Cinco retos de calado para un Gobierno foral en minoría

En este reportaje identificamos cinco retos. Sin duda la Diputación deberá atender a muchos más, pero éstos que a continuación describimos se encuentran en la línea de salida.

La pirámide de edad de Gipuzkoa muestra claramente que la base cada año se estrecha más y la cúspide se ensancha. O lo que es lo mismo, el número de personas mayores supera con creces el de los jóvenes. En consecuencia, la Diputación está obligada a abrir más residencias – ahora hay unas 60 que dan servicio a 5.000 dependientes– y centros de día para atender a este sector de la población. En cartera se encuentran geriátricos como el emblemático de Adinberri en Pasaia, pero también otros como los nuevos o a reformar de Zarautz, Irun, Ordizia o Urnieta.

Se considera que en esta legislatura se deben poner en servicio 300 nuevas camas. Además, la Diputación ha asumido el reto de que los nuevos centros no superen las 150 plazas para garantizar una mejor atención. En paralelo, resulta obligado reducir las listas de espera de acceso a estos servicios. Todo ello requerirá cuantiosas inversiones y la contratación de profesionales para atender esas instalaciones, de ahí que el envejecimiento también sea una oportunidad para dinamizar la economía.

Las arcas forales deben financiar retos crecientes, como el señalado anteriormente del envejecimiento, de manera que ha de contar con recursos también en ascenso. De ahí que el cobro de impuestos, se quiera o no, se sitúe en el cogollo de la cuestión. El melón de la reforma fiscal vasca se debería abrir en esta legislatura, después de haberse aplazado en diversas ocasiones. Sin embargo, tras el 28-M el escenario se ha complicado porque tanto en Gipuzkoa como en Araba el bipartito PNV-PSE ya no disponen de mayoría absoluta. ¿Podrán apoyarse ambos partidos en el PP, que aboga por una bajada de impuestos a la que jeltzales y socialistas se oponen? Las otras dos opciones, buscar el acuerdo con EH Bildu o Elkarrekin Podemos parecen todavía más complicadas, así que el terreno está minado y todo ello con la vista puesta ya en las elecciones autonómicas de 2024.

Para que el fisco recaude hace falta que la economía carbure. Por lo que respecta a Gipuzkoa, a día de hoy los índices de producción industrial, exportaciones y empleo son positivos, aunque con altibajos. Ahora bien. ¿Qué nos deparará el futuro inmediato? Sectores como el de la automoción, clave para el territorio, se enfrentan a la revolución del vehículo eléctrico. Gipuzkoa contará con el polígono Mubil para situarse con el viento a favor, una iniciativa sin duda necesaria, pero que palidece cuando se constatan las enormes inversiones de VW en Sagunto o la intención de Tesla de abrir una gigafactoría también en esa zona. ¿El pujante corredor Mediterráneo va a pasar por la izquierda y por la derecha el eje Atlántico?

Este es un riesgo que afecta al conjunto de Euskadi. La Diputación, dentro de sus competencias, está obligada a aprobar incentivos para que esta industria, con centenares de proveedores asentados en el territorio, no decaiga. Al mismo tiempo ha de atraer a otras nuevas, como las firmas de biotecnología, que despuntan en Miramon de manera sobresaliente.

De las pocas cosas buenas que trajo la pandemia se encuentran los descuentos en el transporte público. La medida fue promovida por el Gobierno central y aquí ha sido puesta en práctica por la Autoridad Vasca del Transporte. La prórroga en la subvención que se aplica a la tarjeta Mugi provocó roces entre el PNV y el PSE, pero el hecho es que se aceptó que continuara hasta finales de este año. Por tanto, allá por diciembre se tendrá que decidir si la rebaja del 50% se mantiene en 2024 o no.

Otra cuestión espinosa ha sido el cobro de peajes a camiones. El tema quedó resuelto tras las últimas resoluciones de la UE. Sin embargo, siguen coleando cuestiones como la reclamación de Guitrans para que se devuelvan los peajes abonados entre 2018 y 2021, anulados por el Supremo.

La rehabilitación del Koldo Mitxelena será la obra emblemática de la Diputación en esta legislatura. El presupuesto asciende a 8,4 millones de euros y los trabajos se prolongarán durante 21 meses. La institución foral estima que el renovado KMK puede volver a abrir sus puertas a principios de 2025. La necesidad de acometer el proyecto se puso sobre la mesa en 2017, tras un informe arquitectónico que instaba a la rehabilitación del edificio. Se inició entonces un proceso para la redefinición del centro y se anunció que las labores se llevarían a cabo entre 2018 y 2020.

Sin embargo, a finales de 2017 se comunicó el primer retraso. Luego llegarían otros, y al final la pandemia, donde se paralizaron todas las obras. Fue entonces cuando se decidió aprovechar el parón provocado por el coronavirus para redefinir la reforma. Tres años después, en abril de este año, se adjudicaban la obras y se anunciaba el cierre del centro para el presente mes.