Un cuña en la coalición
Félix Bolaños se enfrenta al primer test como nuevo ministro de la Presidencia. Si logra un acuerdo con el PP para renovar los órganos constitucionales - ... entre otros el CGPJ- puede apuntarse un gran tanto hasta ahora imposible que avalará su perfil como gestor discreto, conciliador y negociador eficaz. No es nada fácil porque los populares no quieren dar ni agua a Pedro Sánchez, y sostienen que mientras Unidas Podemos siga en el tablero de juego, seguirán rechazando un pacto que han estado en dos ocasiones a punto de cerrarse, pero que al final se ha desbaratado.
El bloqueo permanente en el funcionamiento de los órganos constitucionales es insostenible, está dañando la credibilidad de las instituciones y somete a un peligroso desgaste al sistema que dejará secuelas. El PP, que debería ser consciente de esta erosión, pone unas condiciones que Sánchez no puede aceptar si no quiere romper sus equilibrios internos con Unidas Podemos. Pero la formación de Yolanda Díaz también presiona a los socialistas. Quiere evitar a toda costa esa entente entre PSOE y PP. En su opinión, la salida natural para Sánchez pasaría por acercarse a sus socios de investidura: con el PNV y ERC como aliados preferentes. Se presenta en el horizonte una encrucijada y el presidente deberá elegir compañeros de viaje.
Paradójicamente, la llave la va a tener el PP liderado por Pablo Casado. Y entre los populares, hay un pulso entre quienes abogan por la línea dura de 'tierra quemada', negando el pan y la sal a cualquier iniciativa del Ejecutivo, y los que sostienen que la apuesta de Bolaños puede ser una oportunidad para exhibir una imagen de responsable oposición con altura de Estado. Y de paso, para introducir tácticamente una notable cuña de división en el seno del Ejecutivo de coalición y entre el presidente del Gobierno y sus apoyos en el Parlamento. Los morados ya están con la mosca detrás de la oreja.
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