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Egivar, con las actas y los trabajos de la negociación de 1998. LOBO ALTUNA

Egibar: «Hago la autocrítica de no haber sabido acercarme a las víctimas, pero yo he llorado mucho también»

Presidente del PNV de Gipuzkoa ·

Jorge Sainz

San Sebastián

Lunes, 30 de abril 2018, 06:36

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Joseba Egibar (Andoain, 1959) tiene la misma edad que ETA, 59 años, que el presidente del PNV de Gipuzkoa cumplirá en noviembre. Demasiado tiempo, a juicio del también portavoz parlamentario jeltzale, que participó directamente en uno de los procesos de paz, el de Lizarra, cuyos papeles sigue conservando. Egibar se abre a hablar de su relación personal con las víctimas y hace también un balance de la relación entre abertzales.

-ETA dejará de existir esta semana. ¿Qué sentimientos le produce?

-Con independencia de todo lo que está rodeando al cierre, es una noticia muy relevante para la historia de este pueblo. Con el tiempo, lo que fue instrumental, el uso de la violencia, se convirtió en algo estructural que ha prevalecido sobre lo político, ha imposibilitado tomar las decisiones adecuadas y ha socavado su legitimidad. La sociedad vasca les dio la espalda y la propia izquierda abertzale ha finiquitado a ETA.

-¿Qué palabras espera que utilice para desaparecer?

-La noticia es que se acaba. El otro día estaba con mi madre, que tiene 88 años, y le decía que esto se acababa. Y me preguntaba: 'Benetan?'. Pues sí. Ahora de verdad.

-¿Será un día de celebración, de recuerdo, de emoción?

-Lo importante fue el anuncio de 2011 de cese de la violencia. Han tardado demasiado tiempo en el desarme y la disolución, y para la sociedad ha perdido interés. Sé que es un proceso difícil y que hay que evitar disidencias, pero si la decisión estaba tomada...

-Usted se vio las caras con ETA en el proceso de Lizarra de 1998.

-Se evidenció la soberbia de ETA en un proceso que buscaba las claves de solución a un conflicto histórico de naturaleza política. ETA no asumía el papel de estar parada en aquella fase ni la pérdida de querer ser vanguardia de este pueblo. No se creyeron Lizarra.

-Aquel fue un proceso descalificado por los constitucionalistas. ¿Dejó alguna aportación positiva que haya permitido llegar al día de hoy?

-No tenía vocación de declaración solo entre abertzales. También participaron Comisiones Obreras o IU. Exploramos con sinceridad la vía de que ETA dejara las armas, pero no porque asumiéramos sus postulados. Dejamos claro (saca unos apuntes personales de aquellos años) que el PNV no iba a renunciar a su proyecto por la actividad armada de ETA y que no se podía acordar con Batasuna si no era en escenarios de distensión. Fueron 18-20 meses muy duros. Preguntamos a 'Antza' si se podía modificar su propuesta y respondió que era su papel o nada. Y en la siguiente reunión, esta vez con 'Willy' (Bixente Goikoetxea) en un coche, fuimos con la contestación compartida por PNV y EA, y llevábamos impresora y tampón. Pero no aceptaron. En ese contexto declararon el alto el fuego, en septiembre de 1998, que sabíamos que era de cuatro meses y no estaba sustentado en ningún acuerdo. Y pasado un año, en julio de 1999, 'Antza' y 'Willy' presentaron una oferta final fuera de la realidad. Y el 28 de noviembre de ese año se oficializó la ruptura del alto el fuego, aunque técnicamente estaba roto desde cuatro meses antes cuando en verano rechazamos aquella última oferta.

-¿Cuál era la discrepancia?

-Era todo. Les dijimos que para dar pasos hacia una institución única vasca había que acordar los propósitos, representantes y ritmos; que a la hora de formar gobiernos no se podían imponer exclusiones; que con el alto el fuego no podían seguir el 'impuesto revolucionario' o la kale borroka... Como les pareció poco serio modificar su documento original, no aceptaron. Y su posterior propuesta definitiva, que decían que si se aceptaba dejaban las armas ya, no hubo ni que consultarla.

Ilusión frustrada

-¿Supongo que una negociación de ese tipo provoca un tremendo desgaste psicológico?

-Fue estresante, a la vez que ilusionante. No ha habido proceso político que despertara tanta ilusión y compromiso. Los previos de 1997 estaban plagados de atentados como el de Miguel Ángel Blanco o el secuestro de Ortega Lara, con una ETA violenta y cruel. Con el alto el fuego, hubo un efecto bumerán de responsabilizar desde otros partidos al PNV de todo lo anterior y de la kale borroka que hubo durante el alto el fuego. Por nuestra parte, hicimos autocrítica sobre nuestra estrategia, que fue a la defensiva, y sobre el desorden, porque te relacionaban el proceso de paz con la construcción nacional.

-¿Fue la principal oportunidad de paz perdida?

-El fracaso mayor fue el de Argel, con independencia de que allí se juntaran ETA y el GAL, porque el Partido Socialista patrocinó el GAL del 83 al 87 y cuando ve que esa estrategia no tiene salida busca el colchón político de los acuerdos de Madrid y Ajuria Enea para negociar con ETA en Argel. Pero allí se juntan los que se juntan y salta por los aires. Fue la gran oportunidad que tuvo ETA para que al otro lado de la mesa se sentara un Gobierno, aunque fuera el del GAL.

-Usted se sentó enfrente de 'Mikel Antza', uno de los principales números uno de ETA. ¿Le ha servido para hacerse una idea más precisa de lo que ha sido esta organización?

-No le conocía. No sabía cómo había que reaccionar. Yo iba con Gorka Agirre (fallecido exdirigente del PNV), que era el 'experto'. Yo iba de ayudante. Íbamos a Hendaya y nos llevaban con la cabeza tapada hasta el lugar para que no pudieses saber dónde habías estado. En las reuniones de Lizarra, tras un receso, nos preguntaron a ver cómo les veíamos. Y Gorka les respondió en euskera: «Beti bezala, egi osoaren jabe». Y es que se creían en posesión de la verdad sin matices. Tenía otra idea de ETA. Una idea más política, pero soberbia tienen para regalar.

-¿Sintió miedo?

-Miedo no, pero respeto sí porque no sabías dónde ibas, nos llevaban tapados y te seguían hasta para ir al servicio. Quien tiene esa seguridad en la práctica de la violencia se cree superior pero en el fondo hay un poso de debilidad.

-Usted siempre ha defendido el acuerdo con la izquierda abertzale en la medida de lo posible. ¿Será más fácil sin ETA?

-ETA ha dejado ahí también un poso de odio en la sociedad. Su historia y el sufrimiento producido sirve de excusa para que se alimente la necesidad de tener que distanciarse. El daño estratégico y político causado tiene seguidores en los dos lados. Si se diseña una estrategia de combate a la sociedad, y al PNV en especial, el PNV se defiende con la actividad política, pero hay gente de mi partido que dice que con la izquierda abertzale, para nada. Y hay gente en la izquierda abertzale que dice que con el PNV, para nada. Ese es el legado de ETA: que ha creado en el PNV y en la izquierda abertzale gente que opina que ambos nunca deben entenderse. Al menos hasta que pase mucho tiempo. Y eso da ventajas a terceros que se convierten en imprescindibles, PSE y PP.

«En Lizarra se buscó la paz pero entiendo que, mientras, las víctimas veían quea ellas les arreaban»

«Antes de reunirme con ETA tenía una idea más políticade ellos. Soberbia tienen para regalar»

«La mayor oportunidad perdida fue Argel, donde se juntaron ETA y los GAL»

El daño causado

-Usted ha tenido amigos o conocidos asesinados como los ertzainas Montxo Doral y Joseba Goikoetxea o el empresario Joxe Mari Korta. ¿Se sintió reconocido en el comunicado de ETA sobre el daño causado?

-El pasado no se puede cambiar y una cosa es explicar la violencia, pero la pregunta es: ¿lo justificas? Un preso puede decir que ha provocado un daño pero decir que 'no lo volvería a hacer' y que desaparecida ETA 'no soy un peligro'. Y un político de la izquierda abertzale podría decir que ocurrió esto pero que ante un hecho tan grave pues 'no hice bien callando, hoy diría algo'. En todo caso, ETA no debe transferir la responsabilidad a los presos y tendría que dar una vuelta al comunicado del daño causado porque, ¿dónde está la línea de combatientes y no combatientes?

-En ocasiones se ha acusado al PNV de no haber sido suficientemente contundente contra ETA.

-Siempre hemos tratado, con el diálogo y la negociación, de que ETA dejara las armas. Y si no fue posible no será porque no se intentó. En todos los intentos, incluso los protagonizados por el Partido Socialista, ETA no quería ver al PNV en ninguna mesa. Como dice Arzalluz, el único papel que nos encomendaban era desbrozar el camino para que ETA y el Gobierno español negociaran. Éramos 'desbrozadores'. En Loiola solo nos llaman cuando suenan las sirenas. Yo no negaré a los negociadores de la izquierda abertzale su honradez y determinación, pero solo se nos llamaba para apagar incendios.

-Me refería más a que las víctimas han acusado al PNV de no estar cerca de ellas.

-Toda la consideración para ellas. He tenido episodios de intentar acercarme y me han rechazado porque entendían que no éramos gente de bien. Y yo lo puedo entender, porque tú quieres acabar con la violencia pero te ven connivente y algunas víctimas marcaron distancias. Me he llevado disgustos. En este sentido, si tuviera que hacer autocrítica, y la haría, igual no he sabido acercarme de la mejor manera posible a las víctimas. Hay víctimas que no han perdonado que intentáramos Lizarra-Garazi, por ejemplo. Aunque no me arrepiento de aquello, todo lo contrario, pero las víctimas veían que mientras estábamos con estos intentando un proceso de paz a ellas las arreaban y asfixiaban. Pero yo también he llorado mucho. Luego está el tema de la tortura. Ahora el Gobierno Vasco ha hecho el informe, hace autocrítica y es proactivo. Me parece correcto.

«El PNV observa esto con responsabilidady estaré en Kanbo»

Joseba Egibar recuerda que ETA nació en el franquismo también para «sustituir a un PNV del que pensaba que había perdido en la clandestinidad el pulso al pueblo vasco». Tras destacar el acierto de la formación jeltzale en Txiberta, tras la muerte del dictador, cuando optó «por la vía política y pacífica» mientras ETA apostó por la lucha armada, el histórico líder peneuvista guipuzcoano señala que su partido observa este final de la banda con «responsabilidad». Por ello, Egibar estará el viernes en el encuentro internacional de Kanbo que avalará esa desaparición, al que le han invitado por su papel en Lizarra. «ETA también ha combatido contra el sistema institucional creado por el PNV. Que después de 59 años vayamos a un acto en el que ETA desaparece tiene su significado», argumenta Egibar, que luce en su solapa el lazo amarillo por los políticos presos catalanes.

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