La Conferencia de Presidentes acabó ayer como el rosario de la aurora al comprobar cómo la política española se encuentra en un laberinto en el ... que los presidentes autonómicos visualizaron que la polarización y el choque de trenes están en su punto álgido. Pobre y decepcionante resultado final que se vio prologado por una actitud desafiante y reprobable de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que se levantó de su asiento al escuchar hablar al lehendakari Pradales en euskera, una lengua, que según reza el Estatuto de Gernika, es oficial en Euskadi junto con el castellano. El desplante de la dirigente popular madrileña hacia la lengua vasca –se negó a ponerse el pinganillo de la traducción– supone también una desconsideración hacia sus compañeros de partido en Euskadi que se baten el cobre todos los días por defender en euskera y en castellano los ideales de centro derecha en una Euskadi con mayoría nacionalista. Aunque el PP vasco eludió pronunciarse ayer sobre el impacto que la desafortunada acción de Ayuso puede tener entre sus electores, el malestar interno no podía ocultarse por las negativas consecuencias que esta maniobra 'ayusista' puede ocasionar al partido en Euskadi en su futuro más cercano. El premeditado desaire de la presidenta –que puede rentar entre sus electores madrileños– ha hecho un auténtico roto en los populares vascos que han visto con asombro cómo una icónica dirigente de su partido cuestiona la legitimidad del lehendakari, primera institución de Euskadi, a intervenir en euskera en un acto institucional presidido por el Rey. Si la propia Ayuso no admite su error ni pide disculpas tendrá que ser el propio presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, quien tenga que rectificar o matizar a Ayuso y apoyar a sus compañeros de Euskadi en la defensa por la oficialidad del euskera y del castellano en el País Vasco.
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