Dos presidentas y un Gobierno
Sin ser amigas, Barkos y Chivite se han comportado como «dos buenas profesionales» para tejer la coalición que ha llevado al PSN a la Presidencia de Navarra
Uxue Barkos lo vio claro la misma noche del 26 de mayo. En ese momento, nada más conocer los resultados electorales, tomó conciencia de que ... su mandato al frente del Gobierno de Navarra tocaba a su fin después de que Geroa Bai se viese relegada hasta la tercera fuerza parlamentaria con 9 escaños; aunque al mismo tiempo consideró que debía seguir apostando por un Gobierno «progresista, plural y estable», aunque ella no ostentase la presidencia. Esa responsabilidad, a su juicio, debía recaer en la socialista María Chivite, después de que el PSN alcanzase los 11 parlamentarios. Por ello, la todavía presidenta en funciones no tuvo ninguna intención de pelear por seguir en el cargo y esta legislatura ejercerá de portavoz de Geroa Bai en el Parlamento, tras haber contribuido a forjar un Ejecutivo de coalición entre el PSN, Geroa Bai y Podemos, con el apoyo externo de I-E. Cuando el viernes el Parlamento foral votó la investidura de Chivite gracias a cinco abstenciones decisivas de EH Bildu, Barkos fue la primera en acercarse a abrazar a la socialista y le anunció que su partido le apoyará durante la legislatura, aunque también se mantendrá vigilante.
No es algo frecuente que una presidenta empatice y se involucre en las negociaciones previas a su salida del cargo de la manera en que lo ha hecho la líder abertzale en los dos últimos meses. Fuentes cercanas a la formación de Barkos reconocen que sorprende la actitud «facilitadora» que ha tenido en esta transición entre gobiernos, aunque apuntan que responde «claramente» a una manera de entender la política de Geroa Bai y, en concreto, de su líder, empeñada en demostrar «que las cosas en política pueden hacerse de otra manera, con generosidad, sin personalismos y siempre primando el interés general de la sociedad», subraya una colaboradora cercana a Barkos.
La líder de Geroa Bai adoptó un papel protagonista durante la negociación para conformar el nuevo Ejecutivo con el PSN. Fuentes socialistas y de la coalición abertzale señalan que entre Barkos y Chivite no existía una sintonía personal especial más allá de los años que han compartido en la Cámara navarra. Vamos, que no eran amigas. Pero destacan que ambas se han comportado como «buenas profesionales» para tejer el acuerdo de coalición que ha llevado a Chivite hasta el Palacio foral.
Barkos ha mantenido una actitud facilitadora tras asumir el 26-M que no seguiría gobernando
Las líderes de PSN y Geroa Bai han mejorado su relación en estos dos meses de negociaciones
Una venía de gobernar la Comunidad y la otra de hacer oposición, en ocasiones contundente contra el Gobierno de Barkos, pero cuando surgió la posibilidad de llegar a un pacto para la gobernabilidad, la relación se 'engrasó'. Las formaciones que encabezan Chivite y Barkos tenían un propósito común: evitar que las derechas de Navarra Suma volviesen al poder. Y al final lo han conseguido.
«Si hace cuatro años se logró un acuerdo con fuerzas políticas distintas fue porque se tenía la impresión de que los navarros no entenderían que saliésemos a la calle sin conformar un gobierno. Ahora existía esta misma sensación», afirman desde Geroa Bai. Barkos insistió una y otra vez en su idea de que «la pluralidad nunca puede ser un problema», que Chivite hizo suya en el discurso de investidura del jueves.
Una negociación fluida
La negociación entre el PSN, Geroa Bai, Podemos e I-E ha sido siempre «fluida», según destacan fuentes del cuatripartito. Salvo algún momento tenso, que también lo hubo. Como el que Chivite provocó el pasado 9 de julio con su principal socio, Geroa Bai, al insinuar que no descartaba una reunión con Navarra Suma para tratar de conseguir de esta coalición las abstenciones que necesitaba para lograr su investidura y, de este modo, no depender de EH Bildu. Solo la idea provocó un profundo malestar en la formación de Barkos, que emitió un comunicado en el que recordó a los socialistas que el acuerdo programático al que habían llegado PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra (I-E) «no era una puerta falsa para que el PSN negocie o pacte con Navarra Suma».
En cualquier caso, la investidura de la socialista María Chivite como nueva presidenta de Navarra es ya una realidad. Atrás queda un tormentoso proceso en el que el PSN finalmente ha logrado su objetivo. Incluso a pesar de los miedos iniciales que entre algunos dirigentes del PSOE suscitaba este inédito pacto.
El PSN recupera así el Gobierno de la comunidad foral tras una travesía de 23 años desde que Javier Otano se viera obligado a dimitir, en junio de 1996, por su presunta implicación en casos de corrupción. Y Chivite se convierte en la novena persona en ocupar la Presidencia de la Comunidad foral desde el año 1979; la tercera mujer tras Yolanda Barcina (UPN) y Uxue Barkos; y la tercera socialista después de Gabriel Urralburu y Javier Otano. Una vez investida, será mañana cuando Barkos y Chivite formalizarán el traspaso de poderes en una reunión a las 11 en el Palacio foral de Navarra.
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