Eguiguren: «Aunque el terrorismo me ha destrozado la vida, he pasado ya la página de toda esa tristeza»
Ex presidente del PSE-EE ·
Si hay un político en este país al que se identifica sin dudarlo con la búsqueda de la paz ese es el expresidente del PSE-EE, Jesús Eguiguren (Aizarna, 1954). Hasta se han hecho películas sobre su participación en el fallido proceso de 2006, que dejó un poso para que, cinco años más tarde, ETA abandonara la violencia. Su fuerte sacrificio le dejó secuelas y le marcó para siempre. «El terrorismo me ha jodido la vida, me la ha destrozado», confiesa mientras repasa sus cuadernos rojos con los apuntes de aquellos intensos días en Suiza y Noruega.
-ETA dejará de existir esta semana. ¿Qué sentimientos le produce?
-Yo doy por desaparecida a ETA desde que anunció el cese de la lucha armada en 2011. Estos nuevos pasos no me producen ninguna sensación especial. Los veo como espectador y con mucha frialdad.
-Usted habló de que ETA desaparecería como la nieve, derritiéndose sin que nos diéramos cuenta. ¿Este final, con un acto de punto final, se asemeja a eso?
-Claro que podría valer lo de la nieve. ETA estaba ya derretida y ahora va a terminar de derretirse.
-¿Qué palabras espera que use?
-ETA está siguiendo el modelo de la resolución de conflictos internacionales cuando dos partes llegan a un acuerdo y lo implementan, y se produce la desmovilización y reintegración en la sociedad de sus militantes. Supongo que esa declaración equivaldrá a eso, pero aquí el proceso no ha seguido ese esquema internacional y por eso ETA quiere darle ese carácter de final de conflicto como en Colombia.
-¿Es motivo de celebración, de recuerdo y emoción...?
-Objetivamente tiene algo de histórico que una organización de tantos años se disuelva, pero lo doy por amortizado. Igual es que me he endurecido con el tiempo.
-¿Cuál es la clave de este final?
-Tiene muchos vectores. Un factor importante es el surgimiento del terrorismo yihadista con el 11-S y el 11-M. El terrorismo deja de tener carácter revolucionario y pasa a ser lo más reaccionario. Y eso contamina al terrorismo de ETA, que empezó a tener todavía más dificultades para justificar su acción. Cuando estaba negociando con 'Josu Ternera' se produjeron los atentados de Londres y a él le parecían inadmisibles. También había un cierto agotamiento en el conjunto del movimiento del mundo de ETA. Cuando empecé las conversaciones con Otegi intuitivamente percibí detalles de que estaban cambiando las cosas. Y al romper ETA la tregua en la T-4 desmontó la tesis de que el Gobierno no quería negociar, y abrió una contradicción enorme entre Batasuna y ETA. Las Fuerzas de Seguridad tenían además una eficacia desconocida antes, la estructura de ETA estaba muy dañada y su entorno estaba en manos de los jueces.
-Usted estuvo amenazado. ¿Se sintió reconocido en el comunicado de ETA en el que se reconocía el daño causado?
-No sentí nada especial. Si rascabas un poco el comunicado, tenía algo de justificación de la trayectoria y el perdón no se sabía para quién era. Aunque yo no necesito perdón. Me basta con que hayan terminado y desaparezcan. No tengo rencor.
La negociación con 'Ternera'
-Usted negoció con uno de los principales dirigentes de ETA, Josu Urrutikoetxea, 'Josu Ternera'. ¿Cómo recuerda aquello?
-Los facilitadores de la Henri Dunant decían que uno de los momentos críticos era el encuentro. Por ello prepararon cierta parafernalia, pero todo fue normal. Subimos a una sala de un hotel y antes de que nos presentaran ya sabía quién era él y él quién era yo. Le presentaron como George y a mí como Miguel. Nos dimos la mano y a hablar. No hubo nervios. Yo iba a buscar la paz y no me preocupaba quién estaba delante.
-¿Qué importancia tenía el papel de 'Josu Ternera'?
-Que acudiera él lo valoramos positivamente. Se entendió como que ETA se tomaba en serio las conversaciones, aunque él aclaró que solo era un representante de ETA, no un dirigente. Hizo todo lo que pudo por su parte para llegar a un acuerdo.
-Con Xabier López Peña, 'Thierry', el otro dirigente con el que se vio las caras, la cosa fue diferente.
-Con 'Josu Ternera' llegué a un acuerdo en Suiza ratificado en Noruega. Era un hombre disciplinado y facilitó las cosas. 'Thierry' aparece en una fase posterior, en la de llevar a la práctica esa hoja de ruta. Era totalmente opuesto a Urrutikoetxea, tan ciclotímico que tan pronto te decía que iba a hacer de España un Vietnam como que seguro que llegábamos a un acuerdo. Pero en ese mundo hay muchos así, que todo lo arreglan poniendo todo patas arriba. 'Josu Ternera' había desaparecido y noté que aquel proceso hacía aguas
-¿Verse cara a cara con ellos le ha servido para hacerse una idea más precisa de ETA?
-Llegué a tener dos cabezas. La mía y la de ellos. Yo ya sabía qué iban a decir y hacer. Eran terroristas que no entendía cómo habían tenido tanto fanatismo, pero los veía muy de aquí, muy parecidos a determinada gente de la calle de esa ideología. Sí era diferente hablar con Urrutikoetxea, más de mi generación, que con otro más joven que apareció en las últimas reuniones, Igor Suberbiola, que sí te miraba con cierto odio, como si fueras su enemigo, y utilizaba una terminología más dogmática. Con él había tensión. Un día olvidé apagar el móvil y él pensaba que lo había hecho aposta. Y se negaba a regresar de Noruega a Ginebra conmigo en el avión que nos pusieron si no me cacheaba. Ya le dije que 'antes de que tú me cachees me vuelvo andando'. Eran dos ETAs, una que intentaba respetar mi trayectoria y buscar una solución, y otra más fanatizada.
-¿Aquel proceso sirvió para llegar a dónde nos encontramos hoy?
-Todo el mundo vio que el Gobierno tenía voluntad y se vieron los límites, que era admitir que más allá de la democracia no hay negociación. Y de los escombros de la T-4 nació la paz porque Batasuna y ETA comenzaron a discrepar profundamente. Además, durante la tregua Rubalcaba no relajó la seguridad, como sí había hecho Mayor Oreja en Lizarra.
«Quería hacer cosas nuevas, pero cuando acabó ETA me di cuenta de que me había hecho viejo»
«El yihadismo es clave en este final. 'Josu Ternera' veía esos atentados como inadmisibles»
«Me encontré dos ETAs, una que buscaba una solución y otramás fanatizada»
«Pasé una depresión»
-Usted sacrificó su vida por la búsqueda de la paz y después de lograrla reconoció que no se encontraba bien. Confesó que pasó una depresión. ¿Se ha recuperado?
-Toda mi vida ha estado condicionada por el terrorismo, que me ha jodido la vida. Me la ha destrozado porque me hubiera gustado hacer otras cosas. Pero siempre he dicho que mientras no se acabara con ETA no me iría de la política ni del País Vasco. Me hubiera gustado ir a otro sitio donde lloviera menos y hacer otras cosas. Pero cuando acabó ETA me di cuenta de que todo eso eran ilusiones y que ya me había hecho viejo. La paz, siendo un gran acontecimiento, no me produjo euforia sino mucha tristeza al recordar a los compañeros muertos y lo que habíamos sufrido. El entierro lo llevé por dentro. Pasé depresión. Pero todo eso lo he superado. Es una página ya pasada. Además, tampoco me arrepiento de la vida que he hecho. Si volviera a nacer haría lo mismo, volver a luchar por la paz.
-¿Perdió dinero por embarcarse en aquella negociación de paz?
-Fui un negociador raro. Iba en nombre del Gobierno pero oficialmente era un dirigente del partido. Nunca me dieron un céntimo para los viajes o para comer. No hubo fondos reservados porque el Gobierno no quería tener responsabilidad si salía mal. El partido sí que me ayudó con dinero. Y los coches en que iba me los dejaban amigos. Más o menos encontré formulas para financiarme.
-¿El Partido Socialista ha sido justo con usted?
-En el partido ocurrió al final que para el Gobierno era más rentable la eficacia de la Policía contra ETA que el hecho de que ETA acabara de 'motu proprio' después de nuestro trabajo. En los dos años posteriores las relaciones con el Gobierno del partido en Euskadi y con el Gobierno de Madrid fueron tensas. Pero lo tengo también olvidado.
-En estos últimos años ha trabajado como profesor de Derecho
-Cuando empecé a los 26 años en el Parlamento, ya era profesor en la universidad pública. Era el gran objetivo de mi vida. Yo nací en un caserío, en una familia humilde. Y trabajar como profesor en la Universidad era un logro impresionante, pero entré en el Parlamento... Ahora he dado clases tres años en Deusto, en San Sebastián, y el contacto con la gente joven, que no tiene esa contaminación, me ha ayudado a recuperarme. Con ellos he podido decir lo que me ha dado la gana sobre historia vasca y constitucionalismo. Aunque es cierto que ellos me veían a mí como a un político más que como profesor. Ahora estoy ya cerca de la prejubilación y tendré que empezar a ir a las movilizaciones de los jubilados. Algo tendré que hacer (risas).
-¿Cómo ve la Euskadi del futuro?
-Hace unas semanas estuve dando una conferencia en Cataluña y les dije que venía del oasis vasco. El País Vasco es ahora modélico en la convivencia, no hay prácticamente follones en la calle, se trabaja en la reconciliación. Ha pasado de un extremo a otro con cierta facilidad. El futuro de Euskadi lo veo muy bien. Al nacionalismo lo veo muy sensato, en la línea del pacto con los derechos históricos. Por otra parte, los presos sí deben ser acercados desde que ETA dejó de pegar tiros. Los que hicimos la dispersión, que fuimos en parte el PSE y el PNV, tenemos la responsabilidad de pedirlo. Espero que este tema avance, porque los jueces sean más flexibles o porque el Gobierno tenga otros problemas.
«No iré a Kanbo, no me siento involucrado, Aiete era diferente»
Así como en octubre de 2011 insistió en acudir a la conferencia internacional de Aiete que antecedió al anuncio del fin de la violencia, ahora Jesús Eguiguren no tiene interés en ir a Kanbo. Por ello, declina la invitación de los organizadores del encuentro internacional. «Todo esto es distinto a cuando ETA dejó las armas. Esto de Kanbo es una cosa más de parte, en la que uno no se siente involucrado», argumenta. El expresidente del PSE-EE explica que «han invitado a todos los que tuvieron una participación importante en el final del terrorismo pero no me veo allá porque me resulta raro que vaya la gente que no tenga nada que ver con ETA. Además, a quien hay que reconocer es a los que han padecido el terrorismo en el País Vasco». Sobre las diferencias entre Kanbo y Aiete, insiste: «Allí se trataba de que ETA abandonase la violencia. Fue diferente».