Nadie quiere ser 'Botifler'
El foco ·
La alta tensión vivida la pasada semana en Cataluña, con la exhibición de una inusitada violencia nunca antes vista en sus calles como respuesta a ... las condenas a los políticos enjuiciados por el procés, sitúa al secesionismo en un callejón sin salida. Un laberinto que los propios dirigentes que defienden el independentismo no consiguen abandonar, y con el agravante de que la guerrilla urbana contra las diferentes policías desplegadas -incluidos los Mossos d'Esquadra, a los que el propio Torra quiere depurar responsabilidades- ha ofrecido la peor imagen del legítimo rechazo a una sentencia judicial. El president, que permitió que se le grabara un sonrojante vídeo donde mascullaba en su despacho la palabra 'collons' para reprobar el plantón de Sánchez a su llamada, tampoco quiere perder su posición favorable al enfrentamiento total. El Gobierno lo da por amortizado y busca debilitar al heredero de Puigdemont con un 'puenteo' en toda regla con los republicanos, que sí reciben llamadas de teléfono. La conexión de Moncloa con ERC no es nueva, como tampoco lo es el planteamiento más amortiguado de la formación que lidera Junqueras desde la cárcel. Sin embargo, de puertas afuera nadie quiere pasar por 'botifler' (traidor en catalán) y, mucho menos ahora, a apenas diez días de que se inicie la campaña electoral del 10-N. Nadie quiere ser señalado como un desertor, ni pasar por el duro trago de Rufián tras ser abucheado la noche del sábado después de que horas antes condenara los disturbios callejeros. No olvidemos que fue el propio Rufián quien había presionado hace dos años a Puigdemont con las famosas 155 monedas de plata.
Y en ese escenario en que nadie quiere aflojar en el secesionismo catalán se sitúa el nuevo órdago que esos partidos firmaron ayer en el Parlament, aunque alguno de ellos lo pudiera hacer con la boca pequeña o pensando solo en un movimiento de cara a la galería. El Tribunal Constitucional avisa a la Cámara catalana de que no puede desbordar el actual marco jurídico. Las consecuencias se han conocido hace una semana en forma de sentencia. No hay mucha vuelta de hoja. Y Sánchez no da su brazo a torcer. Primero ley y luego diálogo.
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