«Sólo si los presos salen con la autocrítica hecha podrán ayudar a la convivencia»

Antonio Rivera y Eduardo Mateo coordinan una edición donde aportan su visión víctimas como Maite Pagazaurtundua y Quico Tomás y Valiente; el principal asesor penitenciario del Gobierno vasco, Jaime Tapia; el director del Centro Memorial, Florencio Domínguez; la jurista Adela Asua; y el escritor Joseba Eceolaza, entre otros. «El sentido y el objetivo del libro es abordar esa herencia que deja ETA: víctimas, presos y casos sin resolver», resume Eduardo Mateo, de la Fundación Buesa. En el caso de los reclusos, en torno a 170 en la actualidad, tiene claro que, cuando cumplan condena, «sólo si salen con la autocrítica hecha podrán ayudar a la convivencia». De lo contrario, «si salen reivindicando su pasado, no será nada bueno», añade.

Es una reflexión que llegó a admitir incluso el EPPK, el colectivo de presos de ETA, cuando se distanció de los 'ongi etorri'. Pero la reivindicación del pasado sigue ahí, como ha podido verse esta misma semana, en la que Sortu Hernani publicaba una imagen de homenaje a uno de los cuatro miembros de ETA que murieron al estallarles la bomba que transportaban en Bolueta.

Buena parte del libro pivota sobre cuestiones jurídicas. Florencio Domínguez aborda en uno de los capítulos el peligro de generar falsas esperanzas en el colectivo de víctimas y analiza con profundidad el escaso recorrido de algunas tentativas judiciales, como la de aplicar a etarras los delitos de lesa humanidad o aspirar a la no prescripción de estos delitos antes del cambio de la ley. El historiador Antonio Rivera alerta también ante los que han llegado a pedir imposibles jurídicos, como la derogación de la amnistía, que fue uno de los pilares que cimentó la Transición.

Rivera sostiene que, pese a «la espectacularidad» de estos debates, «las cosas se están haciendo meridianamente bien». Busca referencias para valorar, por ejemplo, la situación de esos 379 asesinatos sin resolver. «Son muchos menos que los que hubo en Italia o en Irlanda del norte», recuerda. Eduardo Mateo reconoce, en ese caso, que «no se puede hablar de justicia pero sí podemos hablar de buscar la verdad histórica». Rivera diferencia también entre «el tratamiento penal o judicial y conocer lo que ocurrió», y sostiene que «muchos miembros de ETA y familiares podrían aportar la verdad de lo que ocurrió, incluso de forma anónima, sin consecuencias penales para ellos. Habría que ser imaginativos para que puedan hacerlo».

El caso del preso de ETA Mikel Otegi, que visitó Vitoria sin custodia policial para una visita médica, es parte de ese escenario que todos reconocen como «complejo». Esas situaciones son «absurdas y humillantes», y «son un error», pero «no son un problema mayúsculo porque no puede volver a cometer crímenes», según Rivera. «Aunque sea legal, no es ético ni estético. No está bien», zanja Mateo.