Deriva corrosiva
Era algo imprevisible. La inédita moción de censura de Vox contra Sánchez se convirtió al final en un bumerán contra la extrema derecha, que ha ... gestado esta estrambótica operación. El colapso del buque butanero 'Tamames', tan bien traído en el discurso por el jeltzale Aitor Esteban, era una metáfora elocuente.
Ramón Tamames quiso ofrecer su última clase como uno de los últimos dinosaurios de la Transición. Y nos habló de todo, del despropósito de la memoria democrática, de lo no angelical que fue la Segunda República, del Gobierno Frankenstein, de la deriva de los pactos con los nacionalistas. Todo el relato del revisionismo ideológico. Resultaba obsceno que quien había formado parte del PCE -vanguardia democrática frente a la dictadura- ahora se alinee en la guerra cultural de la extrema derecha.
Tamames fue el florero en el discurso de catástrofe frente a la supuesta deriva nacional de España. Ese era el nervio central de su intervención, que explica el surgimiento de Vox como una escisión del nacionalismo español más reaccionario. El candidato se envolvía en la bandera de la Constitución que la ultraderecha cuestiona, por ejemplo, en el modelo territorial, pero también en relación con los derechos y libertades que se amenazan con el discurso del odio para aniquilar al adversario.
La moción se convertía, en el fondo, en una enmienda a la totalidad a la estrategia del PP, y permitía a Sánchez rentabilizar su oposición a Vox. Pero lo inquietante es que se transformaba en una operación de desgaste democrático. La 'burbuja' de la sesión de ayer aumenta la brecha entre la política y la ciudadanía, cuyos problemas reales apenas sobrevolaron. La moción daría el resultado previsto, pero quedó bastante claro que la alternativa a Sánchez, si algún día cuaja, no va a venir desde el resentimiento ultra. Ahora bien, el problema de fondo es hasta qué punto este discurso tan corrosivo empiece a extenderse. Cuidado con la broma.
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