Anoeta rinde una calurosa ovación a Imanol Alguacil

o es buena señal para el club que Imanol no haya encontrado las condiciones para seguir. El entrenador que volvió a hacer a la Real campeona se va pero si en toda su carrera ha tenido un reducto donde ha sido incuestionable es el estadio. La grada ha sido 'imanolista' y lo será hasta el último día, como se demostró ayer. Cuando sonó por megafonía su nombre, Anoeta le dedicó una ovación unánime y cantó 'Imanol, Imanol, Imanol'. El juicio del estadio ha sido siempre claro. La cátedra se habría tirado por un precipicio si él lo hubiera ordenado y ayer, en su último derbi de esta etapa al frente de la Real, ese carisma y esa autoridad fueron ratificados una vez más.

Por si ese juicio no hubiera sido suficiente, una de las grandes figuras del equipo, Martin Zubimendi, dictó sentencia con una frase que no deja posibilidad de error: «Imanol es historia de la Real».

Para los futbolistas, la marcha del entrenador es categórica: «Se cierra un ciclo», zanja el centrocampista internacional, cuyo futuro también se atisba fuera de Anoeta. Zubimendi explicó que «se cierra un ciclo del que ha sido protagonista. No he conocido otro entrenador en mi carrera, llevo ocho años con él».

En el relato más serio que se ha hecho puertas adentro de la relevancia de Imanol, el centrocampista donostiarra, en una entrevista con el canal oficial de LaLiga, señaló que «a nivel social destacaría de Imanol la ilusión que ha traído a Gipuzkoa. Cuando llegó, la Real transmitía menos y enganchó a mucha gente. Están los logros conseguidos, pero sobre todo la manera en que lo hicimos. En lo deportivo, destaco el trabajo en Zubieta. Ha habido muchos días duros, pero ha sido la clave de todo».

Zubimendi añade que «el momento con el que me quedo de Imanol es la celebración del título de Copa. No por el espectáculo que montó en la rueda de prensa, sino porque en ese gesto se vio el sentimiento que tiene por la Real. Le salió del alma».

'Uno de los nuestros', es lo que siente la grada.