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Cuatro jóvenes conversan con miembros de Irungo Harrera Sarea en la plaza de San Juan. Les están explicando las alternativas para que puedan seguir ... un viaje que, en su caso, comenzó muchos meses atrás en Mali y en Guinea Conakri.
No les gusta demasiado hablar de su vida con los periodistas, pero Abdullah Kanté accede a contar su periplo. Como en el caso de la mayoría de los subsaharianos que llegan a Irun estos días, su itinerario no pasaba por Ceuta. «No sé dónde está esa ciudad ni tampoco sé muy bien qué está pasando allí», admite. «Sé que hay algo porque todo el mundo habla de eso estos días, pero yo no conozco».
Para los que, como él, vienen de más al sur, Marruecos es un territorio poco recomendable. «Allí no son bien recibidos», aseguran los miembros de Irungo Harrera Sarea. «Yo fui por mar a Canarias, me dijeron que era lo mejor», cuenta Abdullah. No lo dice explícitamente, pero las cosas allí funcionan de una determinada manera. «Siempre hay mafias para encargarse de cada paso de su camino, desde que salen de casa hasta que llegan a Irun y quieren pasar la frontera. Y supongo que más allá, una vez en Francia, las seguirá habiendo», apuntan los voluntarios del colectivo ciudadano de atención a migrantes.
El itinerario que siguen los migrantes que actualmente están llegando a Gipuzkoa está bastante claro. «La mayoría, casi todos, igual un 90%, vienen de Canarias. Son los que no hace tanto salían en las noticias. Van saliendo de allí y muchos pasan por aquí».
Desde la red de acogida comentan que ni siquiera para la vía canaria se usa apenas la costa marroquí, muy cercana. «Casi todas las pateras están saliendo de Mauritania, incluso de más al sur, desde Senegal». Marruecos cerró las fronteras con sus vecinos sureños, «pero cada vez que se pone un tope nuevo, aparece una nueva alternativa. Si desde Marruecos no pueden, navegan desde donde se pueda aunque sea más caro y mucho más peligroso».
Las autoridades y la policía marroquíes «no tratan muy bien» a los subsaharianos que entran en el reino. Quizá por eso Abdullah se encoge de hombros cuando se le pregunta por lo ocurrido en Ceuta sin saber bien qué decir. «Tenemos que darnos cuenta de que su perspectiva es muy diferente de la que podemos tener aquí», apunta Josune Mendigutxia, una de las voluntarias de Irungo Harrera Sarea. «Estas personas no manejan las mismas referencias que nosotros». Comenta que muchos migrantes esperan durante meses, «incluso años», la oportunidad de salir de África.
Recuerda que, «cuando empezaron a llegar migrantes en tránsito aquí, en 2018, venían muchas personas que habían saltado la valla. Aparecían aquí exhaustos y muchas veces aún con heridas». En estos años, las cosas han cambiado. «Los pocos que no vienen por Canarias, entran en patera por el Mediterráneo hasta la península. Prácticamente ninguno pasa por Ceuta».
Sobre lo ocurrido estos días en la frontera de la ciudad autónoma, Mendigutxia señala que «sí hemos visto algunos subsaharianos, que seguramente estarían a la espera de encontrar una patera para pasar por el Mediterráneo y se encontraron con esta oportunidad. Supongo que a esos los veremos por Gipuzkoa en su camino hacia Francia». Sin embargo, la mayoría de los que salen en las imágenes «no responde al perfil de los que vienen a Irun. A veces llega algún magrebí, pero es poco frecuente, tienen sus propias rutas y recursos».
En este caso, sin embargo, las circunstancias son diferentes para ellos. «A los de Marruecos ya los están devolviendo a su país de manera masiva». Lo más delicado de todo le parece la situación de los menores. «Me imagino que los repartirán por los CIEs (Centros de Internamiento de Extranjeros) y allí estarán hasta que cumplan la mayoría de edad y queden a su suerte».
Mendigutxia aprovecha para hacer también un llamamiento a la sensatez «y a que se deje de usar lenguaje bélico para hablar de este asunto. Esto no es una 'invasión' a la que hay que responder con 'toda la fuerza'. Hablamos de hombres, mujeres, niños y niñas que escapan de unas condiciones de vida que no son dignas y que sólo buscan un futuro mejor», señala. «Cuántos españoles, cuántos vascos, a lo largo de los siglos han sido migrantes que han ido a otros lugares en busca de un futuro mejor. La migración ha existido siempre y es aún más comprensible si en tu país sólo te espera miseria».
«Lo que no es justo», lamenta esta voluntaria de Irungo Harrera Sarea, «es que se esté usando a las personas como moneda de cambio y como herramienta de presión en una crisis política entre dos países y que eso pueda acabar derivando en discursos y comportamientos de intolerancia hacia esas personas, que no son sino víctimas».
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