El pulso que cambió a la izquierda abertzale
Hoja de ruta. El Gobierno central y EH Bildu mantienen sus estrategias pese a la repetición del juicio por el caso Bateragune una década después del fin de la violencia
No hay cambio de planes. El Gobierno de Pedro Sánchez y EH Bildu mantienen sus hojas de ruta y sus estrategias de no ... agresión a pesar de la decisión del Tribunal Supremo de repetir el juicio del caso Bateragune. El asunto agitará a los aliados parlamentarios de la coalición PSOE-Unidas Podemos. Pero la apuesta del Ejecutivo pasa por apuntalar el bloque de la investidura y no perder el apoyo preferente del PNV, que es 'socio estratégico'. La respuesta social en la calle -ayer se desarrollaron concentraciones de protesta en las ciudades y en los principales pueblos vascos- supone un barómetro de movilización. A la convocatoria se sumó Podemos, que es socio de Sánchez; y a título personal también hubo representantes del PNV. En el área socialista del Gobierno se cree que la izquierda abertzale logrará con esta campaña un cierre de filas interno, pero no abrirse a nuevos sectores sociales, que se apunta como una clave de su despegue. Lo que inquieta más es que este escenario pueda desestabilizar al PNV.
Tampoco EH Bildu va a alterar su chip de 'responsabilidad'. El cambio estratégico del MLNV se inició en el contexto del juicio del caso Bateragune. La Audiencia Nacional comenzó en 2011 un proceso contra los dirigentes de la izquierda abertzale y les acusó de querer reconstruir la antigua Batasuna siguiendo directrices de ETA. Sin embargo, los cambios ya se fraguaban en la izquierda abertzale en meses anteriores. La presión democrática, la eficacia policial y el diálogo iniciado en Txillarre, y después continuado en Ginebra y Oslo, permitían acelerar esa mutación. En esa coyuntura -con la cúpula de la izquierda abertzale condenada- se acelera el proceso de cambio.
Y es que en el seno de la izquierda abertzale se libraba ya un serio debate interno, que se reavivó tras el atentado de la T4 el 30 de diciembre de 2006. El 13 octubre de 2009 se produce la detención de Bateragune y el 14 de noviembre de ese mismo año la presentación de la ponencia ponencia Zutik Euskal Herria, que avalaban Arnaldo Otegi, Rafa Díez y Arkaitz Rodríguez, entre otros, que preconiza que el liderazgo del MLNV lo lleve a cabo en exclusiva la organización política. La ponencia abría a ETA una puerta de salida para su retirada como vanguardia armada terrorista.
'Zutik' y 'Mugarri'
Sin embargo, el núcleo duro se aferra a las tesis político-militares. Lo hace Ekin -que se disolvió en julio de 2011- en torno a la ponencia Mugarri. El pulso es descomunal pero la corriente política gana la batalla y se impone a ETA. El fracaso de las conversaciones en Loiola en 2005 -provocadas ante el bloqueo del diálogo entre Jesús Eguiguren y los interlocutores de ETA- había precipitado las tensiones. La izquierda abertzale ralentizaba sus decisiones porque se empeñó siempre en evitar el fantasma irlandés de una escisión como la que sufrió el IRA. La ruptura de Loiola fue precipitada por ETA, que exigía una propuesta sobre la territorialidad inasumible para el PSOE que ya revelaba un conflicto interno con Batasuna. El 1 de agosto de 2011 se anuncia el alto el fuego de ETA y el 20 de octubre su cese definitivo.
Años después, el 8 de septiembre de 2018, el expresidente Zapatero se reunía con Otegi en el caserío Txillarre. El propietario de la casa, Peio Rubio, preparó un menú clásico a base de bacalao. Tras el almuerzo los comensales conversaron toda la tarde. Muchos tópicos se desmoronaron en la sobremesa. Eso sí, otras claves permanecen aún en el secreto de sus protagonistas. ¿Por qué el fin de Loiola cambió la relación de fuerzas en ETA? ¿Cómo gestionó el PSOE el discurso de firmeza de Rubalcaba con el diálogo que Eguiguren ofrecía a 'Josu Ternera' en nombre «del partido del Gobierno»? ¿Por qué los socialistas no capitalizaron políticamente el logro de la paz? Otegi lamentaría más tarde el escaso diálogo que mantuvo con Eguiguren durante el juicio. Rubalcaba confesó un día el miedo escénico que le provocó Loiola. Y Zapatero reivindica el final como una victoria limpia y ejemplar de la democracia española. Los historiadores descifrarán los últimos códigos en unos años, cuando se cierren todas las heridas.
Un 'frente amplio' soberanista que aspira a ser hegemónico
Euskal Herria Bildu ha descubierto la baza de la intervención política normalizada y se ha convertido en una pieza relevante en el bloque de la investidura que apoyó a Pedro Sánchez al frente del Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos en enero de 2020, mediante la abstención, y después ha apoyado los Presupuestos Generales del Estado. En Navarra, EH Bildu es la llave de la gobernabilidad del Gobierno de María Chivite. Además, desde el punto de vista orgánico, EH Bildu ha abierto un proceso congresual. En este marco, diez años después de su cambio estratégico, la izquierda abertzale cree que ha sentado las bases de un nuevo paradigma político y organizativo del independentismo de izquierdas y afronta los primeros congresos tras su refundación.
El proyecto que ha trazado EH Bildu de cara a su debate interno sostiene que la pandemia ha abierto un doble escenario: por un lado, de peligros antidemocráticos, pero también de crisis del sistema que puede aprovecharse. Una situación que, en su opinión, ha puesto de relieve la importancia de tener un estado pero, a la vez, las lagunas del capitalismo neoliberal. Un vacío de certezas en el que apuesta por hacer hegemónico el proyecto soberanista transformador y construir un bloque histórico que lo lleve a cabo. Una batalla en la que todo es posible, tanto una involución autoritaria como una implosión de los estados español y francés. La izquierda abertzale se plantea librar la batalla con una clara vocación y estrategia de poder, tanto en las instituciones como en la calle. Una estrategia de transición soberanista para la próxima década en la que se plantea gobernar las máximas instituciones vascas.
En el ámbito organizativo, EH Bildu quiere pasar de ser una mera coalición a convertirse en un sujeto político de militancia y una marca propia. Será la 'unidad popular' del siglo XXI -un frente amplio- para competir por la hegemonía soberanista progresista mientras Sortu se reserva como una referencia política y organizativa más a largo plazo de la izquierda aber-tzale.
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