Oportunidad en el aire
El Pleno de este viernes revela la gran fragilidad de los puentes entre el Gobierno Vasco y la oposición para hacer frente al impacto económico de la guerra de Ucrania. El tono moderado del debate confirma la excepcionalidad del momento
Euskadi ha pasado de la emergencia sanitaria a la emergencia económica. El impacto de la guerra de Ucrania ha trastocado por completo la agenda y ... obliga a la política a tejer entendimientos para hacer frente a la excepcionalidad del momento desde la mayor unidad posible. El pleno del Parlamento Vasco de este viernes nos muestra una oportunidad en el aire con un serio peligro de que termine como una oportunidad perdida. Los discursos, todos, han respondido al guion de lo previsible, aunque en un tono llamativamente más constructivo. Puede que al final no haya acuerdo, pero algo está cambiando ante la elocuencia de los hechos. Es una sesión con guante de terciopelo que confirma la gravedad de la situación y la necesidad de buscar pactos. La sensación de cambio de época planea con fuerza y la discusión se centra por completo en las consecuencias de la contienda, desde la crisis de la energía, su incidencia en la industria y en la actividad productiva, la devaluación de los salarios y el aumento de la desigualdad.
EH Bildu, ha encontrado en ese flanco el punto más vulnerable del Ejecutivo desde el relato social en una estrategia de lluvia fina frente a la que el lehendakari apela al sentido de la responsabilidad y destaca la capacidad de respuesta desde las instituciones vascas «desde un modelo propio y equilibrado que funciona, con templanza y confianza», sin populismos catastrofistas ni recetas «mágicas». El principio de realidad acota el terreno de juego, la gravedad de la situación exigiría un cambio de chip pero, por lo que vemos y escuchamos, la unidad de acción sigue aún lejos aunque se ha moderado el lenguaje y todos han entendido que hay que bajar decibelios y reducir la agresividad verbal. Veremos si el debate desemboca en iniciativas comunes más allá de reflexionar sobre las medidas que se pueden llevar a cabo «en el ámbito de nuestras competencias», como señala la propia iniciativa planteada en la Cámara.
El debate arroja algunas primeras impresiones. La coalición PNV-PSE que lidera el lehendakari Urkullu se refuerza en su plan de choque y en su unidad interna a pesar de la presión y del desgaste por los efectos de este escenario tan volátil. La segunda conclusión es que los puentes de la oposición son aún demasiado frágiles porque tropiezan con el gran debate pendiente de la fiscalidad y con unos grupos de izquierda que se han envuelto en la bandera del reparto de la riqueza más equitativo. El remanente de los 1.900 millones de euros del Gobierno Vasco se ha convertido en todo un icono del desencuentro. El debate sobre la factura de la luz se ha transformado en un arma arrojadiza en el que no hay certezas. Oposición y Gobierno juegan sus cartas ante una ciudadanía cada día más apurada por la brutal carestía de la vida en un contexto de profundas mutaciones geoestratégicas, de cambio económico y de transición energética. La lluvia de cifras demuestra que seguimos en el ojo de la tormenta pero aún no hemos encontrado un paraguas compartido para no empaparnos.
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