Secciones
Servicios
Destacamos
Carmen Gisasola (Markina, 1958) lleva casi cinco años en libertad tras cumplir 24 de prisión por los asesinatos cometidos como militante de ETA. Esta ... exreclusa disidente de la banda hace un balance «muy positivo» de lo que ha significado la vía Nanclares, a la que se sumó en 2009. Como Gisasola, Rafael Caride Simón, en régimen abierto desde hace tiempo, culminará mañana su tránsito carcelario tras acudir, por última vez, a firmar a prisión. Tras él restarán aún otros tres presos por recorrer ese mismo proceso de reinserción. «Abrimos un camino por donde ahora transitan los presos del colectivo. Más tarde, todo más lento y con más dificultades», repasa Gisasola. Sobre los homenajes públicos a los expresos asegura que «es una cuestión de ética». Le sorprende que algunos propongan que se podrían replantear esos 'ongi etorris' dentro de un acuerdo global que incluyera la situación de los presos. «O sea, lo que antes era 'paz por presos', 'armas por presos', ahora es 'ongi etorris por presos'. Suena a broma», apunta.
-¿Qué significa la salida definitiva de la cárcel mañana del exmiembro de ETA disidente Rafael Caride Simón?
-En realidad lleva ya dos años en libertad condicional, viviendo en su casa, y solo iba a la cárcel a firmar una vez por semana. Así que mañana lo hará por última vez y habrá terminado de cumplir la condena.
-¿Es prácticamente el cierre de una experiencia, la vía Nanclares, que ha durado diez años?
-Como tal, la vía Nanclares ya la paralizó el Gobierno del PP. Después, todo ha sido recurrir a las posibilidades de la legislación penitenciaria. Así hemos conseguido que los que quedan lleven ya un tiempo en régimen abierto.
-¿Tras la salida de Caride Simón, qué falta por cerrar?
-Falta que les apliquen la condicional para no volver a dormir a prisión. Pues cumplen todas las condiciones para ello.
-¿Qué balance hace de lo que ha significado esa vía de reinserción, a la que usted fue de las primeras en acogerse?
-Muy positivo por lo que significaba, con ETA aún activa, que unos presos decidiéramos hacer lo que considerábamos que tenía que ser nuestra aportación como militantes en aquellos momentos. Principalmente queríamos incidir en la necesaria desaparición de ETA. Luego, en los pasos a dar dentro de la legislación penitenciaria y que estaban prohibidos dentro del colectivo -EPPK-, como solicitar cambios de cárcel, cambio de grado, permisos de salida o el tercer grado. Abrimos un camino por donde ahora transitan los presos del colectivo. Más tarde, todo más lento, con más dificultades y sin aquel marco que suponía la vía Nanclares y que facilitaba mucho las cosas.
-¿Para qué ha servido desde que se comenzó en 2009?
-La existencia de ese marco permitía una aplicación más adecuada de las posibilidades legales y sirvió para facilitar contactos y encuentros que solicitábamos con diferentes agentes políticos y sociales. También para ver que desde la cárcel se podía aportar de otra manera, desde la libertad individual. Entre otras cosas nos sirvió para plantear desde nuestra propia experiencia en ETA la reflexión crítica del pasado como algo imprescindible para el futuro de nuestra sociedad.
-¿Podía haber tenido más potencialidades de las que ha tenido, ya que al final se acogieron a ella una treintena de presos de entre los centenares que ha habido y hay en las cárceles españolas y francesas?
-Sí, pero era una situación complicada. Tanto el PP como Sortu estaban en contra. Diez años después, el PP sigue igual, pero no esperábamos otra cosa. Lo penoso es que Sortu haya pasado este tiempo agotando sus cantinelas de salidas negociadas, alimentando unas esperanzas que desde la ruptura del proceso de Loyola sabían que eran irreales, imposibles. Y ahora les dicen a los presos que no hay otra, que se busquen la vida en función de su situación personal. Por lo que nos comentan en la calle, para la gente normal, parece absurdo y no entienden que para un preso sea difícil salirse de la línea oficial. Que sea más cómodo, más llevadero para él o ella y para su entorno familiar no tener problemas.
-¿Cuánto proselitismo social han podido hacer en el mundo de los reclusos de ETA? ¿Incluso entre otro tipo de presos encarcelados por otros delitos distintos a los de terrorismo?
-Lo que nos propusimos fue hacer en la práctica lo que pensábamos que había que hacer. Empezando por la reflexión crítica, ética y nuestra responsabilidad ante las víctimas. Todo eso claro que influyó entre los presos del Colectivo y en que ahora también se planteen dar pasos en ese sentido. También nos propusimos abrir las posibilidades que nosotros mismos nos cerrábamos. Poder trabajar en el economato, en la cocina, en los talleres o en la biblioteca de la cárcel y ayudar con ello a la carga económica que suponíamos para nuestras familias, a la vez que reducíamos los años de cárcel. Que se viera que podíamos salir de permiso. Ahora parece evidente, y lo solicitan los del colectivo, pero antes era un tabú que hasta te situaba como enemigo.
-¿Les ha faltado una mayor cobertura institucional, por parte de los gobiernos en Madrid y en Vitoria?
-Cuando se puso en marcha fue precisamente la cobertura institucional de los dos gobiernos la que facilitaba las posibilidades de la vía Nanclares. Luego hubo un cambio con el gobierno del PP. El Gobierno Vasco siguió apoyando en lo que estaba en sus manos, pero éramos conscientes de la realidad. Lo que también hemos apreciado es el apoyo que nos ha transmitido mucha gente en la calle.
-Ha habido familiares de presos encuadrados en principio en el EPPK que se les han acercado interesados por cómo llevar a cabo ese camino. ¿Se han sumado otros reclusos de ese tipo a esa experiencia? ¿Es decir, la nómina de presos de Nanclares es más amplia de lo que parece?
-Durante estos años hemos estado con presos con los que solo nos distanciaba el miedo a las repercusiones que tendrían que sufrir sus familias, con familiares que transmiten con tristeza el panorama con el que les han dejado en la cárcel. También se nos ha pedido información sobre los escritos y cuestiones legales.
-Al parecer, Prisiones planea reunir a reclusos por delitos comunes con sus víctimas aprovechado la experiencia de la vía Nanclares, ¿qué le parece la idea?
-Dentro de la idea de justicia restaurativa ya se realizaban ese tipo de encuentros en algunos juzgados. En Nanclares tomó otra dimensión. En nuestro caso, fue fundamental entender que no nos podíamos ceñir únicamente al esquema víctima-victimario, porque las responsabilidades van más allá de la responsabilidad de los que hemos sido condenados por participación directa.
-Para ustedes no hubo ninguna promesa de acercamiento, es algo que llegó después de un tiempo para contrastar que su desmarque de la violencia era real y sincero. ¿Hasta dónde están reinsertados los presos de la vía Nanclares?
-Nuestro desmarque ya era conocido por nuestro entorno. Llevábamos años compartiendo con otros presos nuestras reflexiones y, en lo fundamental, con muchos estábamos de acuerdo. Así que no era un secreto ni para los que se encargan de hacer un seguimiento de los presos en las cárceles, ni para nuestros propios compañeros. Por eso, cuando se puso en marcha la vía Nanclares, el traslado era rápido. En mi caso, a la semana de solicitarlo ya estaba en Nanclares.
-¿Cuáles son sus relaciones con la izquierda abertzale oficial?
-Hubo una reunión y se habló de estos temas, pero no merece la pena. Siguen priorizando mantener la épica de ETA y seguir haciendo funambulismo en las declaraciones sobre la parte ética. Si en lo que respecta a nosotros, y a pesar de que han terminado por asumir lo que planteábamos -la desaparición de ETA, las vías legales-, son aún incapaces de reconocer el daño que trataban de hacernos manipulando, insultando y poniéndonos a los pies de los burros, ¿qué relación se puede mantener?
-¿Cree que hay una generación de dirigentes de la izquierda abertzale que lo tendría que dejar y dar paso a otras personas? ¿Debería haber una renovación generacional, empezando por Arnaldo Otegi?
-La verdad es que no me sorprende que los mismos que llevaron a la derrota a todo lo que fue ETA, con los presos abandonados en las cárceles, sigan controlándolo todo. No es tanto una cuestión de renovación generacional, es sobre todo el problema de la mentalidad totalitaria con la que durante tantos años se ha funcionado y que aún no se ha superado.
-¿Cómo es su vivencia y la de otros expresos de Nanclares en sus pueblos? ¿Les reconocen? ¿Les tratan o tienen que vivir sintiendo miradas extrañas o escuchando comentarios a sus espaldas?
-En general, con normalidad. En mi pueblo son solo media docena de 'forofas de la lucha armada' las que no me saludan. Pero decir, no me dicen nada. ¿Qué me van a decir si se han pasado 40 años evitando entrar en ETA? 40 años calentando la cabeza de los demás y evitando implicarse ellas mismas. Lo peor de esas actitudes, marginales en nuestros pueblos, y hasta en lo que hoy es EH Bildu, es que son el sustento de esa decisión de no poner en cuestión la épica de ETA. A pesar del costo que ello tiene a nivel político, de convivencia y en especial para los presos, que lo pagan en muchos más años de más de cárcel.
-¿Qué contacto tienen con víctimas del terrorismo? ¿Con quiénes y en qué ámbito?
-He seguido en contacto con varias y he conocido otras. También he participado en varios encuentros, en algunos debates. Y me he encontrado con muchas personas que han sufrido en sus pueblos el acoso social por disentir y no callarse. Gente que nos cuenta lo crueles que han sido muchos que utilizaban el paraguas de ETA para amargarles la vida con amenazas, pintadas, carteles, insultos por la calle… Y de esto también hay que hablar.
-¿Cómo ha incidido la vía Nanclares en el avance hacia una convivencia pacífica en Euskadi?
-Creo que con nuestras reflexiones y nuestras actitudes hemos ayudado a que se vea posible una convivencia más normalizada entre los que más han sufrido las consecuencias de la violencia.
-¿Considera que celebrar un homenaje público a un expreso de ETA ofende a las víctimas?
-No solo afecta a las víctimas, creo que en general no se ve bien que se haga de esa manera. Como no se vio bien el acto de solidaridad que los responsables del GAL realizaron ante la puerta de la cárcel de Guadalajara. De hecho han salido otros presos, dirigentes de ETA, que no han querido que se les haga un acto de ese tipo.
-¿Hay que acabar con los 'ongi etorris' de alguna manera? ¿De cuál?
-Creo que no es una cuestión de legalidad, es una cuestión de ética. Todo el mundo sabe lo que se está transmitiendo en ese tipo de actos, la gente no es tonta. Lo que me sorprende es que luego algunos propongan que se podrían replantear esos 'ongi etorris' dentro de un acuerdo global que incluyera la situación de los presos. O sea, lo que antes era «paz por presos», «armas por presos», ahora es «ongi etorris por presos». Suena a broma, pero así lo plantean.
-A ustedes no les fue nadie a recibir…
-Dicho así suena a falta de apoyo y no es eso. En mi caso, cuando salí con el primer permiso, vinieron familiares y amigos a buscarme y en el pueblo me estaba esperando mucha gente. Fue un acto de apoyo ante las presiones y el boicot de otros. Pero en general hemos optado por salir discretamente y reunirnos luego con familiares y amigos. Después ya te vas encontrando con la gente de manera normal.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.