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Anoeta, en su soledad
No todos los campos vacíos son iguales y la ausencia en el de la Real ha sido más profunda que en otros porque el estadio era el corazón del nuevo realismo
No todos los estadios vacíos son iguales porque cada afición es feliz o desgraciada a su manera. La ausencia se ha dejado sentir en todos ... los campos, de Vigo a Valencia, de Cornellá a Granada. Pero la soledad ha sido distinta en Anoeta, porque Anoeta era el corazón del nuevo realismo. Un amor apasionado, a primera vista. Un campo que no reconocería un viejo seguidor blanquiazul de aquellos a quienes un abrazo entre dos futbolistas tras un gol les parecía una grosería frente a la elegancia de un apretón de manos fuerte y bien dado, que es como celebraban los jugadores de la Real Sociedad.
Anoeta es tanto como el proyecto estratégico del club para los próximos cincuenta años. Y que esté vacío afecta al centro mismo de la institución. La Real Sociedad, frente al pesimismo, había conseguido llenar su nuevo campo de 40.000 asientos. Y lo había llenado de entusiastas. De entusiastas contagiosos, que empezaron celebrando los goles de espaldas al campo y en pocos meses hicieron que se diera la vuelta todo el estadio, alérgico por lo general a cualquier exceso de entusiasmo. ¡Qué era aquello!
La arquitectura ha provocado la segunda gran transformación social de Anoeta en este siglo. La primera la protagonizó el gran Antoine Griezmann, que llenó el campo de jóvenes optimistas y de camisetas blanquiazules. Lo nunca visto, una revolución que permanece.
Anoeta vacío es un problema existencial. Porque, como en el viejo fútbol, la Real Sociedad había conseguido convertir su campo en un santuario. Rápido, en pocos meses, como imponen los tiempos. Un club, siempre, había sido su camiseta y su campo. La camiseta permanecía, pero Atotxa era mucha pérdida, aunque la nostalgia ha embellecido y mitificado el viejo campo del Paseo del Duque de Mandas. Ahora, la Real Sociedad tenía Anoeta, su mejor fichaje, según el presidente Aperribay.
Treinta años esperando esto y hay que cerrar. La Liga se despidió anoche de Anoeta, que ahí se queda, en su soledad. Bere bakardadean. Vacío, sin sentido. La nueva Real, el equipo que puede volver a ganar un título, se había construido entre esas cuatro nuevas gradas. Se puede ganar una Liga en un campo de entrenamiento, pero no se puede ser la Real sin la gente.
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