Arriesgar por no correr riesgos
Offside ·
La Real tiene ante sí un portero de 1,92 preciso con el pie, seguro bajo palos y el segundo más joven de la Liga. Solo nos falta saber cuidarloUna de las muchas y buenas frases que nos dejó Juanma Lillo en su etapa aquí era aquella que decía que «no arriesgar es lo ... más arriesgado, así que para no correr riesgos es conveniente arriesgar». El trasfondo de esta expresión es que hay que evolucionar, aunque ello implique un riesgo. Porque todo cambio es incómodo por la necesidad de adaptarse a una nueva situación.
La Real podía haberse quedado con la portería tal y como estaba el año pasado. No tenía necesidad de meterse en ningún lío porque contaba con dos guardametas contrastados. Rulli, con cinco temporadas a sus espaldas en Donostia, y Moyá, con una dilatada trayectoria que le convierte en una garantía. Pero si algo ha hecho bien este club en los últimos años ha sido no descuidar el largo plazo, aunque ello implique en ocasiones tomar decisiones difíciles en el corto. Pocos entendieron que cuando cayeron lesionados Canales y Agirretxe hace cuatro años, en vez de reforzarse en el mercado de invierno se desprendiera encima de Chory Castro para mandarlo al Málaga. Se trataba de reforzar la apuesta por Oyarzabal, al que con 18 años dio la alternativa en aquella segunda vuelta de la 15/16. Hoy es el líder del proyecto y uno de los capitanes. En la portería ha pasado algo parecido.
El primer fichaje. Cuando Roberto Olabe se puso a diseñar la temporada 19/20 hace un año, lo que veía bajo palos no le llenaba del todo. No tanto en el corto plazo como en el largo. Y él, como portero que fue, sabía bien de lo que hablaba. Lo fácil hubiera sido dejarse llevar porque había otras líneas en las que era más necesario hacer cambios. Faltaba velocidad y profundidad arriba, calidad en la mediapunta, los dos laterales zurdos eran muy jóvenes, había que dar una vuelta a los centrales...
Pero el primer fichaje que ató fue el de Remiro. Un portero joven de gran proyección pero sin experiencia en la élite. Ni siquiera había debutado en Primera. Un melón por abrir, vamos. Esas situaciones en las que es importante aplicar el conocimiento futbolístico y ver lo que otros no ven. Ahí es donde puede marcar diferencias la Real. Como ha pasado con Isak. Aspirar a jugadores cotizados es imposible ya que la lista de clubes con más dinero es larga.
La apuesta entrañaba una segunda derivada: había que deshacerse del meta titular desde 2014, internacional con Argentina. La gestión del verano no fue fácil hasta que Rulli entendió el mensaje y se marchó al Montpellier. El mismo Moyá admitió que llegó a pensar en salir viendo que pasaban las semanas y seguía habiendo tres porteros, mientras que Zubiaurre tuvo pie y medio en el Logroñés. Entendía que su etapa en el Sanse había acabado y que como cuarto portero no tenía futuro aquí. Al final Olabe tuvo que mover ficha para desatascar la situación.
Arranca en el banquillo. El análisis de la pretemporada aconsejó que había que tener calma con Remiro. Ayer reconoció que en verano acusó el año de inactividad que pasó en Bilbao. Si a ello le sumamos los cambios introducidos en la defensa, con las entradas de Le Normand y Sagnan por Navas y Héctor Moreno, se entiende que Imanol apostara por Moyá para arrancar el campeonato.
El balear transmitió seguridad y experiencia para superar un calendario muy adverso de inicio, con complicadas salidas a Mestalla, Mallorca, Bilbao, Cornellá y el Pizjuán y un toro difícil de lidiar en casa como el Atlético. Todo ello entre agosto y septiembre. No debió de ser fácil de encajar para Remiro, que aguantó una temporada sin jugar para fichar por la Real y se veía en la misma situación que doce meses atrás.
Ahí ha sido importante la confianza que le ha demostrado todo el club, personalizada por su cercanía en Imanol y Luis Llopis. Ahora, con catorce jornadas disputadas y siete partidos para cada portero, las cosas se ven diferente. Especialmente desde el prisma de Remiro, que ha visto cumplido su sueño de jugar en Primera División.
El balance de sus siete primeros partidos ha sido notable. En lo colectivo, la Real ha ganado cuatro -Alavés, Betis, Celta y Granada-, empatado ante el Leganés y perdido frente al Levante y Real Madrid. En lo personal ha superado sin sobresaltos el aterrizaje en la máxima categoría. Gustó mucho contra el Betis, con dos buenas paradas a Fekir, y frente al Levante, ya que sus intervenciones -dos a Morales y una a Miramón- evitaron una derrota más abultada y mantuvieron a la Real viva hasta el final. También realizó una parada determinante ante Recio con 0-0 que hizo que el partido ante el Leganés no se complicase aún más y salió vivo del Bernabéu en su primera visita. En los triunfos contra el Alavés y el Celta tampoco se vio muy exigido.
Su error más grave fue el de Granada, al tragarse aquel disparo de falta de Vadillo que luego no tuvo trascendencia felizmente por el gol de Portu. Eso significa que su presencia no nos ha costado puntos. Más bien, al contrario, nos ha podido dar alguno en esos dos encuentros ante Betis y Leganés. Y no hay que olvidar que a sus 24 años es el segundo portero más joven de los que están jugando ahora en Primera División, solo superado por Unai Simón, que tiene dos menos que él.
Los porteros, mirados con lupa. Normalmente aceptamos e incluso promocionamos la juventud en otras posiciones. ¡Cuántas veces no hemos pedido que suba algún chaval del Sanse! El año pasado, sin ir más lejos, aplaudimos con las orejas los debuts de los Barrenetxea, Aihen, Le Normand, Sola, Guevara, Zubimendi, Roberto López... Pero si se trata de un portero, la cosa cambia. Ya no estamos tan convencidos. Y le miramos con lupa.
Cuando vemos que el Athletic saca guardametas como churros -Kepa, Herrerín, Simón, Aitor Fernández o el propio Remiro- es porque en un momento dado los ha puesto a jugar. No tienen otra alternativa y han sabido hacer de la necesidad virtud. Aquí hemos vivido trece años de Bravo y Rulli. Quizás toda la confianza que hemos depositado en la cantera en los jugadores de campo se la hemos negado a los porteros. Ahora tenemos delante a uno con muy buena pinta; joven, con un físico poderoso -1,92 de altura-, seguro bajo palos y con un juego con los pies de lo mejor de la Liga. Tiene toda una carrera por construir. Solo hace falta que lo sepamos cuidar. Y es que, a veces, para no correr riesgos hay que arriesgar. ¿Verdad Juanma?
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