este derbi es muy sano. Fue una pena, eso sí, no poder despedirnos de Roberto Torres en el campo.
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