La velocidad de las transferencias pendientes se va ralentizando de manera progresiva con la lógica inquietud del Gobierno Urkullu por el ya cronificado desfase en ... el cumplimiento del calendario acordado. Los gobiernos central y vasco cierran por fin el traspaso del Ingreso Mínimo Vital (IMV), custodiado con siete llaves por el ministro José Luis Escrivá, quien provocó más de un sobresalto dentro de su partido en Euskadi cuando planeó transferir esta competencia de manera temporal. Todo quedó en un susto. La vicelehendakari socialista Idoia Mendia, al frente de la cartera Trabajo y Empleo, trabajó desde sus filas para sofocar las tentaciones de Escrivá, mientras el PNV avisa a Sánchez que son los más leales entre sus aliados y que su distanciamiento puede provocar un descalabro como el que casi se produjo en la votación de la reforma laboral.
El Ingreso Mínimo Vital llega con un año de retraso sobre el último calendario previsto, mientras una veintena de materias espera en cola el lento proceder de su traspaso. Los jeltzales, que habitualmente suelen dirigir sus críticas hacia las ancladas estructuras funcionariales que frenan la descentralización, no quieren desaprovechar la ocasión. Sánchez desde que está en el Gobierno, en 2018, ha tramitado 11 transferencias, mientras que Rajoy cerró el grifo competencial durante los siete años de su mandato. Cero. Los números, a pesar de su lento proceder, sonríen para el actual presidente, que busca no perder la sintonía con el Gobierno de Urkullu y de paso fortalecer el papel de sus compañeros de partido dentro del Gobierno Vasco.
La gestión económica de la Seguridad Social es el objetivo más codiciado para el gabinete de Urkullu. El estudio de su viabilidad tenía que haberse iniciado el pasado año, pero la pandemia antes y ahora la guerra vuelven a enfriar las aspiraciones vascas. Ahora hay otras prioridades.
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