Los 'ongi etorris' presionan a la izquierda abertzale y empañan su apuesta por el pragmatismo
Sortu mantiene su compromiso de rebajar el tono de los recibimientos pero ve inevitables algunas acogidas
La polémica por los últimos recibimientos públicos a presos de ETA excarcelados, celebrados el pasado fin de semana en Hernani y Oñati, ha estallado ... de forma sorpresiva para la sociedad vasca y para la propia izquierda abertzale cuando parecía que esta cuestión estaba encauzada, una vez que el propio entorno de la extinta Batasuna había asumido hace unos meses la falta de idoneidad de este tipo de actos para no soliviantar a las víctimas y no entorpecer posibles vías de diálogo encaminadas a promover avances en la política penitenciaria.
Junto a la cascada de críticas por el modo «éticamente inaceptable» con el que fueron recibidos en la calle el que fuera uno de los jefes de la banda, José Javier Zabaleta Elosegi, 'Baldo', el sábado en Hernani, y el condenado por los secuestros de José Antonio Ortega Lara y Julio Iglesias Zamora, Xabier Ugarte Villar, el domingo en Oñati, se han sucedido los llamamientos al independentismo para que ponga fin a este tipo de escenas -con pasillos humanos a los exreclusos, bengalas, música y pancartas-, por exceder lo que puede considerarse un recibimiento humanamente entendible por parte de familiares y amigos a quien ha pasado cerca de 30 años en prisión.
Lo decía ayer en estas mismas páginas el presidente del PNV de Gipuzkoa, Joseba Egibar, cuando afirmaba que, «por mucho que se quiera disimular, para todos los que vivimos la realidad vasca queda claro que lo que se produjeron fueron homenajes». En la misma línea se han manifestado a lo largo de la semana el conjunto de partidos e instituciones, salvo EH Bildu. Así, en una inusual nota de respuesta a unas declaraciones del secretario general de la coalición abertzale, Arnaldo Otegi, en las que defendía los 'ongi etorris', el Gobierno Vasco replicaba que «hablar del derecho al abrazo es demagogia de alta intensidad porque el problema es la ostentación pública y política de estos actos». Otras condenas han sido las del delegado del Gobierno en Euskadi, Jesús Loza, que ha llevado los homenajes a la Fiscalía; o, dentro de la propia EH Bildu, la de uno de sus socios, Eusko Alkartasuna, que consideró que «si un acto hace daño a cualquier víctima, está claro que no cabe en la construcción de la nueva convivencia».
La gradación al alza del exhibicionismo en los últimos 'ongi etorris' presiona a la izquierda abertzale no solo desde fuera, sino también internamente, ya que en cierto modo contraviene las directrices establecidas para llevar a cabo las bienvenidas y demuestra que hay sectores que no comparten la vía del pragmatismo político y la no ofensa a las víctimas. Gente que no está dispuesta a, según su modo de entender la situación, «seguir cediendo».
Como muestra un botón. Tras los recibimientos a 'Baldo' y Ugarte, y en medio de los emplazamientos a la moderación y a realizar estos actos en privado y en lugares cerrados, se produjeron sendos 'ongi etorris' el miércoles y el jueves en Vitoria y Amurrio a dos procesados por kale borroka. De nuevo en la vía pública, con pasillo humano, bengalas, pancartas y demás parafernalia. Como reza el dicho, 'si no quieres taza, toma taza y media'.
En busca del equilibrio
La evolución de los acontecimientos sitúa al mundo de Sortu de nuevo en la tesitura de mantener un equilibrio para contentar a ese colectivo discrepante sin dar marcha atrás a su estrategia posibilista para mejorar la situación de los cerca de 250 reclusos que aún siguen cumpliendo condena. Una vía que tiene como una de sus premisas abordar el tema de los presos de manera discreta, alejada del foco mediático, para evitar distorsiones o polémicas que dificulten el entendimiento. La izquierda abertzale es consciente de que si aspira a que se produzcan cambios en la política penitenciaria hace falta en el Estado un clima favorable, o al menos no contrario, que los permita. Y cualquier escenario de tensión como el que ha surgido en los últimos días empuja en sentido contrario. En paralelo, esta apuesta, junto con otras, ha tenido réditos electorales, llevando a EH Bildu a contar con el mayor apoyo popular jamás logrado por el independentismo.
Los últimos 'ongi etorris' empañan esa estrategia que, en cualquier caso, «se mantiene intacta», aseguran fuentes independentistas, que subrayan que la izquierda abertzale «seguirá actuando con responsabilidad» en esta cuestión, aunque advierten también de que «no siempre se puede controlar todo al 100%» y que «tampoco se puede pretender que cuando un preso sale de la cárcel se vaya a su casa sin más».
La impresión en el soberanismo es que la polémica se está «sobredimensionando» al coincidir en el tiempo con la investidura en Navarra, la crisis política en España, y «bajo el objetivo de zumbar al PSOE a través de nosotros». Aún y todo, las fuentes consultadas admiten que en los últimos recibimientos se produjeron situaciones «no contempladas», como los pasillos humanos, a pesar de lo cual rechazan que se pueda catalogar lo sucedido como homenajes públicos. «No hubo tarimas, ni intervenciones políticas, ni enaltecimientos... Lo que sucede es que si se juntan 400 personas no entran todos en el local donde estaba previsto celebrar la bienvenida», remarcan.
A este respecto, señalan que «tampoco se puede pretender que cuando un preso sale de la cárcel se vaya a casa sin más, solo con su familia y entorno más cercano, porque todavía existe un problema político de fondo en torno a esta cuestión que no se puede obviar. Y en tanto no se den pasos en su resolución, apretar tanto a la gente para que no exteriorice sus sentimientos si no se producen avances, puede generar hastío», advierten. Subrayan en este punto los avances producidos en los recibimientos de los últimos meses anteriores a los de Hernani y Oñati, así como en el desarrollo de las fiestas de verano en los pueblos y ciudades de Euskadi y Navarra, donde no se han registrado incidentes.
Diálogo
Entretanto, partidos e instituciones sopesan cómo poner coto a unos actos que «humillan a las víctimas» pero que la Justicia ha dictaminado como legales en tanto no se produzca en ellos un enaltecimiento expreso del terrorismo. Así, como anunció ayer este medio, el Gobierno central estudia una reforma de la ley estatal para incluir multas a los ayuntamientos que concedan permisos para estos actos o que no actúen para frenarlos. Para evitar imprevistos, el Ministerio del Interior notificará a los consistorios de los municipios en los que residan dichos presos su inminente puesta en libertad para que los alcaldes tomen medidas para evitar los homenajes.
La iniciativa responde a la decisión del PSOE, que gobierna en España, y en Euskadi en coalición con el PNV, de «recurrir a todas las vías legales posibles para que no se produzcan homenajes públicos» a etarras. Unos actos que, según fuentes del PSE, «no entiende nadie razonable en este país». Los socialistas vascos incluyen dentro de esas medidas «el diálogo con la izquierda abertzale», a la que ya llevan meses trasladando que «debe poner fin a estos recibimientos».
Del mismo modo, el Gobierno Vasco apela al diálogo y a la capacidad de la dirección de Sortu de convencer a sus bases para acabar con unas actuaciones que, confía, «van a tender a desaparecer». Fuentes del Ejecutivo autonómico enmarcan los últimos episodios en la existencia de «gente joven muy activa» que ha querido marcar perfil en localidades, además, con «aparatos de la izquierda abertzale poderosos». Estas fuentes realizan un pronóstico «en positivo» sobre la futura evolución de estos recibimientos. Recuerdan, en este sentido, que la izquierda abertzale «sabe que es una cuestión que influye directamente en la política penitenciaria» y que «no puede pretender sumar a determinadas víctimas de ETA para que, con mucha generosidad y buen talante, apoyen sus reivindicaciones en política penitenciaria y luego hacer estas cosas».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión