Sánchez quiere pactar los Presupuestos Generales del Estado con el PNV antes de adjudicar los fondos europeos
Los jeltzales, que aún no han recibido una oferta de negociación presupuestaria, insisten en su voluntad de completar la actual legislatura hasta 2023
Alberto Surio y ramón gorriarán
San Sebastián
Martes, 6 de julio 2021, 06:47
Pedro Sánchez pretende aprobar los Presupuestos Generales del Estado para 2022 con igual o mayor apoyo que el obtenido para los de este ... año y hacerlo con sus socios de investidura, en particular con el PNV, antes de que se concrete la adjudicación de los fondos europeos, que los jeltzales consideran una cuestión estratégica. El presidente del Gobierno, en todo caso, quiere dar un puñetazo en la mesa ante el goteo de encuestas que sitúan al PP como ganador de las elecciones generales y con posibilidades de gobernar con Vox, y que da alas a Pablo Casado para reclamar su dimisión y el adelanto electoral.
Son demandas que en la Moncloa se perciben como lluvia en el tejado porque, en los planes del presidente, las elecciones quedan para finales de 2023 o principios de 2024, y ese calendario es inamovible salvo que se produzca la deserción en masa de sus aliados parlamentarios que no parece probable. La mejor manera de sofocar «el ruido» externo, afirman en el entorno presidencial, es con un gesto de poderío y qué mejor señal que la aprobación de los Presupuestos del próximo año.
El Gobierno aspira a superar los 189 votos favorables del año pasado y que fueron, en palabras de la titular de Hacienda, «el apoyo más importante de toda la historia de España». No es descabellado, los socialistas han logrado respaldos superiores a los 190 diputados en las últimas votaciones sobre los indultos a los condenados del procés.
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La maquinaria ya se ha puesto en marcha. La ministra María Jesús Montero reclamó el 28 de junio a todos los departamentos gubernamentales un esbozo de sus cuentas. La idea es aprobar el techo de gasto este mismo mes y tener listo el proyecto para el 30 de septiembre y llevarlo al Congreso. «Tenemos que volver a la normalidad de tener unos Presupuestos aprobados antes de fin de año», afirmó el presidente el pasado jueves.
Algunos de los contactos, aunque incipientes y generales, ya han comenzado. Sánchez abordó la negociación presupuestaria con Pere Aragonès, el pasado martes en la Moncloa, y un día antes con la vicepresidenta Yolanda Díaz, la referente de Unidas Podemos en el Gobierno. No debió ir mal en ese sentido la charla con el presidente de la Generalitat porque desvinculó el voto de Esquerra a los Presupuestos de los avances en la mesa de diálogo. Una postura, de entrada, diferente a la del año pasado, cuando el Gobierno sudó tinta para lograr el respaldo republicano.
Los socialistas dan por hecho el apoyo de Unidas Podemos, lo contrario sería dinamitar el Gobierno de coalición. Pero Díaz ha puesto sobre la mesa, al menos, dos asuntos delicados para Sánchez: la reforma fiscal, que el presidente ha descartado para 2022, y la subida este año del salario mínimo, que cuenta con el rechazo irreductible de los empresarios y que dentro el Gobierno también divide las aguas.
El PNV, a su vez, se mostró ayer dispuesto a implicarse en la negociación presupuestaria, aunque reconoció que aún no ha habido una comunicación oficial del inicio de las conversaciones y no quiso desvelar el contenido de su estrategia en este proceso ni las cuestiones a abordar. La línea de comunicación entre el EBB y el Ejecutivo de coalición es fluida, y los jeltzales están a la espera de la llamada del Gobierno para el arranque del diálogo. «Nosotros ya hemos manifestado nuestra voluntad de que se agote la legislatura, así que nuestra disposición a lograr un acuerdo es total en esta dirección», recalcaron ayer fuentes jeltzales. Como telón de fondo de la discusión presupuestaria se sitúa el reparto de los fondos europeos, que el PNV considera crucial que participe el Gobierno Vasco. Sin embargo, es un asunto que se dilucidará después de la negociación presupuestaria en la que planeará, previsiblemente, la culminación del Estatuto, la exigencia del traspaso autonómico de Ingreso Mínimo Vital, y las inversiones en el País Vasco.
El PNV no mantiene la misma sintonía con todos los ministerios, con independencia de si están gestionados por el PSOE o por Unidas Podemos. Así, por ejemplo, la relación con las vicepresidentas tercera y cuarta, Teresa Ribera y Yolanda Díaz, es buena, reconocen fuentes del PNV, mientras que «no lo es» con los ministros de Fomento, José Luis Ábalos, y Seguridad Social, José Luis Escrivá.
Cambio de Gobierno
Sobre estos pasoss planea la sombra de una remodelación en el Gobierno. Sánchez insiste en que no es su «prioridad» en estos momentos, pero entre los ministros el nerviosismo es evidente. Alguno ha dicho a su círculo más cercano que le quedan «dos telediarios», y otros callan al ser preguntados cuando el manual establece que hay que echar balones fuera. En la Moncloa y en el Partido Socialiasta dan por hecho que habrá crisis ministerial, pero nadie se atreve a decir en qué momento. Las apuestas se inclinan por este mes para encarar en septiembre el segundo tramo de la legislatura con un Gobierno de «más peso político», la muletilla que se utiliza para justificar los cambios.
La agenda del presidente para los próximos días está muy apretada y no induce a pensar en decisiones inminentes. Hoy inicia un gira por Estonia, Lituania y Letonia, y nada más regresar recibirá en La Moncloa a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Después vuela de nuevo a Nueva York, Los Ángeles y San Francisco en un viaje de promoción.
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