Condenados por un farol

Los procesados por el pulso que la Generalitat de Puigdemont mantuvo al Estado hace dos años han sido condenados por un delito de sedición -Casado ... y Rivera tuvieron ayer que tragarse las acusaciones de 'golpistas'- que, en realidad, y según sostienen los magistrados del Supremo, era solo un farol. Vamos, que desde el minuto uno los condenados que iniciaron esa huida hacia adelante sabían que ese órdago de la desconexión, de proclamar la independencia y de celebrar una consulta el 1-0, entre otras acciones, era una argucia que al final ha tenido unas dolorosas y traumáticas consecuencias para los propios dirigentes políticos que no supieron frenar aquel envite. La sentencia del procés pone fin a un recorrido jurídico provocado por el fracaso de la política, del diálogo y del acuerdo entre los dirigentes políticos que han gobernado en los últimos años la Generalitat y el Estado. Habrá que extraer conclusiones para no volver a incurrir en los mismos errores. Las soluciones no serán fáciles, pero no hay otro camino que el entendimiento mutuo bajo el respeto a la legalidad. Intentar cualquier maniobra al margen del marco constitucional volvería a ser tan frustrante como lo ha sido ahora. El lehendakari Urkullu, que no pudo disimular su malestar por este desenlace, volvió ayer a su mantra de siempre: diálogo y acuerdo a través de una estrategia transversal e inteligente. Sin embargo, no habrá que olvidar que el mismo Supremo recordó ayer que el derecho a decidir no existe. Todo un aviso a navegantes.