EL JUEGO DE LAS MAYORÍAS
La normalidad fue la palabra más utilizada ayer para definir la constitución de los nuevos ayuntamientos en Gipuzkoa. Una normalidad que, en realidad, no se ... recuperaba, porque desde que se restauró la democracia el factor de la violencia había condicionado el quehacer cotidiano de numerosos ediles vascos que llevaron a sus consistorios la voz de sus electores a pesar de tener encima la espada de Damocles del terrorismo de ETA y de sus seguidores, que amenazaban sin rubor a quienes no pensaban como ellos. El panorama de ayer fue bien diferente, salvo los gritos que simpatizantes de la izquierda abertzale le dedicaron al alcalde jeltzale de Alonsotegi. Eran los primeros plenos donde se elegían a los nuevos alcaldes sin la presencia de ETA, ya disuelta y desarmada, y el juego de las mayorías de los partidos se empleó ayer a fondo sin la presión del acoso que los violentos ejercían contra los pactos que no eran de su gusto. Arnaldo Otegi, en un papel más apaciguador que el que ejerció en el pasado, habló la víspera de encajar los resultados con deportividad porque su partido entró en el mismo intercambio que todos. PNV y PSE han reeditado su anterior pacto con un saldo más que satisfactorio -cerraron la mayoría en 41 alcaldías en Euskadi-, mientras que EH Bildu hizo lo propio con Elkarrekin Podemos en Errenteria y Ordizia. La otra combinación fue la del PNV y EH Bildu, que han dejado con un palmo de narices al PP vasco en La Rioja Alavesa al dejarle sin los simbólicos municipios de Laguardia y Labastida. Los populares vascos han vuelto a tocar suelo al lograr sus peores resultados en unas municipales de los últimos años. El golpe que supone la pérdida de esas emblemáticas alcaldías alavesas tampoco sitúa al PP vasco en una posición de excesiva fuerza para presionar a Urkullu en la negociación de los Presupuestos. La formación de Alonso no cuenta con excesivas salidas en el último tramo de la legislatura vasca, sobre todo porque tendrá que evitar un adelanto electoral para que sus debilidades no queden a la intemperie en las urnas. La formación de Alonso, que está en caída libre paradójicamente un año después de final de ETA, busca su espacio en el tablero vasco, sobre todo después de haber dejado tantas lágrimas en el camino en la lucha por acabar con el terrorismo.
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