Abascal y Feijóo quieren jugar su particular partido hasta el final, aunque los números obtenidos en las urnas no sumen mayoría absoluta, sobre todo después ... del sonoro portazo que el PNV le dio en las narices del líder popular al día siguiente del 23-J. Hace diez días ambos dirigentes de la derecha -antaño compañeros del PP- se reunieron en secreto en un encuentro que -qué casualidad- fue desvelado por el propio partido de Abascal. Al margen de lamerse las heridas por no superar los 176 escaños que vaticinaban las encuestas es de suponer que tanto Feijóo como Abascal abordarían la manera y forma de encarar una investidura casi imposible para el dirigente gallego. Que Vox ofrezca ahora 'gratis' sus votos para la investidura de Feijóo y renuncie a entrar en un hipotético ejecutivo del PP huele a pólvora mojada y suena a postureo y a maniobra a la desesperada. Un movimiento que se produce después de que Vox haya rebañado hasta la última consejería en los acuerdos de gobernabilidad que ha cerrado con el PP en Baleares, Comunidad Valenciana, Extremadura y recientemente en Aragón, con todo tipo de concesiones por parte de los populares a los postulados negacionistas de la extrema derecha sobre violencia de género, igualdad y memoria histórica, entre otros puntos.
La entente del PP con Vox que Feijóo no quiso o no pudo romper desde el principio de la campaña electoral ha sido una pesada losa para el PP que, además, movilizó el voto del miedo. Ahora, a falta de unos días para que el Rey inicie su ronda de consultas tras la constitución del Congreso, la donación de los votos de Abascal facilitaría en principio la puesta en marcha de la investidura de Feijóo si, como se especula, los independentistas no acuden a Zarzuela. El líder del PP, con los números en contra, busca que Sánchez se fotografíe, aunque de este partido el dirigente gallego pueda salir más que tocado.
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